Distimia: ¿cómo diferenciarla de la depresión? Por: Elizabeth Rodriguez

Los trastornos depresivos se han visto incrementados tras la pandemia del virus COVID-19, incluso en niños y adolescentes.

Comúnmente asociamos la tristeza a la depresión, pero cabe diferenciar entre los estados de tristeza que todos podemos experimentar como adaptativos y los diferentes trastornos depresivos que pueden darse. Es importante visibilizar y conocer esta problemática tan frecuente, ya que nos permite identificar los síntomas y pedir ayuda profesional cuando se requiere.

La distimia o trastorno depresivo persistente es un trastorno depresivo poco conocido, pero muy prevalente en la sociedad. Al ser de sintomatología menos intensa que la depresión mayor, cuesta más detectarla por parte del entorno o la propia persona, pudiendo llegar a evolucionar durante años sin recibir ayuda profesional.

No obstante, la distimia tiene un impacto negativo en la calidad de vida de las personas generando problemas de salud, en las relaciones sociales y en el trabajo.

¿Qué es realmente la distimia?

El trastorno depresivo persistente (distimia) es un trastorno de curso crónico e intensidad menor que la depresión mayor. Consiste en un estado de ánimo deprimido la mayor parte de los días durante al menos dos años, acompañado de alteraciones del sueño, poca energía, baja autoestima, falta de concentración, dificultades para tomar decisiones y/o sentimientos de desesperanza.

La distimia suele tener una edad de inicio anterior a la depresión mayor, empezando muchas veces en la adolescencia o juventud de forma insidiosa, siendo este hecho indicador de un curso más crónico. En relación a las diferencias de género, la prevalencia es mayor en mujeres.

¿Cómo saber si tengo distimia?

Los síntomas propios de la distimia pueden variar a lo largo de los años en aparición e intensidad. Suelen generar malestar y afectar al adecuado desempeño de las actividades diarias. Entre los más frecuentes se encuentran los siguientes:

  • Pérdida de interés en las actividades diarias
  • Sensación de vacío o tristeza
  • Desesperanza
  • Falta de energía
  • Baja autoestima, autocrítica, sentimientos de inutilidad y culpabilidad
  • Dificultades en la concentración y en la toma de decisiones
  • Disminución de la actividad y la productividad
  • Irritabilidad
  • Aislamiento social
  • Alteraciones en los hábitos alimentarios
  • Alteraciones en el sueño

Para poder ser diagnosticado de trastorno depresivo persistente los síntomas mencionados tienen que persistir al menos dos años en adultos o un año en adolescentes y población infantil. En esta última, los síntomas de la distimia pueden incluir estado de ánimo deprimido e irritabilidad.

Síntomas de la distimia

¿Puede afectar la distimia al funcionamiento social?

A pesar de no ser un síntoma central de los trastornos depresivos, tanto el funcionamiento social como la capacidad de mantener y disfrutar de las relaciones se ven comprometidos con los síntomas propios de la distimia. Los más destacados son la anhedonia, la falta de motivación y la pérdida de interés. Por ello, es frecuente que las personas con trastorno depresivo persistente tengan relaciones íntimas más pobres e interacciones sociales menos satisfactorias.

Las principales alteraciones en el funcionamiento social se derivan de la reducción del deseo de comunicarse, el aumento de la sensibilidad al rechazo o evaluación negativa, los problemas en la identificación emocional y la capacidad reducida de encontrar soluciones efectivas a los problemas interpersonales.

Las dificultades en las relaciones interpersonales pueden contribuir a mantener el trastorno y son uno de los principales focos de la terapia.

¿La distimia puede darse junto a otros trastornos mentales?

La literatura constata que la comorbilidad en este trastorno es habitual, especialmente con el trastorno depresivo mayor y otros trastornos de ansiedad, así como también con trastorno por abuso de sustancias.

Dentro de los trastornos de ansiedad, el trastorno de ansiedad social y el trastorno de ansiedad generalizada han resultado ser los que más habitualmente se asocian a la distimia. Adicionalmente, se estima que el 10% de las personas con distimia acaban desarrollando una depresión mayor.

¿Y cuáles son las causas?

La etiología del trastorno aún no es clara, pero se ha estudiado su carácter multifactorial, es decir, que la distimia se puede derivar de la interacción de factores biológicos, sociales y psicológicos. A nivel biológico se han observado afectaciones en estructuras cerebrales como la amígdala, el hipocampo, la corteza prefrontal y la corteza cingulada anterior; así como el eje hipotálamo-pituitario-adrenal y el sistema noradrenérgico.

A nivel psicosocial se ha visto que la vivencia de acontecimientos estresantes durante la infancia o la juventud pueden predisponer a la distimia. A nivel sociofamiliar se ha asociado la distimia al hecho de estar sin pareja y/o la pérdida o separación de los padres en la infancia.

Los factores de vulnerabilidad que se han observado son: historia de depresión en familiares de primer grado, trastorno por uso de sustancias y trastorno de la personalidad antisocial.

¿Cómo se trabaja en terapia?

El tratamiento para la distimia es similar al de la depresión mayor, siendo la terapia cognitivo-conductual el tratamiento de elección para la distimia con sintomatología leve.

Para episodios moderados y graves, se recomienda la combinación de la terapia cognitivo-conductual con el tratamiento farmacológico. La intervención psicoterapéutica tiene como objetivos principales los siguientes:

  • La mejora del estado de ánimo, reduciendo síntomas como la anhedonia, la incapacidad para experimentar o percibir eventos positivos y la desesperanza, entre otros.
  • La activación conductual, estableciendo una serie de actividades con la intención de recuperar los ámbitos placenteros de la vida.
  • La identificación de creencias y conductas disfuncionales y el posterior reemplazo por otras más adaptativas.
  • La gestión del estrés y el aprendizaje de estrategias de afrontamiento adecuadas para la adaptación a otras crisis o dificultades.
  • El entrenamiento de habilidades sociales y de comunicación para el desarrollo de interacciones sociales satisfactorias que reduzcan el aislamiento.
  • La resolución eficaz y funcional de problemas y la toma de decisiones.

Autora: Carla Carulla, psicóloga infantojuvenil en Elisabet Rodríguez Psicologia i Psicopedagogia.

Recuperado de: https://psicologiaymente.com/clinica/distimia-diferenciarla-depresion

La Teoría de Manejo del Terror: qué es y cómo explica el miedo a la muerte. Escrito por Luis Martínez-Casasola Hernández

El ser humano puede experimentar miedos a diferentes elementos, y uno de los más recurrentes es el de la muerte.

Existen diferentes teorías para tratar de explicar los mecanismos psicológicos que están detrás de esta reacción. Una de las más novedosas es la teoría de manejo del terror. Vamos a profundizar en este modelo para así entender mejor su explicación hacia este fenómeno.

¿Que es la teoría del manejo del terror?

La teoría de manejo del terror es un modelo creado para tratar de dar respuesta al malestar psicológico que el pensamiento sobre el fin de la vida provoca en muchas personas.

El fundamento de esta teoría es la relación conflictiva que se da entre dos partes. Por un lado, el instinto natural de conservación que tiene tanto el ser humano como otros animales.

Por el otro, la percepción consciente de que somos mortales y por lo tanto en algún momento la vida terminará. No solo eso, sino que generalmente no podemos saber cuándo va a ocurrir, lo que aumenta ese malestar. Se combinan, por lo tanto, dos condiciones acerca de la muerte: que es inevitable y que además no se puede predecir el momento en el que llegará.

Según la teoría de manejo del terror, esta situación genera en muchos sujetos un intenso miedo, que ha de ser manejado de alguna manera. Una de las vías para ello es sencillamente la evasión mental, que se traduciría en ocupar la mente con otros asuntos que resulten de más agrado para la persona.

Pero existe otra vía de escape muy extendida entre gran parte de la población, que son construcciones culturales, frecuentemente basadas en creencias religiosas, que anticipan una vida inmortal tras la vida terrenal. Se trata de una medida que alivia la ansiedad provocada por el miedo a morir, pues se tiene la esperanza de que, de alguna manera, ese no sea el punto y final de la vida.

Sin embargo, la teoría de manejo del terror nos explica que el de la religión es solo uno de los mecanismos que las personas pueden utilizar para rebajar ese pánico que supone la perspectiva de morir en algún momento. Existen otros constructos culturales cuyo efecto a nivel psicológico va en la misma dirección que la idea de una vida después de la muerte.

Estos elementos estarían relacionados con la idea de trascender de alguna manera, no como un ser inmortal, sino formando parte de algo mayor, ya sea a una familia, a una nación, a una organización o simplemente a la especie humana. Se trataría, por lo tanto, de una inmortalidad simbólica, basada en el hecho de ser partícipe en algún acto o idea que pueda recordarse históricamente.

El origen de esta teoría psicológica

Tan importante como conocer en qué consiste la teoría de manejo del terror, es conocer su origen. Esta propuesta, que se encuadra dentro de las áreas social y evolucionista de la psicología, es producto de un trabajo de los autores Jeff Greenberg, Sheldon Solomon y Tom Pyszczynski. Originalmente, estos psicólogos pusieron la idea de manifiesto en el libro titulado The Worm at the Core: On the Role of Death in Life, publicado en el año 2015.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la idea en torno a cual gira la teoría de manejo del terror no es nueva, ni mucho menos. Una de las obras más recientes de las que dicho modelo estaría bebiendo, es la de La negación de la muerte, del antropólogo estadounidense, Ernest Becker.

Becker afirma que, en realidad, la gran parte de las conductas que cualquier persona realiza a lo largo de su vida tienen como fin último, bien el tratar de aplazar una muerte que, en realidad, es inevitable, o bien el evadirse para no tener dicho pensamiento, que genera ansiedad y miedo, en la cabeza.

Es precisamente ese miedo a morir, tal y como posteriormente recoge la teoría de manejo del terror, lo que impulsa a los seres humanos a tratar de darle un significado, no solo a la muerte, sino a la vida. Esa ansiedad provoca, por ejemplo, la aparición de esas ideas religiosas, pero también leyes, símbolos y otros elementos culturales, todos encaminados a tratar de rebajar el pánico a la idea de la inexistencia tras la muerte.https://addc352c941c5027e3da13171d70e3b6.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html

Todos esos conceptos funcionan a nivel colectivo, pero no hay que olvidar otro de los elementos fundamentales, que tanto para Becker como para la teoría de manejo del terror funciona, en este caso, a nivel individual, para aplacar el miedo a morir, y no es otro que la propia autoestima de cada persona.

En ese sentido, una buena autoestima ayudaría a disipar la sensación de ansiedad que la muerte puede provocarnos. Por ello, alguien con una alta autoestima, probablemente tendrá más recursos para afrontar la idea del miedo a morir que una persona con baja autoestima. Para Becker, de hecho, la autoestima es un sinónimo de heroísmo.

En definitiva, para el autor Ernest Becker, la muerte, y más concretamente el miedo ante la misma, es el motor que mueve los comportamientos del ser humano, siendo por lo tanto su principal motivación para actuar.

La teoría de manejo del terror y la evolución

Otra cuestión interesante que se ha analizado en la teoría de manejo del terror es la relación que existe entre el miedo a la muerte y el desarrollo evolutivo de nuestra especie. Podríamos preguntarnos si esta ansiedad ante la mortalidad es de algún modo adaptativa. Lo cierto es que el miedo ante cualquier estímulo potencialmente aversivo es, de hecho, una forma de adaptación.

Y es que, evitar los elementos que puedan dañarnos de una u otra manera, es una manera de aumentar las probabilidades de supervivencia. Pero el miedo a la muerte no encaja exactamente en este concepto, pues es evidente que, por mucho que temamos a la muerte, en última instancia jamás podremos evitarla.

Por lo tanto, según nos explica la teoría de manejo del terror, no parecería que este temor fuera una forma de adaptación sino más bien un efecto producido al llegar a un nivel de racionalidad en el que somos conscientes de lo inevitable del fin de la vida. En ese sentido, el propio aumento a nivel racional sería el elemento adaptativo, y el miedo a la muerte una consecuencia del mismo.

Ante este nuevo miedo, que no está presente en especies menos evolucionadas, el ser humano ha creado toda esa serie de mecanismos y constructos culturales, que ya hemos visto, para así tratar de aplacarlo. Por ello, podríamos decir que tanto el miedo a la muerte como los elementos creados para luchar contra él, tienen un mismo origen, que sería ese nivel de raciocinio único en nuestra especie.

El simple acto de enterrar a los muertos, podría tener un origen pragmático, por el hecho de evitar enfermedades o la atracción de animales carroñeros. Pero existen evidencias de que, tanto nuestra especie como la de los extintos neandertales, veían en estos ritos una forma de preparar al difunto para una vida extraterrenal, ya que situaban alimentos y otros elementos junto a los restos mortales.

Críticas

Sin embargo, no todos los autores están de acuerdo con el planteamiento que hace la teoría de manejo del terror. Algunos de estos críticos alegan que la conducta del ser humano se adapta para evitar las situaciones concretas que potencialmente pueden causar la muerte, por lo que la adaptación sería a cada uno de esos escenarios en particular, y no sería una generalidad en la que las personas se alejan de la muerte de manera inconsciente.

Otra de las críticas realizadas a este modelo consisten en la generalización que la teoría de manejo del terror hace acerca del miedo a la muerte como el mayor miedo, o el más general en la mayoría de los seres humanos. Estos autores alegan que en diferentes estudios, muchos participantes han elegido diversas situaciones en lugar de la muerte, como su mayor temor.

Algunos investigadores han propuesto como alternativa a este modelo, la idea de que en realidad no se teme a la muerte, sino que es la incertidumbre generada ante la misma, lo que estaría provocando la ansiedad en muchas de las personas. En ese sentido, alegan que la incertidumbre normalmente solo se tolera cuando existe un contexto que la atenúa, como puede ser un regalo envuelto, recibido por una festividad.

Sin embargo, cuando esta incertidumbre tiene un contexto que no invita a pensar en lo agradable del mismo, no será algo que la persona, por lo general, vaya a tolerar adecuadamente. Estas son algunas de las críticas que la teoría de manejo del terror ha recibido.

Referencias bibliográficas:

  • Becker, E. (1997). The denial of death. Free Press Paperbacks.
  • Greenberg, J., Pyszczynski, T., Solomon, S. (1986). The causes and consequences of a need for self-esteem: A terror management theory. Public self and private self. Springer.
  • Greenberg, J., Arndt, J. (2011). Terror management theory. Handbook of theories of social psychology.
  • Solomon, S., Greenberg, J., Pyszczynski, T. (2004). The cultural animal: Twenty years of terror management theory and research. Handbook of Experimental Existential Psychology. Guilford Press.
  • Solomon, S., Greenberg, J., Pyszczynski, T. (2015). The worm at the core: On the role of death in life. Random House.

Recuperado de: https://psicologiaymente.com/psicologia/teoria-manejo-terror

Té verde o café: ¿cuál es el mejor para la salud? Escrito por P. Matey

Cada uno goza de las ventajas saludables de la cafeína y de sus antioxidantes, pero las personas con ansiedad, insomnio y trastornos de pánico deben considerar elegir la infusión. Lo importante es elegir según las necesidades.

Una de las dos es la bebida más consumida en el mundo después del agua. De hecho, se consumen al año 10.000 millones de kilos (1,3 por persona) de café en el mundo, y en nuestro país cada ciudadano toma 4,5 kilos. Pese a que los españoles gozan de una gran tradición cafetera, en los últimos años ha ido ganando adeptos. 

Si el debate es establecer cuál brinda más beneficios, como titula este artículo, debemos señalar que la ciencia establece que ambos son seguros, gracias a las bondades de la cafeína y los antioxidantes. Y ambos, también, están asociados con un menor riesgo de ciertas enfermedades.

Para quién el té

Sin embargo, las personas con ansiedad, insomnio y trastornos de pánicodeben considerar elegir el té verde en lugar del café debido a su menor contenido de cafeína y porque contiene L-teanina, un aminoácido que promueve un estado de alerta tranquilo. 

“El té verde se asocia con un riesgo reducido de accidente cerebrovascular y diabetes. El café, con menos mortalidad por enfermedad cardiaca”

Por el contrario, el mayor contenido de cafeína del café puede conducir más fácilmente a la dependencia de la misma en comparación con la que genera la infusión. Por otro lado, el café sería una opción más adecuada si estás buscando un mayor estado de alerta o un mejor rendimiento físico. Determinar cuál es mejor, en última instancia, se reduce a las necesidades específicas. Alimente te argumenta los pros y contras.

La droga estimulante más consumida

Sabemos que la cafeína es la ‘droga’ estimulante más ingerida en el planeta,como constata un trabajo de revisión publicado en ‘Frontiers in Psychiatry’, y se encuentra naturalmente en el café y el té. De hecho, ambos son a menudo las fuentes más predominantes de cafeína en la dieta de una persona. 

placeholder

Sin embargo, el café proporciona más de tres veces la cantidad de cafeína que el té verde. Una porción de 240 ml del primero brinda 96 mg de cafeína,mientras que la misma cantidad del segundo otorga 29 mg. 

La ciencia considera que la ingesta de 400 mg de cafeína por día es segura para los adultos. Pero el límite recomendado cae a 100 mg por día para adolescentes y 2,5 mg/kg por para niños. 

Cafeína para ambos: beneficios equiparables

La cafeína es una de las sustancias más estudiadas, debido a sus múltiples efectos beneficiosos para la salud. Estos incluyen: 

  • Aumento de los niveles de energía, estado de alerta, atención y vigilia, como demuestra un artículo de opinión de ‘Nutrition’.
  • Disminución de la fatiga física y mental.
  • Tiempos de reacción más rápidos y precisión mejorada.
  • Rendimiento mejorado de ejercicio, algo que se ha visto reflejado en unestudio de investigadores de la Universidad del Sur de Carolina (EEUU) recogido en ‘Current Sports Medicine Reports’.
  • Aumento de la memoria y estado de ánimo.

Además, la ciencia sugiere que tiene efectos protectores sobre la salud del cerebro, reduciendo el riesgo de demencia y otras enfermedades degenerativas. 

Y algunos estudios, como el llevado a cabo por científicos chinos y publicado en ‘European Journal of Nutrition’, la han relacionado con un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Cargados de antioxidantes

El té verde y el café tienen múltiples beneficios para la salud en común, incluido su alto contenido de antioxidantes y sus efectos para la pérdida de peso. Los radicales libres desempeñan numerosas funciones beneficiosas en el cuerpo. Sin embargo, en exceso provocan estrés oxidativo, un proceso dañino que puede afectar negativamente la salud al causar enfermedades y acelerar el proceso de envejecimiento, como constata un trabajo de ‘Oxidative Medicine and Cellular Longevity’. 

Afortunadamente, el café y el té verde están cargados de antioxidantes, compuestos con efectos beneficiosos contra el estrés oxidativo. Ambos son particularmente ricos en un grupo de antioxidantes llamados polifenoles. En ambas bebidas, estos son responsables de muchos de sus beneficios y su sabor. 

El galato de epigalocatequina (EGCG, por sus siglas en inglés) y el ácido clorogénico (CGA) son los polifenoles más abundantes en el té verde y el café, respectivamente. Los estudios en tubos de ensayo, animales y humanos sugieren que pueden tener potentes efectos contra el cáncer.

Por ejemplo, EGCG puede dificultar el crecimiento y la diseminación del tumor,y puede conducir a la muerte de las células tumorales. Su efecto antiinflamatorio puede ayudar a prevenir la inflamación crónica involucrada en la aparición del cáncer. Por otro lado, el CGA parece inhibir el crecimiento tumoral y promover la muerte de las células cancerosas. 

placeholder

Los estudios sugieren que el EGCG en el té verde puede tener un efecto beneficioso contra las células cancerosas en los tumores de cabeza y cuello,así como en las que ocasionan la neoplasia en pulmón, próstata, mama, colorrectal y páncreas.

Foto: Foto: iStock.

Esta es la dieta ‘perfecta’ para cuidar tu próstataPatricia Matey

Por el contrario, al CGA del café se le atribuyen beneficios contra los cánceres de hígado, endometrio y piel. Además, también puede ser bueno para la salud del corazón y el control del azúcar en sangre al regular los niveles de triglicéridos y mejorar la respuesta de sus células a la hormona insulina. 

Efectos de la pérdida de peso

El CGA del café y el EGCG del té verde, junto con la cafeína, aportan a ambas bebidas propiedades para bajar de peso. Los estudios en animales muestran que el CGA puede reducir la insulina, el colesterol y los triglicéridos en la sangre. También puede disminuir los niveles de leptina, una hormona que regula el hambre, lo que conduce a una reducción de peso y grasa visceral. Se trata de la almacenada dentro del abdomen alrededor de los órganos y que está relacionada con un mayor riesgo de enfermedad cardiaca y diabetes. 

El final resumido de la historia

La evidencia muestra que el té verde se asocia con un riesgo reducido de accidente cerebrovascular, diabetes y depresión. Mientras tanto, el café está relacionado con una disminución de la mortalidad por enfermedades cardiacas.

Recuperado de: https://www.alimente.elconfidencial.com/nutricion/2021-04-15/te-verde-cafe-cualidades-mejores_3033891/