Estilos atributivos: dime cómo explicas las cosas y te diré cómo te sientes. ESCRITO POR: Psicología Devidamente

¿Sabes qué es lo que hacemos desde en minuto uno de nacer? Aprender. Realmente aprendemos incluso antes de nacer. ¿Sabías que el desarrollo del lenguaje ya pieza ya estando en el útero?

Somos una máquina inagotable de procesamiento de la información. Continuamente procesamos lo que nos rodea. Necesitamos entenderlo para poder adaptarnos e interacciones con nuestro entorno.

Y aprendemos principalmente por asociación y por consecuencias, propias o ajenas. Dicho de otro modo, en ese aprender a explicarnos como funciona esto de vivir, continuamente estamos buscando el binomio causa-efecto. Siguiendo a Heider, las personas actuamos como “‘científicos ingenuos”. “Estudiamos” sin parar todo lo que nos rodea para tratar de entenderlo y explicarlo.

¿Qué es lo importante? ¿Qué ocurre o debería ocurrir? ¿Por qué ocurre? Sin darnos cuenta, son grandes preguntas en las que andamos a vueltas desde ese minuto uno. Y en esa tarea, y cada cual en función de sus “maestros” y del entono que le toca vivir, saca sus propias conclusiones y va creando su estilo atributivo.

¿Qué son los estilos atributivos?

Teniendo en cuenta que la atribución hace referencia a la explicación sobre la causas de que algo ocurra, ya sean causas internas o externas, con estilo atributivo nos referimos a la tendencia que cada uno tenemos a la hora de explicar lo que ocurre, en base a una causas u otras.

¿A qué tipo de causas se suele atribuir lo que ocurre? Lo que vamos a plantear en gran medida deriva de la teoría de la atribución causal de Bernard Weiner. En este sentido, organizamos las causas en base a 3 factores o dimensiones.

1. Locus de control: dónde se localiza la causa

Así, la causa puede ser Interna, es decir se debe a algo propio de la persona, o puede ser Externa.

Decir que “he aprobado porque me he esforzado y he estudiado mucho”, supone atribuir la causa a algo interno, a una cualidad , la esfuerzo. Por otra parte, si “he aprobado porque el examen era muy fácil”, supone atribuir la caso a una variable externa, en este caso, que el examen era fácil, que también podría haber sido a la suerte, buena o mala, a la conjunción de los astros…

2. Temporalidad

Este factor hace referencia a si las causas son Estables o Inestables.

Si la causa es estable, se asume que esa causa siempre estará presente y por lo tanto siempre ocurrirá lo mismo. Por el contrario, si la causa se considera inestable, lo que se está asumiendo es que lo que ha ocurrido no tiene por qué volver a ocurrir.

Por ejemplo, “seguro que sacaré igual todo los exámenes”, nos dice que lo ocurrido volverá a ocurrir, plantea una escenario estable respecto a lo ocurrido. Ante el mismo hecho, se puede establecer un escenario inestable, “esta vez lo he conseguido, pero no seré capaz para el próximo examen”

3. Elemento situacional

Con este factor se alude a las situaciones en los que la causa es válida.

De ese modo, una causa, lo ocurrido puede se Global, de manera que estará presente en todas las situaciones, o bien pues ser Específica, y por lo tanto solo únicamente se hace referencia a una situación particular.

“Estudie lo que estudie, no lo conseguiré”, deja claro que lo ocurrido, lo que ocurre será global y da igual lo que se estudie, donde se estudie, el resultado sería el mismo. “Las matemáticas creo que me cuestan especialmente, con biología me costaría menos”. Bien sea porque la biología le resulte más interesante, entretenida… el caso es que las dificultades para estudiar se centran en matemáticas

Seguro que a medida que se ha ido leyendo, ha surgido una pregunta: ¿no están relacionados los tres factores? La respuesta, como no podía ser de otro modo, es que por supuesto que están relacionados. Los estilos atributivos de una personas son congruentes en sí mismos. Cosa distinta es que sean congruentes cuando se ponen en tela de juicio.

¿Cómo nos influyen los estilos atributivos?

Desde los estudios y la teoría de Heider (Teoría de la Atribución), hasta las investigaciones de Martin Seligman que derivaron en la Teoría de la Indefensión para explicar la depresión y sus posteriores reformulaciones en 1975 (Abramson, Seligman y Teasdale), el constructor teórico de la Atribuciones ha ido cobrando la relevancia que se merece.

En concreto, la percepción de incontrolabilidad, o lo que es lo mismo, la percepción de que lo que se haga o no se haga, no tiene relación con lo que ocurre, tiene un peso importante en la estructura cognitiva presente en los trastornos del ánimo y la depresión.

Realmente es más bien la explicación que se le da a esa percepción de incontrolabilidad, la que explica la desesperanza que se relacionada con los trastornos del estado de ánimo.

Entre otras muchas teorías y autores, esas investigaciones sentaron las bases y pusieron de relieve la importancia de las atribuciones y de los estilos atributivos. Si bien no lo explican todo, si que tienen mucho que decir en trastornos como la depresión, la ansiedad…

Y tú: ¿qué estilo tienes?

Responder a esta pregunta supone cuestionarse qué teoría nos hemos construido para entender y explicar porqué ocurren las cosas y cómo “debemos” actuar.

El estilo atributivo que cada cual ha aprendido sin duda determinará que decisiones tome y como afronte su día a día. Para ayudarnos a concretar como tendemos a atribuir las causas de lo que ocurre a nuestro alrededor, es importante incorporar una nueva variable y observar cómo explicamos los éxitos o los fracasos.

Si tomamos esta tabla como referencia, ¿qué casillas marcarías ante lo positivo (un éxito) y ante negativo (un fracaso) que ocurre en tu vida?

Tabla de estilos atributivos

Aunque principalmente se ha investigado y asociado con la depresión y trastornos del estado de ánimo y con cuadros de ansiedad, conocer nuestro estilo atributivo es igualmente una herramienta útil para conocer gestionamos nuestro día a día, y en definitiva de gestión de la propia vida.

Atribuciones y estado de ánimo: ¿cómo se relaciona?

Antes de continuar, es importante destacar que no todo se puede resumir ni explicar sobre la base de los estilos atributivos, las personas somos mucho más complejas y ricas como para resumirnos en un estilo atributivo.

Sin embargo, multitud de casos y nuestra experiencia en la clínica ponen de relieve que normalmente la depresión aparece asociada a un determinado estilo atributivo como el siguiente.

Los éxitos, los hechos positivos, se tienden a explicar en base a causas externas, específicas e inestables. Es decir:

  • Causas Externas: Ocurre por algo externo a la persona. El azar, que era una “buena persona”, la prueba era fácil, le hicieron un favor, etcétera.
  • Causas Específicas: Es decir, ha ocurrido concretamente es esa situación, con ese examen, con esa persona
  • Causas Inestables: Se tiene a considerar que lo positivo no volverá a ocurrir.

Por el contrario, los hechos negativos, se atribuyen a:

  • Causas internas: Lo negativo se explica por algo interno, por alguna cualidad interna negativa.
  • Causas globales: Lo ocurrido ocurrirá con otras personas, en otras situaciones…
  • Causas estables: Ahora que se debe a algo interno, siempre será así.

Por lo tanto, es importante que prestemos atención a nuestro estilo atributivo. Si observas que tienes a responsabilizarte de lo negativo pero no de lo positivo, y a considerar que eso ocurrirá siempre y en todo lugar, es probable que la desesperanza aparezca, y desde luego, no es una buena compañera de vida.

No solemos darnos cuenta de la cantidad de información que despreciamos, y como sesgamos la manera de percibir lo que nos ocurre. Tendemos a replicar una y otra vez la forma en la que hemos aprendido a interpretar las cosas. Por eso, es importante conocer cuáles son nuestras hipótesis explicativas, nuestros estilos atributivos, y aprender a revisarlos y ponerlos en tela de juicio.

RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/psicologia/estilos-atributivos-como-te-sientes

Inteligencia emocional en la vida cotidiana. ESCRITO POR: Centro de Psicología Matía

¿Qué es la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional es la manera en la que nos enfrentamos al mundo y a nosotros mismos, la mejor forma de conocernos y conocer nuestro entorno. Es un conjunto de habilidades que hacen que la persona se relacione mejor o peor con los demás y consigo mismo. La importancia de manejar las emociones es la base de la inteligencia emocional si podemos comprenderlas, podemos también modificarlas e incluso anticiparnos a ellas.

Por ejemplo, sabiendo reconocer la emoción, gestionándola a tiempo, estamos capacitados para detener estados de depresión, ansiedad, enfado, frustración… Al ser capaces de reconocer las emociones y de comprenderlas, seremos capaces de controlarlas en nosotros y en las personas que nos rodean en nuestro ambiente personal y laboral, con lo que además, se puede convertir en una excelente herramienta para ayudar a los demás.

Numerosos estudios demuestran que la inteligencia emocional está directamente relacionada con él éxito y la sensación de bienestar. Las personas con una inteligencia emocional muy desarrollada se adaptan fácilmente a su entorno, aprenden deprisa y saben trabajar muy bien en equipo, por lo que son personas con grandes habilidades sociales, muy motivadas, creativas, seguras, con una buena autoestima. Afrontan muy bien las críticas y saben cómo y cuándo decir un “no” oportuno y necesario, de manera asertiva.

Muchos son los beneficios de desarrollar esta capacidad, y por ello es importarte empezar a entrenarla desde pequeños. Esto nos ayudara a mejorar la concentración y la capacidad de aprendizaje, a conocernos a nosotros mismos mejor y a desarrollar una gran empatía con los demás, por lo que nuestras relaciones sociales serán mas satisfactorias y estaremos más motivados en general. Por supuesto, es una gran ayuda frente a los cambios, ya que el hecho de tener más inteligencia emocional marcara la diferencia de ser más o menos resiliente ante una adversidad.

Como es algo que afecta directamente a nuestra vida y a nuestro bienestar, incluso a nuestra salud mental, no le damos la importancia que merece, pero quizás hay que prestarle incluso más atención que otras cuestiones como aprender idiomas, practicar deporte o estudiar, ya que resulta ser la base para todo.

Cómo entrenar la inteligencia emocional

La inteligencia emocional puede ser algo innato de la persona, pero también es algo que se puede entrenar desde pequeños o ya de adultos a través de diferentes técnicas y estrategias.

Es más fácil entrenar cuando somos pequeños, ya que en esta etapa contamos con una mayor capacidad de aprendizaje y con una mente mucho más abierta. Somos mas flexibles psicológicamente.

Con el entrenamiento en inteligencia emocional puedes ayudar a los pequeños a superar las típicas rabietas, tolerando mejor los fracasos y las frustraciones, acostumbrarles a que se centren en la búsqueda de soluciones, en lugar de bloquearse ante un problema; a luchar contra los miedos, enseñándoles a manejar sus emociones, primero detectándolas, comprendiéndolas y luego buscando un remedio mediante juegos.

Para ellos será un juego divertido, que según crezcan les irá ayudando a autocontrolarse, relajarse, a prestar más atención y a conseguir sus objetivos, tanto en la vida, como en el mundo laboral.

Lo primero es identificar la emoción en nosotros o en otras personas. Somos seres emocionales desde que nacemos, y por eso es importante saber reconocerlas. Es importante también saber conectar con esas emociones, no rechazarlas, no reprimirlas, pues si las reprimimos se manifestarán a lo largo de nuestras vidas. En cuanto reconozcas una emoción es importante que la aceptes, pues las emociones no son ni buenas ni malas, son adaptativas y son automáticas ante un estimulo que acontece.

Cada emoción prepara a nuestro organismo para una clase distinta de respuesta. Por ejemplo, con la ira el ritmo cardiaco aumenta y se dispara la adrenalina, para aumentar la energía disponible; así el cuerpo esta preparado para una acción vigorosa. Sin embargo, con el miedo la sangre se va hacia las piernas para poder huir y tu cuerpo empieza a desarrollar una alerta general. A veces puede ser una emoción confusa o fruto de varias emociones, pero debes reconocer la emoción principal en cada escenario. Por ejemplo; ¿es rabia o angustia? A veces parecemos enfadados y lo que estamos realmente es preocupado o angustiados. La emoción es inmediata, es instantánea.

Sé consciente de las implicaciones negativas de las emociones que sientas. ¿En qué te perjudica sentirte así? Averigua la causa, ¿cuál fue la situación detonante que te hace sentir así?

Tener conciencia de uno mismo, conocer las emociones y manejarlas, reconocer en los demás sus emociones; la empatia y asi manejar mejor las relaciones. Pregunta, interésate por lo que le ocurre. Siempre hay una razón para todo, practica la empatía.

Encuentra la razón de esa conducta en los demás o en ti mismo/a. Desconecta al menos unas horas. Tecnológicamente, socialmente y laboralmente. Intenta dejar tu mente en blanco y relajarte. Dedícate a ti. Tomar decisiones o buscar soluciones para evitar las situaciones que generan esa emoción.

Estudiar la estrategia de cómo hacerlo, también puede ser un pensamiento positivo. Aprende a decir que no de forma positiva añadiendo una alternativa amable. Puedes rechazar cualquier propuesta, sin herir las emociones de otra persona. Mantén la distancia con las personas que te generan una influencia negativa, sino puedes ayudarlas, aléjate. Entrenar desde hoy tus habilidades emocionales con un entrenamiento en inteligencia emocional es básico para los tiempos que vivimos.

RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/psicologia/inteligencia-emocional-vida-cotidiana

El valor de las emociones. ESCRITO POR Lara Tormo

¿Cuál es el valor de las emociones?

Las emociones son respuestas que tenemos ante eventos, pero precedidas por cogniciones que pueden ser más o menos conscientes. Por tanto, las emociones tienen, en cierto sentido, una dimensión cognitiva, puesto que implican pensamientos, creencias, juicios y evaluaciones.

Estas son fundamentales, porque sin ellas no podríamos recordar, aprender ni tener relaciones sociales… Su función era muy adaptativa y útil para nuestros ancestros porque si venía un animal depredador, sentían miedo y salían corriendo.

Pero, a día de hoy… tenemos que saber qué hacer con nuestras emociones en cada situación porque, por ejemplo, no podemos salir corriendo si nos da miedo que nuestro jefe nos eche de nuestro puesto de trabajo. Y, además, vivimos en un mundo tan rápido que no tenemos el tiempo ni el espacio para darle a las emociones y atenderlas…. Es entonces cuando se perpetúan, se vuelven crónicas y aparece el sufrimiento.

Estas desarrollan expresiones fisiológicas y van acompañadas de reacciones de placer o dolor según la valencia que se le dé en relación al afrontamiento que se haga. Y por ello, dependiendo de cómo surja todo lo anterior, finalmente las emociones inducen a realizar determinadas acciones; dependiendo de cómo nos las tomemos y gestionemos.

¿Buenas o malas? Los juicios

Normalmente siempre hemos asociado determinadas emociones a aspectos negativos y otras, a aspectos positivos. Pero realmente lo hemos realizado así por la manera en la que valoramos esas emociones o las gestionamos. No nos enseñan cómo gestionar la ansiedad o la tristeza cuando realmente son igual de valiosas que la alegría y la sorpresa.

Normalmente nos angustiamos cuando sentimos “emociones negativas” por el hecho de no saber darles espacio… Simplemente intentamos evitarlas y no entrar en ellas; es entonces cuando se hacen más grandes, más intensas…

Normalmente nos resistimos a sentir ciertas emociones porque tenemos ciertas ideas preconcebidas sobre nosotros mismos pero que son idealizadas y no reales. Esta manera de afrontar las emociones, fomenta la seguridad a corto plazo, pero a la larga puede causar deterioro, inmovilidad y frustración.

Emociones básicas

Aunque el universo emocional de los humanos es amplio y complejo (se ha escrito mucho sobre ello en los últimos años en campos como la psicología o la medicina) vamos a centrarnos en cuatro emociones básicas y universales relacionadas con el estrés: el miedo, la rabia, la tristeza y la alegría. A continuación resumimos sus manifestaciones, expresión, utilidad, limitaciones, enfoque temporal y distorsiones.

  • Miedo: nos ayuda a discernir peligros, huir de peligros, proteger a seres queridos, planificar y prepararse y precaución.
  • Rabia: defender a tus seres queridos y a los derechos, establecer límites, afrontar peligros y enemigos, competitividad, superarse y arriesgarse.
  • Tristeza: asumir pérdidas, curar heridas psicológicas, pedir ayuda y dar ayuda, reflexionar, y aprender de los errores.
  • Alegría: nutrir, crecer, desarrollar, crear vínculos sociales, creatividad, participar, innovar, descubrir, motivar y esforzarse.

¿Qué hacer con las emociones?

Para la gestión emocional es esencial, en un primer lugar, trabajarnos los prejuicios que tenemos ante ciertas emociones. Porque si nos anclamos en el pensamiento y en la autoexigencia de que no podemos sentir ciertas emociones, no podremos avanzar.

Muchas veces nos anclamos y bloqueamos con ciertas emociones porque queremos encontrar motivos de por qué nos aparece, desde un lugar de enfado. Y esto tiene que ver con el sentido de identidad porque tenemos unas ideas preconcebidas de nosotros mismas y, por ejemplo … si un día aparece la ansiedad en una persona que se cree fuerte, no se permitirá sentirla.

Detrás de cada emoción hay un mensaje. Las emociones aparecen como reacción de lo que estamos viviendo, por ello… hay que prestar especial atención a estos procesos y atender a lo que nos ocurre por dentro. Preguntarnos qué nos quiere decir dicha emoción, por qué nos está apareciendo en ese momento.

Solo desde aquí es desde donde podemos transformar las emociones hacia un lugar donde se pueden entender mejor las cosas. Porque las emociones son vehículos excelentes hacia el cambio. Nos ayudan a crecer y tener mejores ideas de quienes somos. Cuando nos responsabilizamos de ellas, aunque haya cierto riesgo a corto plazo… a largo plazo se dará la rosperidad, resiliencia, salud y el bienestar.

Pero esto comentado anteriormente solo se podrá llevar a cabo cuando sepamos realizar una buena gestión de las emociones, confiando así en nuestros recursos para atravesar la incomodidad de este proceso. Porque las crisis y el sufrimiento (en condiciones de seguirdad), pueden hacer transofrmar el dolor en resiliencia, salud y bienestar.

Estrategias para la gestión emocional

El paso principal para poder llevar una buena gestión emocional es no reaccionar, sino responder con consciencia y calma ante ellas. Por ello son necesarios los siguientes pasos:

1. Crear una pausa entre estimulo y respuesta

Esto ayuda a no reaccionar de manera impulsiva, sino hacer este proceso con más calma y pausa… para poder decidir libremente cómo y con qué recursos actuar y no responder de manera automática.

2. Orientar la atención hacia adentro

Es recomendable orientar la atención hacia lo que se está moviendo dentro de uno y ver realmente qué estamos sintiendo, ponerle nombre, reconocerlo.

3. Entender por qué estamos sintiendo dicha emoción

Encontrarle la utilidad y qué mensaje nos quiere decir dicha emoción.

4. Aceptar que estamos teniendo esa emoción y todos sus matices

Solo desde la aceptación y no desde la resistencia, es desde donde puede surgir el cambio y el desarrollo.

5. Modular la respuesta

¿Qué podemos hacer con esto, para sentirnos mejor? Aplicar la transformancia. Cada emoción y proceso emocional tendrá su mejor respuesta para cada persona y contexto.

Según el contexto y con especial cuidado podemos atender al efecto de la emoción y de su expresión tanto en uno mismo, como en los demás. Solo así podremos decidir qué emociones queremos expresar y con quién queremos hacerlo.

Finalmente, aquellas que no queramos expresar, las dejaremos pasar hasta que se debiliten, intentando utilizar las estrategias que más nos convengan y ayuden a atravesar dicha incomodidad (una actividad placentera o relajante, la respiración, la meditación, socializar, desfogar con deporte, etc).

RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/psicologia/valor-de-emociones