Misokinesia: qué es, características, síntomas, causas y cómo gestionarla. POR: Nahum Montagud Rubio
Eres de los que le molesta mucho tener sentado al lado a alguien que no para de mover las piernas? ¿Te pone nervioso el sonido que hace esa persona que no para de crujirse los dedos? ¿Y el tamborileo que hace con las manos? Esta sensación tiene nombre: misokinesia.
La misokinesia es un fenómeno psicológico que, si bien no se considera un trastorno mental ni mucho menos, es una condición bastante molesta, capaz incluso de alejarnos de alguien cuyo nerviosismo corporal se nos hace insoportable.
Este fenómeno psicológico se vive de muchas maneras y, aunque en principio no es preocupante, puede llegar a ser un obstáculo para nuestra vida social. Descubramos el porqué…
¿Qué es la misokinesia?
La misokinesia es una alteración psicológica que suele venir acompañada con malestar e incomodidad al ver y escuchar a alguien que no para de hacer pequeños movimientos corporales repetitivos.
Por ejemplo, una persona con esta condición psicológica se sentiría muy a disgusto al tener cerca a alguien que no para de hacer sonidos con los dedos, clica con el boli una y otra vez, hace temblar las piernas mientras está sentada o no para de balancearse en su silla.
Esta palabra es relativamente nueva, pero el fenómeno psicológico detrás de ella ya se sospechaba desde hacía un tiempo. Prueba de ello lo tenemos en una investigación neerlandesa del 2014, realizada por la Universidad de Ámsterdam en la que ya se anticipó la existencia de la misokinesia.
En su estudio, el grupo investigador de Arjan Schröder abordaba la misofonía, es decir, la irritabilidad de escuchar sonidos como el goteo de un grifo, oír a alguien masticar, el sonido de las notificaciones de un móvil.
Los investigadores vieron que buena parte de su muestra experimental no solo era propensa a sentirse incómoda ante ciertos sonidos, sino que además tenía otra reacción extrema: la incomodidad de ver y escuchar determinados movimientos corporales.
Fue justo a partir de este hallazgo que con el paso del tiempo otro grupo investigador, el de la científica Sumeet Jaswal (Universidad de la Columbia Británica) propondría el nombre de “misokinesia” del griego “miso”, que significa “odio”, y “kinesis”, que significa “movimiento”.
Tal y como la conceptualiza el grupo de Jaswal, la misokinesia se puede definir como una fuerte respuesta afectiva o emocional negativa ante la visión de movimientos corporales pequeños y repetitivos de los demás, como puede ser ver a alguien moviendo sin sentido una mano o un pie. A pesar de tratarse de movimientos nimios y que no suponen daño para el receptor, producen la angustia suficiente como para no querer estar cerca de quien los lleva a cabo.
Síntomas
La misokinesia no es un trastorno mental ni tampoco una condición lo suficientemente grave por sí sola como para requerir ayuda profesional urgente. Dado que su conceptualización es relativamente reciente, a día de hoy todavía se está estudiando y definiendo cuáles son los síntomas característicos de este fenómeno.
Prueba de ello es el estudio de Sumeet Jaswal que ha pretendido clarificar y entender con mayor profundidad este fenómeno. Su estudio afirma que este fenómeno puede llegar a afectar a cerca del 33% de la población, un porcentaje sumamente elevado. Algunos de los síntomas que puede manifestar una persona con misokinesia son:
- Irritabilidad e incluso sensación de enfado cuando alguien hace movimientos corporales repetitivos.
- Sentir ansiedad cuando alguien cierra y abre un bolígrafo, aprieta con la mano una pelota antiestrés, se cruje los dedos o los tamborilea sobre una superficie.
- Alejarse de personas que hacen movimientos repetitivos.
Cabe decir que cada persona es diferente y también lo es la forma en cómo le afecta la misokinesia. Hay diferentes grados de esta condición, y también se manifiesta de formas muy variadas en cuanto al estímulo que le resulta molesto a quien tiene este síndrome. Lo que tienen en común la mayoría de las personas que tienen este peculiar fenómeno es que sienten ansiedad e incomodidad ante los movimientos ajenos, pudiendo soportarlos o no en mayor o menor medida.
Hay casos que son graves, en tanto que hay personas que son incapaces de trabajar o quedar con gente que sabe que es especialmente nerviosa o que mueve las piernas o las manos de forma compulsiva. Estar al lado de alguien con muchos tics nerviosos puede ser un calvario para una persona que tiene misokinesia, llegándola a distraer mucho cuando la persona en cuestión ejecuta movimientos repetitivos sin parar.
Cuál es su causa?
Dado que es un concepto relativamente reciente, todavía no se disponen de datos suficientes que apunten a cuál es la causa exacta detrás de la misokinesia. No obstante, dada su posible relación con la misofonía, condición de la que sí se sabe cuál es su causa. Se ha visto que la fobia a ciertos sonidos como, por ejemplo, escuchar a otros masticar o incluso respirar, tiene un origen cerebral.
Las investigaciones sobre la misofonía han detectado que las personas que sufren esta condición presentan una alteración en la corteza insular anterior, región que se hiperactiva cuando se exponen a determinados sonidos. Esta es una región que activa emociones intensas, como el miedo o la ira, además de estar asociada con la sensación de estrés, el incremento de la sudoración y la frecuencia del latido cardíaco. Dada la potencial relación entre misofonía y misokinesia, es esperable que esta misma región se hiperactive en personas con esta segunda condición.
Añadido a esto, se ha especulado que también podrían estar implicadas las neuronas espejo. Estas neuronas se activan cuando vemos a alguien hacer algo, replicándolo en nuestro cerebro e imaginándnonos que nosotros mismos también llevamos a cabo la misma acción. Con la misokinesia lo que sucedería es que, el simple hecho de ver a alguien con un tic nervioso, se nos activarían las neuronas espejo y viviríamos ese nerviosismo en nuestras propias carnes, solo que a niveles muy superiores.
¿Cómo gestionar este molesto fenómeno psicológico?
La misokinesia es un fenómeno que se ha descubierto hace poco, pero que se cree que tiene una gran incidencia en la población y por ello es cuestión de tiempo que se aborden en profundidad y se descubra cómo puede gestionarse este fenómeno psicológico. Como este problema afecta a cada persona de una manera diferente, cada una puede desarrollar y manejar estrategias muy distintas para enfrentarse (o evitar) las situaciones que hace que su misokinesia salga a la luz.
Como hemos comentado antes no se considera un trastorno mental ni algo lo suficientemente grave por sí solo como para necesitar ayuda profesional.
No obstante, si sentirse incómodo ante los movimientos repetitivos de otras personas supone un grado de afectación elevado en la vida social, laboral, académica y familiar sí que sería recomendable acudir a un psicólogo para aprender técnicas de gestión de la ansiedad y aprender a dejar de fijarse en los tics de los demás.
Igualmente, podemos poner en práctica técnicas de relajación y respiración profunda para reducir los síntomas de ansiedad. También se puede usar la técnica de la visualización, que consiste en crear una imagen mental alternativa mientras alguien en la vida real está ejecutando movimientos que nos resultan incómodos. Podemos intentar poner en práctica la asertividad, pidiéndole a aquella persona que hace los movimientos repetitivos que, por favor, los deje de hacer, aunque puede darse el caso de que no siempre sea posible…
RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/clinica/misokinesia
Mitos sobre el suicidio que deberías conocer. POR: ELENA SANZ
Las cifras sobre suicidio son alarmantes. Cada año cerca de 800.000 personas se quitan la vida y muchas más tratan de hacerlo. Es la segunda causa de muerte entre la población joven y se estima que, cada 40 segundos, una persona en el mundo se suicida. Para poder combatir este grave problema de salud pública que devasta familias enteras, necesitamos información. Por ello, hoy desmontaremos algunos de los más frecuentes mitos sobre el suicidio.
Aún a día de hoy este tema se sigue considerando tabú y se encuentra rodeado de estigma. La ocultación que se produce hace que quienes se plantean quitarse la vida se encuentren aún más solos ante su terrible situación.
Además, el desconocimiento lleva a las personas a actuar de manera contraproducente, a pesar de su intención de ayudar. Por tanto, es hora de desmantelar las ideas erróneas que mantenemos sobre el suicidio.
Algunos mitos sobre el suicidio
Hablar sobre el suicido lo hace más probable
De manera contraria a lo que muchas personas piensan, hablar con una persona sobre sus intenciones suicidas no aumenta el riesgo de que cometa tal acción. Por el contrario, puede ayudar a tomar medidas preventivas.
Preguntar directamente facilita que el otro pueda compartir sus vivencias internas y se genera una catarsis que produce alivio. Al encontrar escucha, disminuye el sentimiento de soledad y aislamiento.
Por tanto, si tienes sospechas de que alguno de tus seres queridos se encuentra en esta circunstancia, no evadas el tema.
Quien de verdad va a suicidarse no habla de ello
Esta creencia es totalmente falsa. No es cierto que quien habla de suicidio realmente no piense en llevarlo a cabo, que lo haga no es necesariamente una medida instrumental para captar nuestra atención.
En realidad, de cada 10 personas que se suicidan, ocho hablan de sus intenciones. Por ello, hemos de tomarnos en serio las comunicaciones de esta índole.
La persona suicida tiene claro que quiere morir
Lo cierto es que la mayoría de ellas se encuentran indecisas entre vivir o morir. Es frecuente que dejen indicios sobre sus planes, colocando en otros la decisión final en función de si logran salvarlos.
Muchos de ellos dejan cartas o realizan otro tipo de conductas alarmantes como elaborar un testamento, vender sus pertenencias o “despedirse” de sus seres queridos.
Más mitos sobre el suicidio
Quien se intenta suicidar una vez, repetirá el intento hasta lograrlo
Esto no es cierto. Son muchos quienes, después de un intento frustrado, desean vivir. La ideación suicida no es permanente.
Cuando la persona empieza a mejorar, ya no hay riesgo
Paradójicamente una gran parte de los suicidios ocurren en los dos meses posteriores a “haber tocado fondo”, cuando incluso parece que la persona empieza a mejorar.
Esto es así porque en este momento la persona se encuentra con la energía que antes no poseía. Por ello es muy importante mantenernos alerta en lugar de bajar la guardia.
Todos los suicidas son enfermos mentales
Es cierto que la relación entre determinados trastornos psiquiátricos y el suicidio está bien establecida. Pero muchas otras veces el suicidio se produce de forma impulsiva tras un momento de crisis.
Cuando la persona se enfrenta a grandes problemas financieros, sentimentales, enfermedades graves o pérdidas de seres queridos, puede sentirse incapaz de hacer frente a la situación.
Se produce un desequilibrio entre la demanda del medio y los recursos personales de afrontamiento. Ante la incapacidad percibida, el suicidio parece la única salida. Entonces, eliminemos el estigma y hagámonos conscientes de que nadie está totalmente libre de riesgo.
RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/mitos-sobre-el-suicidio-que-deberias-conocer/?fbclid=IwAR3bNNeo2ccIFGs_7m4ImF_78gXG0J-RZUxnJhfvCDe86EM3jNUTY_DdmTI
Ansiedad social: hojas de registro para consultantes. POR: DAVID APARICIO
El trastorno de ansiedad social, anteriormente conocido como fobia social, se caracteriza por una ansiedad abrumadora y una autoconciencia excesiva en situaciones sociales cotidianas. Las personas con trastorno de ansiedad social tienen un miedo persistente, intenso y crónico de ser observadas y juzgadas por otros y de sentirse avergonzadas o humilladas por sus propias acciones. Su miedo puede ser tan severo que interfiere con el trabajo, la escuela u otras actividades. Si bien muchas personas con trastorno de ansiedad social reconocen que su miedo a estar cerca de personas puede ser excesivo o irrazonable, no pueden superarlo. A menudo se preocupan durante días o semanas ante una situación temida. Además, a menudo experimentan baja autoestima y depresión.
Para desarrollar un tratamiento exitoso y facilitar el trabajo de los psicoterapeutas hemos traducido y adaptado las hojas de trabajo para consultantes con ansiedad social desarrolladas por Debra A. Hope, Richard G. Heinberg y Cynthia L. Turk en el libro Managing Social Anxiety, Workbook: A Cognitive-Behavioral Therapy Approach (3 edn). Las hojas de trabajo están planeadas para que los consultantes diagnosticados con ansiedad social puedan poner en práctica los conceptos y principios aprendidos durante el proceso terapéutico. Por lo tanto, es importante que el terapeuta esté familiarizado con los principios de los tratamientos basados en evidencia para esta problemática y tenga una clara conceptualización del caso.
RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/ansiedad-social-hojas-de-registro-para-consultantes/