¿Por qué se duermen las manos al dormir? POR: SERGIO De Dios GONZALEZ

A todos nos ha pasado alguna vez. Te levantas en la madrugada para ir al baño y descubres que tu mano o brazo está completamente entumecido. La sensación de hormigueo puede ser leve o intensa y la inactividad de las extremidades puede generarte ansiedad. Si te ha pasado varias veces, hoy te decimos por qué se duermen las manos al dormir.

Al contrario de lo que crees, la mayoría de los casos son benignos. Se debe a un proceso de comprensión de los nervios que impide, de manera temporal, el envío de señales eléctricas. El término médico para ello es parestesia, condición que también se puede generar sin que haya una compresión física en el exterior. De ello te hablamos en breve.

Entumecimiento en las manos al dormir

El entumecimiento en las manos al dormir, o parestesia, es una condición muy común que afecta a personas de todas las edades. Se caracteriza por una sensación de rigidez y hormigueo que no impiden la flexibilidad de las articulaciones.

Como ya estás intuyendo, se genera porque comprimes tu brazo o tu mano mientras duermes. Si parte de tu cuerpo presiona la extremidad, se interrumpe la irrigación sanguínea y la comunicación de algunos nervios. También se puede generar ante procesos de inactividad prolongados.

El cambio de posición con respecto a tu cuerpo también puede generar el síntoma; puede ser tu caso si estiras uno de tus brazos, y este cae ligeramente por el borde de la cama. Por lo general es temporal y desaparece de manera gradual hasta recuperar por completo la movilidad.

Por supuesto, esta condición también puede ser un síntoma de algún problema subyacente. Aunque la explicación dada es la más común, es posible que estés desarrollando estos episodios debido a las siguientes afecciones:

Neuropatía periférica

De acuerdo con Harvard Health Publishing esta es una de las principales causas del por qué se duermen las manos al dormir. La neuropatía periférica es la interrupción de la comunicación en los nervios del sistema periférico, lo que origina entumecimiento y hormigueo en manos y pies.

Su prevalencia en la población es en torno al 2,4 %, aunque en los adultos mayores de 55 años el número asciende a 8 % (de acuerdo con la evidencia). Existen muchas explicaciones para esta condición. Si eres diabético, has sufrido una infección, te has expuesto a toxinas o has tenido un traumatismo reciente es posible que la desarrolles.

Síndrome de salida torácica

También se conoce como síndromes de comprensión de salida torácica, porque en realidad son varios trastornos con características en común. Se produce cuando los nervios o vasos sanguíneos entre la primera costilla y la clavícula se comprimen.

Esto ocasiona entumecimiento de las manos, el cual se puede extender a todo el brazo y parte del cuello. Es relativamente común, en especial entre quienes pasan varias horas frente al ordenador. La razón de ello es que la cabeza suele adelantarse un poco en relación con el cuerpo, lo que genera la presión en el área.

Estenosis de cuello cervical

Denominada también estenosis espinal cervical o estenosis del conducto vertebral. Se origina por estrechamientos en los espacios de la columna vertebral que ocasionan poco espacio para los nervios. Cuando esto sucede se presionan y derivan en errores de comunicación.

La mayoría de los pacientes no desarrollan síntomas, salvo por el entumecimiento u hormigueo en las dedos de las extremidades. Este empeora al acostarse, debido a que la posición de la columna y el cuello genera más presión. Muchos utilizan collarines para aliviar esta sensación durante sus horas de descanso.

Síndrome del túnel carpiano

Otra de las condiciones frecuentes entre quienes pasan mucho tiempo frente a las pantallas. Se estima que afecta entre el 4 % y el 5 % de la población en todo el mundo, de modo que no es una afección rara. Se origina por una compresión del nervio mediano que pasa por tu muñeca.

No es infrecuente que la sensación de hormigueo, entumecimiento y debilidad te invadan mientras duermes. El síndrome se produce por un defecto anatómico de tu muñeca, por movimientos repetitivos, lesiones, traumatismos u otras enfermedades. Es una de las causas más comunes del por qué se duermen las manos al dormir.

Podríamos seguir esta lista presentando a más de cien condiciones, pero  estas cuatro son sin duda las principales que ocasionan entumecimiento de las extremidades al dormir. Te apuntamos aun así una lista con otras posibles explicaciones:

  • Diabetes.
  • Espasticidad.
  • Herpes zóster.
  • Ataques de pánico.
  • Deficiencia de minerales (hierro, potasio, sodio, calcio, vitamina B12 y demás).
  • Ingesta de algunos alimentos.
  • Ingesta de drogas recreativas antes de dormir.
  • Migraña con aura.

¿Qué hacer para evitar el entumecimiento de manos al dormir?

A pesar de la lista anterior, ten en cuenta lo que ya te hemos dicho: la respuesta al por qué se duermen las manos al dormir se encuentra en compresiones durante el sueño. Para verificar si esta es la verdadera causa puedes incluir una serie de hábitos durante las horas de descanso. Entre los principales destacamos los siguientes:

  • Evita dormir en posición fetal.
  • No coloques tu mano debajo de la almohada al dormir de lado.
  • En caso de que duermas boca abajo, procura que tus brazos estén a los lados. Evita que todo tu cuerpo los comprima al situarlos debajo de tu pecho.
  • Procura que todo tu cuerpo se encuentra en la misma línea. Si subes o bajas las manos en relación con tu cabeza se puede generar entumecimiento.

Otra de la cosas que puedes hacer, en caso de que pases mucho tiempo frente al ordenador, es incluir breves descansos de 5-10 minutos en los cuales realizarás pequeñas sesiones de estiramiento. Hacer masajes en tus brazos y manos antes de ir a dormir también es un punto a tu favor.

Todo esto por supuesto en caso de que sea un problema de comprensión al dormir. Aplica estos consejos durante una semana y, si no percibes mejoría, considera recurrir a un especialista para descartar o confirmar alguna de las afecciones citadas. Hazlo en especial si los episodios son muy frecuentes e intensos.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/por-que-se-duermen-manos-dormir/

Tener a alguien que te escuche reduce el deterioro cognitivo. POR: VALERIA SABATER

Sentirnos escuchados y comprendidos es una necesidad básica a cualquier edad. De hecho, tener a alguien con quien hablar y que nos escuche de manera auténtica, revierte en nuestra salud cerebral.

Tener a alguien que te escuche de manera auténtica, cercana y sensible es algo más que un regalo. Es una alianza para tu salud física y psicológica. Según estudios recientes, algo tan básico puede reducir tu deterioro cognitivo y permitirte llegar a edades avanzas con unas mejores facultades cerebrales. Así que no dudes tampoco en ser un buen oyente para las personas que estén cerca de ti.

Todos sabemos lo relevante que es la buena comunicación para nuestro bienestar y nuestras relaciones. No solo necesitamos contar con una o varias personas a quienes poder compartir nuestros pensamientos, necesidades y experiencias. Necesitamos saber que somos escuchados y comprendidos. Sin embargo, esto no siempre es tan fácil de conseguir.

Hay quien comparte nuestro sofá, pero aún así no está disponible. Puede decirnos que sí con la cabeza, sonreír, pero al poco no tardamos en darnos cuenta de que su mente está a años luz de nosotros. Abundan los que escuchan solo para responder o rebatirnos y los que, sencillamente, no tienen la paciencia o la habilidad emocional para conectar con nosotros de forma empática.

Tener a alguien que te escuche revierte en tu salud cerebral

La comunicación eficaz y productiva requiere que seamos buenos oyentes. La vida por sí misma ya es complicada y si hay algo evidente es que cada uno de nosotros tenemos nuestra propia versión de las cosas. Si no somos capaces de escucharnos para comprender las realidades ajenas, difícilmente llegaremos a acuerdos o incluso a poder convivir en armonía.

Sin embargo, hay otro aspecto clave. Escuchamos para algo más que para resolver problemas o llegar a acuerdos. Escuchar al otro es darle presencia y validarlo como persona. Es conectar con su realidad sin juzgar para decirle “estoy aquí para ti”. Implica saber ir más allá de las palabras para leer en su comunicación no verbal, en sus gestos, su tono de voz, etc.

Tener a alguien que te escuche es esencial en la infancia y la adolescencia. También en la edad adulta, por supuesto. Tanto es así que un estudio reciente realizado en la escuela de medicina de la Universidad de Nueva York señala algo muy importante.

Sentirnos escuchados en el día a día revierte en nuestra salud cognitiva, hasta el punto que puede ser un amortiguador ante la enfermedad de Alzheimer.

Las interacciones sociales significativas mejoran nuestra función cognitiva

En el campo de las enfermedades neurodegenerativas, hay un hecho que sigue llamando la atención de los expertos. En los análisis postmortem de muchos adultos de edad avanzada se puede ver cómo el cerebro evidencia signos evidentes de alzhéimer. Hay marcadores de la enfermedad sin embargo, esta no se ha llegado a desarrollar. ¿Cuál puede ser la causa?

En realidad, aún no se han identificado todos los mecanismos que impiden que la enfermedad avance. Sin embargo, sabemos que factores como mantener una vida social activa y de calidad actúan de amortiguador. Gracias a este trabajo publicado en la revista JAMA Network Open, se ha visto que tener a alguien que te escuche favorece lo que se conoce como resiliencia cognitiva.

La resiliencia cognitiva y el apoyo emocional cotidiano

Tener muchos amigos, familia, pareja… puede ser o no ser gratificante. Todo depende de la calidad del vínculo, de la conexión emocional. A veces, personas con una gran red social sienten el peso insufrible de la soledad. En cambio, hay quien cuenta con dos o tres amistades y tiene con ellas un pilar tan enriquecedor como gratificante en todos los sentidos.

Tener a alguien que te escuche es disponer de una figura con quien compartir miedos, alegrías, necesidades, preocupaciones... Disponer de buenos soportes emocionales nos confiere calma mental y seguridad. El estrés se reduce, vemos esperanzas en días de tinieblas, se enciende la motivación y las ganas por seguir moviéndonos con el mundo…

Todo ello impulsa la resiliencia cognitiva, es decir, la capacidad de afrontar el envejecimiento con las funciones cerebrales en buen estado. Procesos como la memoria, la atención, la resolución de problemas, la reflexión o el razonamiento se conservan de manera positiva.

Tener a alguien que te escuche y ser un buen oyente para los demás, clave de salud

Tener a alguien que te escuche cada vez que lo necesites confiere alivio y satisfacción. Los buenos amigos, las parejas o los hermanos pueden ser nuestros aliados en el viaje de la vida. Sin embargo, no nos olvidemos de algo decisivo. También nosotros debemos convertirnos en buenos oyentes para los demás.

Escuchar con calma, abriéndonos a la realidad del otro y dejando a un lado la nuestra por un instante es algo necesario. Saber estar presentes emocionalmente, cercanos de manera empática y conectados desde la sinceridad y la autenticidad revierte en nuestro bienestar y en el de las personas que queremos. Un acto tan simple, vale mucho. 

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/tener-alguien-que-te-escuche-reduce-deterioro-cognitivo/

Las personas que tuvieron COVID-19 podrían presentar síntomas psiquiátricos incluso un año después. POR: MARTA FERNANDA ALONSO

Uno de cada tres sobrevivientes de COVID-19 fue diagnosticado con una afección neurológica o psiquiátrica dentro de los seis meses posteriores a la infección, siendo la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo los más comunes (Taquet et al., 2021). Los hallazgos más recientes revelan que la depresión, el insomnio y los síntomas relacionados con el trauma sufridos por estas personas pueden empeorar con el paso del tiempo (Kyzar et al., 2021).

Qué metodología usaron

Para esta investigación longitudinal, se hizo un seguimiento aproximadamente de 6 meses a más de un año a una pequeña cohorte de personas que habían tenido COVID-19. El objetivo era detectar síntomas psiquiátricos duraderos y, consecuentemente, ser capaces de brindar atención de seguimiento más enfocada. 

El análisis incluyó a 52 personas que tenían una infección por COVID-19 confirmada y completaron encuestas de referencia y de seguimiento. Los participantes reclutados pertenecían al área metropolitana de la ciudad de Nueva York, entre el 15 de abril de 2020 y el 23 de febrero de 2021. Completaron cuestionarios médicos y psiquiátricos en línea y también visitaron un laboratorio para realizar exámenes físicos. También respondieron encuestas de seguimiento entre 24 y 60 semanas después de la inscripción inicial. 

Qué encontraron

En el estudio fueron halladas tasas relativamente altas de insomnio, síntomas depresivos y síntomas relacionados con el trauma en el seguimiento a largo plazo (al menos 24 semanas después de la infección inicial). “

Un dato que resaltan los investigadores es que las puntuaciones del cuestionario durante el seguimiento mostraron que los síntomas relacionados con el trauma y el TEPT parecían empeorar en comparación al momento inicial de inscripción para participar en el estudio.

Dentro de las limitaciones de la investigación se señala la carencia de un grupo de control, a la vez que no se controló algunos factores socioeconómicos importantes, por lo que no quedó claro si los cambios observados en los síntomas fueron el resultado de haber padecido COVID-19. Pero los hallazgos están en línea con un estudio similar, que examinó los síntomas relacionados con el trauma en sobrevivientes de COVID-19 en Wuhan, China, e incluyó un grupo de control (Tu et al., 2021).

Futuras investigaciones deberían abordar qué factores de riesgo pueden contribuir a la duración de los síntomas neuropsiquiátricos después de la infección por COVID-19, así como investigar los mecanismos neurobiológicos que podrían estar involucrados.

RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/las-personas-que-tuvieron-covid-19-podrian-presentar-sintomas-psiquiatricos-incluso-un-ano-despues/