¿En qué momento aprenden los niños a concentrarse? Por: ELENA SANZ
La capacidad para concentrarse se adquiere con los años y la maduración cerebral. Descubre a qué edad aprenden los niños a controlar su atención.
Trastornos como el déficit de atención y la hiperactividad (TDAH) están, hoy en día, en boca de todo el mundo. Parece que el porcentaje de niños diagnosticados es cada vez mayor y esto puede llevar a los progenitores a preocuparse. Ante determinadas conductas infantiles surge el temor de que el niño padezca un problema de esta índole. Pero en realidad, lo que sucede es que no comprendemos bien cuándo y cómo aprenden los niños a concentrarse.
Quizá tu hijo no aguante leyendo más de unos minutos, se distraiga haciendo sus deberes o permanezca poco tiempo desarrollando una misma actividad o juego. Antes de alarmarte, pregúntate cuáles son sus capacidades según su edad.
Quizá estés exigiendo más de lo que el pequeño puede dar. A fin de evitar estas situaciones, te compartimos valiosas informaciones acerca de la concentración infantil.
¿Qué es la concentración y cómo se desarrolla en los niños?
La concentración es la capacidad de dirigir la atención hacia los estímulos relevantes y sostenerla, desechando aquellos inputs que no nos sirven. Es un proceso complejo e intencional; no solo debemos escoger el foco, sino que también hemos de ser capaces de obviar otras estimulaciones irrelevantes.
Alcanzar este logro está relacionado con el desarrollo y la maduración cerebral. Los recién nacidos suelen enfocarse en el rostro y en la voz de sus cuidadores, pero su atención es muy voluble. Reaccionarán y cambiarán su enfoque ante cualquier sonido o estimulación del medio.
A medida que el niño crece, no solo aprende a dirigir voluntariamente su foco atencional, sino que además adquiere la capacidad de mantenerse concentrado por periodos de tiempo prolongados. Esto, a medida que maduran las regiones cerebrales prefrontales.
Tengamos en cuenta que estas estructuras no terminan de desarrollarse hasta pasada la adolescencia, por lo que el camino a recorrer es largo. Aun así, veamos los avances que se producen a cada edad.
La capacidad de concentración infantil en función de la edad
Los tiempos y las características que se mencionan a continuación son orientativos y pueden variar ligeramente de un niño a otro. Conviene conocerlos y tenerlos en cuenta para saber qué esperar en cada época:
- Durante el primer año: la atención del bebé es fugaz e inestable. Se distrae con facilidad ante elementos novedosos y llamativos del entorno. Su atención no podrá mantenerse durante más de 4 o 5 minutos.
- Entre 1 y 2 años: en este momento los niños se enfocan en aquello que les atrae, les agrada y llama su atención. Pero no lo sostendrán por más de 6 u 8 minutos.
- Entre 2 y 3 años: comienza a desarrollarse la atención voluntaria. El niño controla dónde pone su foco. Sin embargo, es fácil que se distraiga y que no permanezca concentrado más de 15 minutos.
- Entre 3 y 4 años: el infante ya tiene más control sobre su atención. Puede cambiarla a voluntad y sostenerla incluso por 20 minutos. No obstante, es común que quiera cambiar de actividad cuando comience a aburrirse.
- Entre 4 y 5 años: tu hijo podrá mantener su concentración por 25 minutos e incluso atender varios aspectos a la vez. Por ejemplo, podrá escuchar y comprender tus instrucciones mientras está pintando.
- 6-7 años en adelante: a partir de este momento el control sobre la atención es mayor. El niño puede enfocarse en una tarea, incluso si esta no le resulta muy atractiva. Sus periodos de concentración se incrementan hasta 40 o 45 minutos hacia los 9 años. A pesar de ello, si la tarea es poco agradable o aburrida pueden distraerse tras los 15 minutos.
¿Para qué nos sirve conocer cuándo aprenden los niños a concentrarse?
Tener en consideración las capacidades presentes a cada edad es fundamental para el proceso pedagógico en el aula. Sin embargo, para los padres este conocimiento también resulta básico.
Esto les permitirá organizar las tareas que realizan con sus hijos, ajustando los periodos de tiempo, programando descansos adecuados y, sobre todo, identificando si realmente existe un problema.
Como hemos comentado, en ocasiones creemos que un niño padece TDAH, cuando simplemente está siendo un niño. Incluso en la comunidad médica existe un sobrediagnóstico. No podemos pedirles a los infantes que sean adultos en miniatura, que se sienten, atiendan y cumplan sin mover la mirada.
Un niño que presente un trastorno de atención tendrá dificultades para funcionar al nivel que sus compañeros de la misma edad. No solo se distraerá fácil, sino que cometerá múltiples errores por falta de atención, se olvidará de ciertas cosas y perderá varios objetos.
En estos casos, consultar con un profesional es lo más adecuado para obtener un diagnóstico y aplicar las pautas apropiadas en el hogar y en la escuela.
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Fomentar la concentración en los niños
La capacidad de concentración depende en gran medida de la edad del menor. No obstante, este no es el único condicionante. Como padres, podemos fomentarlos aplicando algunas pautas sencillas:
- Trata de que las actividades sean atractivas y agradables. Hay muchas formas de enfocar una misma tarea y cuanto más llamativa resulte para los niños, más fácil es que permanezcan concentrados. Por ejemplo, puedes hacer que el momento de recoger sus juguetes sea un juego, empleando una canción o estableciendo una competición.
- Procura que el entorno sea adecuado, que no contenga distracciones innecesarias. Los dispositivos tecnológicos, el bullicio propio del hogar o la música fuerte de fondo pueden hacer que el foco del menor se desvíe con más frecuencia.
- Ofrece instrucciones sencillas y limítalas a 2 o 3 a la vez. De esta forma, será más simple que las cumpla.
- Ciertos juegos y actividades, como formar rompecabezas, colorear mandalas o copiar dibujos, favorecen esta habilidad cognitiva. Inclúyelos en el día a día de tus hijos.
- Presta atención a sus necesidades básicas. Un niño cansado o hambriento tendrá más dificultades para mantenerse concentrado.
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Los niños aprenden a concentrarse en su momento; respetémoslos
En definitiva, ten siempre presente cuándo aprenden los niños a concentrarse y recuerda que se trata de un proceso complejo que se desarrolla progresivamente. Respeta los tiempos de tu hijo, adapta las actividades a su edad y no lo fuerces más de la cuenta.
Si, a pesar de esto, sospechas que puede haber algún problema, contacta con un psicólogo infantil. El profesional podrá orientarte.
RECUPERADO DE: https://mejorconsalud.as.com/momento-aprenden-ninos-concentrarse/
4 consejos para hablar con tu hijo adolescente. Por: BERNARDO PEÑA
Durante la adolescencia, los hijos sufren cambios que influyen en sus personalidades y dificultan la comunicación con sus padres. Aprende a manejar la situación.
Hablar con un hijo adolescente no es tarea fácil. En general, los padres tienen problemas para comunicarse con ellos en esta etapa; pareciendo que se habla en lenguajes diferentes. Sin embargo, debes llenarte de paciencia y guiarlos hasta donde sea posible.
Cuando un hijo se enfrenta a un problema, tú deber principal es orientarlo, pero dejando que lo resuelva solo. La capacidad que ellos tienen de razonar deben ponerla en práctica. Analizad juntos el problema y deja que sea él quien encuentre la solución.
Frases alentadoras como: “Piensa un poco sobre lo hablado y luego toma la decisión que tú consideres, pero recuerda que debes asumir las consecuencias con responsabilidad” son consejos valiosos que surgen gracias a unas bases principales. De esta forma, no se trata de “dejar hacer”, sino de sugerir y orientar con paciencia. A continuación, te damos unos cuantos consejos para lograrlo.
Consejos para hablar con un hijo adolescente
En la adolescencia las personas experimentan cambios físicos, psicológicos, hormonales y sociales. Trayendo como consecuencia que la comunicación con los padres sea más compleja.
Estos cambios los llevan a desear hablar más con amigos de su misma edad, y en ocasiones escuchan consejos errados que los pueden hacer fracasar. Por este motivo, a continuación te damos algunos consejos (siguiendo la información blindada por la investigadora Patricia Weissmann, de la Universidad Nacional Mar de la Plata) para que los pongas en práctica al hablar con él.
1. Sé razonable y mantén la posición
Los adolescentes saben cómo convencer a sus padres para lograr sus objetivos. Es cierto que cuando los progenitores ceden ante un castigo, el problema se resuelve de forma temporal. Pero con esta actitud les están demostrando a su hijo que, mientras insista, va hacer lo que él quiera. Por ello, es importante que mantengas una clara posición.
Sin embargo, también hay que ser razonable y dejar que el hijo exponga los motivos por los cuales rompe una regla. Por ejemplo, sugerirle que solicite permiso para llegar más tarde a casa de la hora establecida en la norma. En este caso, si accedes y dices que “sí”, estarás siendo razonable y no cederás a una insistencia.
Para reforzar esta norma, se recomienda reunir a la familia para hablar de las reglas. En especial, del horario establecido para llegar a casa. También debéis evaluar cada factor antes de tomar una decisión. Así se le demuestra al adolescente que los padres están dispuestos a ceder si no se viola ninguna norma.
2. Sé asertivo
Tal y como explica un artículo avalado por la Universidad de Loyola; siendo un padre asertivo, tendrás la capacidad de defender tus propios derechos y expresar tu opinión sin ofender a los hijos ni permitir que ellos te ofendan. Así, a través de la palabra mediadora, lograrás una negociación donde ambas partes queden satisfechas con los resultados.
Al asumir una actitud asertiva, harás que aumenten las posibilidades de conseguir el objetivo que deseas. Además, el adolescente se sentirá más tranquilo y seguro porque sabrá que sus padres lo escuchan y que toman en cuenta sus opiniones y sentimientos.
Es importante ser sinceros, no dar sermones (“yo a tu edad…”) y escuchar cómo se sienten. Ellos están en otra fase de la vida, así que tal vez no entiendas por qué algunos problemas que para ti son sencillos, para ellos suponen un mundo. Por ejemplo: qué piensan los demás, la popularidad, salir con la chica/chico que le gusta, etc.
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3. Habla siendo un buen ejemplo
No hay norma, manuales ni secretos para hablar con adolescentes. Por esto, se debe tener paciencia, comprensión y dar ejemplo con la palabra. La mejor manera es comportarse como un modelo a imitar cuando converses con él sobre un tema que te preocupa.
Los hijos en esta etapa comienzan a madurar y viven en una lucha continua para independizarse de los padres. Ellos prefieren estar más tiempo con los amigos; dejando quizás en segundo plano a la familia.
Por lo que es recomendable que los padres hagan énfasis en involucrar a los jóvenes en la toma de decisiones. Ya sea de algún viaje, la compra de algún artículo nuevo, los cambios de colegio, la planificación de una mudanza, etc. En cualquier caso, es importante tomar en cuenta su opinión para que juntos elijáis la mejor opción.
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4. Escoge el lugar y el momento adecuado
Si consideras que tu hijo está teniendo un problema de conducta, es indispensable que escojas un buen momento y lugar donde conversarcon tranquilidad y sin interrupciones. Cuando estén relajados, ya se podrá comenzar una conversación asertiva.
Inicia el tema describiendo el problema, de una manera sencilla y directa. Se trata de decir cómo te sentiste con el comportamiento que hizo, pero sin juzgar su personalidad; solo corrigiendo el comportamiento. De esta forma, tiene que quedar claro que lo que te molestó fue lo que hizo y no su personalidad.
Corregir las primeras faltas es fundamental, no esperes que ocurra esa conducta en reiteradas ocasiones. Así, evitarás castigarle y que se ponga a la defensiva porque no entienda lo que no debe hacer.
Templanza y sosiego al hablar con un hijo adolescente
Como ya habrás podido comprobar, quizás no te es fácil poder hablar con tu hijo adolescente sin evitar discutir. Pero, en el caso que él se altere y comience a levantar la voz, es vital que mantengas la calma.
Debes lograr tranquilizarlo y decirle que, cuando esté más calmado, continuarán hablando. Recuerda que los adultos son los que tienen que dar el ejemplo. Así, la conversación no perderá el sentido y ganarán ambas partes.
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7 rasgos que te permitirán detectar a las personas tóxicas. Por: SERGIO DE DIOS FONZÁLEZ
Las personas somos seres sociales por naturaleza. Esta necesidad de intercambio no solo se alza como una fuente maravillosa de bienestar, sino que también nos proporcionará valiosos aprendizajes, como detectar a las personas tóxicas. Por ello, es importante que estemos muy atentos a nuestras interacciones. De lo contrario, podemos quedar atrapados en las trampas que estos perfiles elaboran a través de las más sofisticadas estrategias.
Asimismo, no podemos dejar de lado un aspecto importante. Este tipo de dinámicas apagan nuestra vitalidad, generan estrés y malestar psíquico. Nadie es inmune a su comportamiento. Por ello, además de reconocer cuándo nos encontramos verdaderamente ante un perfil de estas características, también es necesario saber cómo manejarlos, cómo tratarlos. Veamos más datos a continuación.
“Muchas veces permitimos entrar en nuestro círculo más íntimo a los chismosos, a los envidiosos, a gente autoritaria, a los psicópatas, a los orgullosos, a los mediocres, en fin, a gente tóxica, a personas equivocadas que permanentemente evalúan lo que decimos y lo que hacemos, o lo que no decimos y no hacemos”.
-Bernardo Stamateas-
Personas tóxicas, personas con comportamientos abusivos
Tal y como nos explican en un artículo publicado en el espacio Psychology Today, el comportamiento tóxico se extiende en casi cualquier escenario de nuestra sociedad. Incidimos en el término “comportamiento tóxico” por una razón que es necesario aclarar en un primer lugar. El ser humano no presenta toxicidad alguna, esta designación debe centrarse ante todo en las conductas manifiestas de cada individuo, esas que por su efecto negativo impactan de forma directa en los demás.
Este tipo de personas afectan al clima de las empresas e incluso a la productividad. Crean relaciones de pareja muy desgastantes. Edifican vínculos con su entorno donde muchas familias pueden quedar distanciadas, donde grupos de amigos acaban rompiendo sus lazos por ese elemento disruptivo, ese perfil tóxico que todo lo envenena con su comportamiento.
7 características para detectar a las personas tóxicas
Dada la popularidad del término “persona tóxica”, cabe decir que en ocasiones hacemos un pequeño abuso del mismo. Debemos ser objetivos y ante todo, ser conscientes del efecto que tienen sobre nosotros. No basta con que ese compañero de trabajo esté siempre de mal humor, no basta con que alguien nos dé una negativa en un momento dado o nos lancen una crítica puntual.
Detectar a las personas tóxicas exige tener en cuenta una serie de características muy concretas que se mantienen estables en el tiempo y que además, se ejecutan con una clara intencionalidad. Veámoslas.
1. Son egocéntricas
El primero de los rasgos para detectar a las personas tóxicas es que hablan continuamente y en exceso de sí mismas. Son el centro de toda atención, son ese agujero negro donde todo se dirige, ese epicentro que insiste en ser alimentado, atendido, tenido en cuenta y hasta venerado.
2. Tienen una visión pesimista de las cosas
El discurso de la persona tóxica está construido a través de quejas, críticas y pesimismos. Son los típicos que sacan el lado oscuro a todo lo que les propongas o les cuentes a través de sus críticas y quejas continuas. Asimismo, nada puede ser tan complicado como alcanzar un objetivo o realizar cualquier tarea junto a este tipo de perfil.
Son expertos en encontrar problemas a toda solución. A su lado la motivación se extingue y no dudan en poner una zancadilla tras otra hasta hacer de un simple ovillo, una montaña de dificultades.
3. Ocupan el rol de víctimas
Si tienes alguna persona en tu entorno que siempre asume el rol de víctima para ser el centro de atención, hay muchas posibilidades de tengas ante ti a una persona tóxica. Esta estrategia les permite ser validadas y disponer a su antojo de todos nuestros recursos, de todas nuestras energías.
4. Falta de empatía
Lo decíamos al inicio, para detectar a las personas tóxicas calibra tu estado emocional. Si decimos esto es por un hecho más que evidente: los perfiles con dicho comportamiento sabotean autoestimas. Carecen de esa empatía primordial con la que ser conscientes del efecto que sus dinámicas tienen sobre los demás.
No solo no son capaces de calzarse en los zapatos ajenos, sino que además, no tienen intención alguna de hacerlo. Ellos son ese punto de referencia único y absoluto por donde debe orbitar todo el universo.
“En una relación tóxica siempre existe un tono constante de crítica y tensión. Este comportamiento se origina ya en el seno familiar: si una persona ha sido educada por padres excesivamente críticos y han sido testigos de esta actitud en repetidas ocasiones, ya están acostumbrados a las críticas. Además, estas personas están predispuestas a provocar el mismo tipo de toxicidad en generaciones venideras”.
-Bonnie Kennan-
5. Son envidiosas
Si quieres detectar a las personas tóxicas atiende ese sentimiento que les destruye y carcome por dentro: la envidia. Desear lo que no se tiene y odiar a quien tiene aquello que se anhela, es una fuente de sufrimiento y de inmadurez absoluta. Es además el motivante de muchas conductas agresivas. Aparecen los desprecios y esos odios donde se halla camuflado esa sensación, la de la envidia que lo devora.
6. Son infelices
No nos equivoquemos. Las personas con comportamientos tóxicos no son felices. Quienes viven este tipo de actitudes y comportamientos no entienden de inteligencia emocional. No se responsabilizan de sus actos ni de los efectos de los mismos. Se frustran con facilidad, no manejan la envidia, no saben canalizar su ira, no entienden sus tristezas… Carecen de esa solvencia emocional con la que poder invertir en bienestar y felicidad.
7. No se alegran por los logros de los demás
La persona con comportamientos tóxicos no compartirá tus alegrías ni te dará aliento en épocas complicadas. Será esa mirada que se incomodará con tus éxitos y que vendrá raudo y veloz cuando fracases para intensificar aún más la herida. Así, y por curioso que nos resulte, no siempre vemos a la primera este tipo de conductas. A veces las dejamos pasar. Otras incluso los justificamos: está ocupado, tiene muchas cosas en la cabeza y por eso no me ha felicitado o no ha venido a darme aliento y ánimos…
No nos equivoquemos. Ahí donde habite una perfil de este tipo, no crece nada. Ahí donde se ejerzan este tipo de artimañas, nadie se sentirá feliz, nadie se sentirá bien ni podrá alcanzar meta alguna. El coste de este tipo de perfil puede ser inmenso en caso de que sea un familiar cercano o nuestra pareja. Por tanto aprendamos a detectar a las personas tóxicas, permitámonos respirar en equilibrio sabiendo de quién defendernos y con quien establecer saludables distancias.
Las actitudes que causan infelicidad y “mala vida” se pueden corregir, romper y deshacer. Se pueden superar con fuerza de voluntad y lo más importante, el deseo de ser feliz y conquistar tu felicidad, compartiéndola con el mundo.
RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/7-rasgos-que-te-permitiran-detectar-a-las-personas-toxicas/