Demencia y delirium, ¿cómo diferenciarlos?
Fact Checked 24 diciembre, 2019Este artículo ha sido escrito y verificado por la psicóloga Loreto Martín Moya
La demencia y el delirium son a veces confundidos por presentar déficits y alteraciones parecidas en cognición y conducta. En este artículo identificaremos las principales diferencias que nos pueden ayudar con un diagnóstico diferencial.
Demencia y delirium, aunque a veces usados indistintamente, hacen referencia a realidades distintas. Es cierto que algunos de sus síntomas son muy parecidos; no obstante, es relevante diferenciarlos porque el delirium es una situación clínica de urgencia que exige una rápida intervención médica.
La demencia, además, no es una enfermedad concreta, e incluso, el DSM-5sustituyó el término de demencia por el de trastorno neurocognitivo. No obstante, su etiología es relevante, dado que puede derivar de la enfermedad de Alzheimer, de los cuerpos de Levy o de la enfermedad de Pick, por ejemplo.
¿Demencia o enfermedad neurodegenerativa?
Antes de entender como diferenciar demencia y delirium, es relevante comprender qué es una demencia y por qué ésta no es sinónimo de enfermedad neurodegenerativa.
Las enfermedades degenerativas son enfermedades cerebrales progresivas que afectan de manera especial a personas de edad avanzada. Estas enfermedades están asociadas al envejecimiento y como ejemplo podemos poner la enfermedad de Alzhéimer.
Aunque los datos que la comunidad científica tiene no han permitido aún determinar el envejecimiento como causa directa de le enfermedad degenerativa, sí se ha visto que, con el aumento de la esperanza de vida, también ha aumentado el número de enfermedades neurodegenerativas.
Por otro lado, junto con la enfermedad degenerativa puede aparecer un cuadro de déficits cognitivos (según la enfermedad serán unos u otros). Por ello, la demencia no es una enfermedad en sí misma, es más bien un término global que describe un conjunto amplio de síntomas asociados a un deterioro del funcionamiento mental (memoria, pensamiento…), siendo estos suficientemente graves como para dificultar determinadas tareas.
Es importante, por último, mencionar que a la demencia siempre subyacen daños cerebrales. Por ello, aunque el origen puede ser muy diverso, el envejecimiento normal y natural no produce demencia.
El diagnóstico de demencia: cuando la persona ya no puede hacer
El diagnóstico de demencia se establece cuando existen síntomas cognitivos o conductuales (esto es, neuropsiquiátricos) que influyen significativamente en el funcionamiento global de la persona. Algunos de estos síntomas, y sus consecuencias en la vida del individuo, son:
- Capacidad alterada para adquirir y recordar información nueva. Esto se puede observar en que la persona con demencia derivada de una enfermedad neurodegenerativa pregunta cosas que ya se han respondido, olvida que ha quedado con alguien, se pierde en ambientes que le son familiares…
- Juicio pobre y capacidades para realizar tareas complejas alteradas: maneja peor el dinero, toma decisiones pobres…
- Capacidades visoespaciales alteradas: orientar las prendas de vestir les resulta difícil, no reconocen personas, empiezan a no encontrar objetos que sí están en la sala…
- Funciones alteradas del lenguaje: la demencia influye tanto en el habla, como en la lectura, como en la escritura. Esto se puede observar en errores en el habla, titubeos, dificultad para encontrar palabras familiares…
- Variaciones en la personalidad y la conducta: cambios de humor muy inusitados, poca empatía, conductas obsesivas, o conductas socialmente poco aceptadas.
¿Delirium o delirio?
Para saber diferenciar demencia y delirium, previamente tenemos que conocer cuáles son los síntomas del último.
Mientras que demencia hace referencia a un cuadro de déficits conductuales y cognitivos motivados por una enfermedad neurodegenerativa, el delirium es un estado o síndrome confusional agudo.
El delirium, por tanto, se refiere a una disfunción cerebral aguda que produce una alteración global del estado mental y que se caracteriza, sobre todo, poruna alteración en la conciencia.
La persona no sabe dónde está o lo que está haciendo en ese lugar. Suele tratarse de una situación de urgencia, pues es un síndrome donde todo es extremo.
El delirium se suele confundir de manera diagnóstica con la demencia porque presentan síntomas parecidos. En el delirium hay alteraciones muy abruptas en la atención, la percepción, el pensamiento, la memoria, la actividad psicomotriz y el ciclo sueño-vigilia.
Es también relevante añadir que delirium y delirio no hacen referencia a los mismos fenómenos. El delirio puede aparecer en otros trastornos como la esquizofrenia o el trastorno delirante. Este se refiere a una interpretación errónea de la realidad, que no se presta a la argumentación y que no se falsea con datos que indiquen lo contrario. Mientras que el delirio es un trastorno psiquiátrico, el delirium es un trastorno neurocognitivo.
¿Cómo diferenciar demencia y delirium?
En primer lugar, la manera más fácil de diferenciar demencia y delirium se refiere al origen del cuadro de déficits derivados o definitorios.
La demencia deriva de una enfermedad neurodegenerativa, mientras que el delirium tiene otras causas. Entre ellas, encontramos alteraciones metabólicas que afectan al cerebro, intoxicaciones medicamentosas, abstinencia de alcohol o sustancias, infecciones, epilepsia, aumento de la presión intracraneal o un traumatismo craneoencefálico.
Además, el delirium puede darse en personas mayores que son abruptamente ingresadas en el hospital. El cambio de contexto y los altos niveles de ansiedad pueden provocar en el individuo mayor, usualmente con la llegada de la noche, un síndrome confusional agudo, o lo que es lo mismo, delirium. No obstante, una vez estudiados en detalle, podemos encontrar diferencias importantes.
Demencia y delirium: diferencias en las alteraciones
Para distinguir demencia y delirium es interesante fijarse en los elementos planteados a continuación. Destacamos:
- Inicio: la demencia tiene un inicio insidioso o crónico, mientras que el del delirium es agudo.
- Curso: la demencia es estable a lo largo del día, pero el delirium es fluctuante con intervalos lúcidos. Además, empeora por la noche.
- Duración: mientras que la demencia puede durar de meses hasta años, el delirium suele durar de horas hasta semanas.
- Conciencia: mientras que en el caso de la demencia la conciencia permanece clara, en el delirium esta está nublada.
- Atención: en la demencia es relativamente normal, mientras que en el delirum a la persona le cuesta mucho focalizar su atención.
- Memoria: está alterada en ambos.
- Pensamiento: en la demencia, el pensamiento está empobrecido, pero en el delirium es desorganizado y delirante.
- Percepción: en la demencia, la percepción es normal en fases iniciales, pero en el delirium aparecen ilusiones y alucinaciones (generalmente visuales).
- Habla: mientras que en la demencia existen signos afásicos, en el delirium es característica un habla incoherente, dubitativa y rápida.
- Ciclo sueño-vigilia: en la demencia este suele ser normal, mientras que en el delirium suele estar siempre alterado.
Como se puede observar, comprendiendo qué áreas evaluar y focalizando la atención en detalles como el tipo de pensamiento que la persona presenta, no es difícil distinguir entre demencia y delirium. Aunque diagnosticar una demencia como un delirium no recoge riesgo hasta que se establece un diagnóstico acertado, no atender un delirium por creer que es una demencia es un error de consecuencias fatales.
TOMADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/demencia-y-delirium-como-diferenciarlos/?fbclid=IwAR1IWcyjoRdukSjXAgnRO1F3dzjOAIMdrGA70NCndaKzSaA_2m_D3VPeqEc
¿Internet cambia nuestro cerebro?
Fact Checked 22 diciembre, 2019 Este artículo ha sido escrito y verificado por la psicóloga María Vélez
Usamos Internet a diario, de hecho, ahora mismo estás leyendo este artículo a través de la red. Pero, ¿qué consecuencias ha tenido sobre nuestro cerebro? ¿Mejora o empeora nuestras capacidades? Sigue leyendo, porque trataremos de dar respuesta a estas y otras cuestiones.
En 1995, Internet empezó a entrar en nuestros hogares para, de alguna forma, terminar conquistándolos. Tanto es así que hoy día la red es quizás el terreno de juego, trabajo, contacto u ocio más popular.
Nos ha proporcionado multitud de herramientas y de información, cambiando nuestra forma de trabajar, de relacionarnos, de comprar e incluso, cambiando nuestro cerebro.
De primeras, seguramente muchos piensen que los efectos que puede tener internet en nuestro cerebro sean negativos. En este sentido, en 2008, Nicholas Carr publicó un artículo en el que indicaba que nuestra capacidad de concentración y de pensamiento crítico estaba empeorando. Además, auguraba que la estructura de nuestro cerebro y nuestra forma de pensar cambiarían.
Esto generó interés por parte de investigadores de distintas disciplinas, quienes invirtieron en realizar más estudios. Desde la neurociencia, el principal foco de interés es cómo el internet puede afectar a nuestras capacidades cognitivas y, por ende, a nuestras habilidades, rendimiento académico y emociones, entre otros.
Así, surgió otro grupo más optimista, defendiendo que esta nueva herramienta puede ayudarnos a mejorar nuestra agilidad mental y aprender más rápido.
¿Qué sabemos?
Gary Small y sus colaboradores llevaron a cabo un estudio sobre cómo el cerebro responde ante la tarea de buscar una determinada información en la red empleando un buscador común. Durante la tarea, el cerebro de los que tenían experiencia previa se activaba más en algunas regiones (frontales, hipocampo y cingulado anterior), comparado con la lectura en texto.
Así, parece que la experiencia en búsquedas por internet cambia la respuesta cerebral de las áreas relacionadas con la toma de decisiones y el razonamiento.
Recientemente, una revisión de la literatura llevada a cabo por un equipo de investigadores de diferentes universidades del mundo ha concentrado gran parte de las evidencias sobre la influencia de Internet en nuestros procesos cognitivos. Aun así, hacen hincapié en la dificultad o falta de consenso a la hora de hacer investigaciones al respecto.
Atención
Estudios que analizan nuestras rutinas nos dicen que pasamos gran parte del día comprobando nuestro dispositivo en busca de una nueva información entrante. Este tarea se ha convertido en hábito porque estimula nuestro sistema de recompensa: en nuestro cerebro se libera dopamina cada vez que encontramos una nueva notificación.
Este refuerzo de tasa variable lleva a que estemos pendientes y que sintamos una sensación mínimamente desagradable cuando no encontramos lo que esperábamos. Por lo tanto, buscamos nuevos estímulos constantemente, alterando nuestra capacidad de concentración.
Además, el simple hecho de estar en un contexto con muchos hipervínculos, como una tienda on-line, durante 15 minutos puede reducir considerablemente nuestra capacidad de atención sostenida en la vida off-line.
Multitasking
Por otro lado, Internet nos proporciona multitud de estímulos de manera muy seguida: imágenes, texto, sonidos, vídeos… y nos permite realizar varias tareas a la vez de forma superficial. A esa capacidad se la denomina “multitasking“.
Un estudio encontró que un grupo expuesto a multitasking de alta intensidad en Internet rendía peor en tareas que evaluaban esa capacidad. Por tanto, esa sobrecarga en la atención hizo que las personas fueran más vulnerables ante los distractores.
En cambio, otros autores defienden que esta capacidad multitarea mejora la integración multisensorial y el rendimiento cognitivo general.
Memoria
Hay indicios de que nuestro cerebro no almacena igual de bien la información que obtenemos desde Internet. Por ejemplo, se realizó un estudio en el que un grupo tenía que buscar una información específica en la red para completar una tarea.
Encontraron que el grupo que buscó en Internet realizó la tarea de forma más rápida que los que buscaron en enciclopedias y documentos tradicionales. Sin embargo, estos últimos recordaron mejor la información.
También encontraron que en ambos grupos se activaban las vías dorsales, encargadas de procesar la ubicación de la información entrante. Siendo más precisos, vieron que la vía ventral, la que reconoce qué estoy percibiendo, sí se activaba menos en la búsqueda en Internet. Así, concluyeron que este método es más rápido, pero menos efectivo para almacenar la información de forma más duradera.
Además, tras seis días de un entrenamiento de búsqueda en Internet, se redujo la conectividad funcional de áreas involucradas en la formación y recuperación de memoria a largo plazo. Esto indica que, en muy poco tiempo, el uso de Internet puede cambiar nuestro cerebro y la sincronización que existe entre diferentes áreas.
El hallazgo no quiere decir que se debiliten las conexiones, ya que ese entrenamiento incrementó la materia blanca de las fibras que conectaban las cuatro áreas cerebrales: temporal, frontal, parietal y occipital.
Plasticidad
El hecho de que el cerebro se adapte a Internet no es más que un signo de salud cerebral. De hecho, cualquier aprendizaje conlleva cambios en redes neuronales y en estructuras cerebrales.
Esta habilidad del cerebro para adaptarse se traduce en muchos casos en una optimización de recursos. Esto permite que la misma tarea produzca un menor desgaste o, incluso, realizar otras acciones al mismo tiempo. En cualquier caso, hablamos de un tema complejo y de un rendimiento sobre el que influyen muchas variables en interacción.
TOMADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/internet-cambia-nuestro-cerebro/?fbclid=IwAR35Ap_XqJgNj4SkphfXZHhDPnTjh9k5gO6t_-R78O4jlrdGaLwxDz1gBns
Cómo el cerebro embrutece por dejar de escribir a man – Neuropsicología Bogotá
La irrupción de las comunicaciones digitales puso prácticamente en desuso la escritura a mano y dio paso a la utilización de teclados y pantallas táctiles en detrimento de una actividad que, hasta no hace mucho tiempo, fomentaba el ejercicio de regiones cerebrales fundamentales para el desarrollo de los niños y la buena salud de los adultos. De hecho, escribir a mano activa las áreas cognitiva, motora y visual, además de un conjunto de redes neuronales.Play Video
En el caso de los niños, la escritura a mano es indispensable para el desarrollo de la motricidad fina, la coordinación entre el ojo y la mano, el control de la motricidad general y el movimiento de pinza de las manos. Sin embargo, también es muy importante para los adultos, al fomentar la memoria prospectiva y estimular áreas relacionadas con el olfato y el tacto. Además, escribir a mano también es de vital importancia para la psiquis humana.
Escribir una carta, por ejemplo, funciona como un catalizador de las emociones, desarrolla la creatividad y coopera en la organización de las ideas. Fundamentalmente, la escritura a mano activa la memoria y ayuda a focalizar el pensamiento. En cambio, el uso de la tecnología ha reemplazado el uso de algunas habilidades cognitivas, motoras y visuales que resultan disminuidas por el desuso.
Tomado de: https://latam.historyplay.tv/noticias/como-el-cerebro-embrutece-por-dejar-de-escribir-mano?fbclid=IwAR3Tg9UFgdqAkjOmiydpsFFPiLgrDnNONuNIyrtqx2eRYrTWSDXE6KuXYzE Neuropsicologia Bogota