¿Cannabidiol para tratar los trastornos de ansiedad?POR: Maria Fernanda Alonso
/in Uncategorized/by admin¿Puede complementarse el tratamiento conductual para trastornos de ansiedad con la administración de cannabidiol (CBD)? Un creciente cuerpo de evidencia muestra que el CBD puede ofrecer un tratamiento seguro y eficaz para la ansiedad. Sin embargo, los investigadores advierten que es necesario realizar investigaciones adicionales sobretodo entre la población femenina (Wright et al., 2020).
El cannabidiol es un compuesto que se encuentra en la planta de cannabis pero, a diferencia del tetrahidrocannabinol (THC), el CBD no produce un “viaje”. Los estudios aún no han descubierto ninguna evidencia de abuso o dependencia en humanos. Dados los datos que demuestran que el CBD se tolera bien y presenta poco potencial de abuso o dependencia en humanos, los investigadores lo consideran una opción de tratamiento para los trastornos de ansiedad.
En particular, un equipo de investigadores revisó recientemente los hallazgos actuales de distintos ensayos clínicos y preclínicos con el fin de averiguar sobre el uso potencial del CBD en el tratamiento de la ansiedad.
Estudios preclínicos en animales
Estas investigaciones encontraron que:
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- las dosis bajas a medias de CBD producen efectos reductores de la ansiedad,mientras que las dosis altas aumentan la ansiedad;
- los efectos del CBD para aliviar la ansiedad involucran al receptor de serotonina 5-HT1A.
Si bien, en general, esta investigación muestra un apoyo convincente para el CBD como tratamiento para la ansiedad, los investigadores señalan que estos estudios solo se han realizado en animales machos.
Estudios clínicos en pacientes con trastornos de ansiedad social
Tales investigaciones han hallado:
- efectos reductores de la ansiedad con dosis únicas de 400 o 600 mg de CBD;
- durante una tarea de simulación de hablar en público, se encontró que estas dosis reducen los síntomas de ansiedad, reducen el deterioro cognitivo y reducen la incomodidad asociada con el desempeño del habla.
- varios estudios de imágenes cerebrales revelaron además que la ingesta de CBD altera el flujo sanguíneo en la amígdala, el hipocampo, el hipotálamo y la corteza cingulada, cuatro estructuras cerebrales implicadas en la ansiedad.
Las primeras investigaciones indican que el CBD puede reducir la ansiedad en voluntarios sanos, explicaron los autores. Los resultados de los estudios en animales sugieren que el CBD puede reducir la ansiedad, el estrés, el pánico y los comportamientos compulsivos.
Otras investigaciones han encontrado que dosis bajas de THC potencian la extinción de la memoria del miedo en voluntarios sanos y reducen las respuestas de ansiedad en pacientes ansiosos y con TEPT sin inducir un efecto psicótico. Sin embargo, las dosis altas de THC no facilitan la extinción de la memoria del miedo y están relacionadas con efectos ansiogénicos y psicóticos clínicamente relevantes en voluntarios sanos.
Los investigadores hacen varias advertencias:
- La primera y más importante es resaltar que estos datos son preliminares y se requiere más investigación: los únicos estudios en humanos que examinan el CBD como tratamiento para la ansiedad se han realizado en pacientes con trastorno de ansiedad social, por lo tanto, se necesita investigación en pacientes con otros trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno de pánico.
- En segundo lugar, aún se desconoce mucho sobre el uso del CBD como tratamiento para la ansiedad, como cuál es la vía de administración más eficaz, las dosis adecuadas que se deben utilizar y su seguridad y eficacia a largo plazo.
- Aunque los hombres y las mujeres parecen experimentar la ansiedad de manera diferente, ningún ensayo clínico ha examinado las diferencias sexuales en los efectos ansiolíticos del CBD. La mayoría de los estudios han examinado a participantes masculinos, pero la evidencia sugiere que las mujeres tienden a experimentar peores síntomas y una mayor probabilidad de tener un diagnóstico adicional. Los hombres, por otro lado, tienen más probabilidades de experimentar ansiedad junto con el abuso de alcohol y sustancias.
Los investigadores señalaron que será importante realizar ensayos adicionales para examinar los resultados del CBD en pacientes con otros trastornos relacionados con la ansiedad, como el trastorno de ansiedad general, el trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno de estrés postraumático.
Para concluir, los autores señalan que aunque los hallazgos son prometedores, es demasiado pronto para concluir inequívocamente que el CBD se puede usar para tratar la ansiedad. Se necesita más investigación para orientar a los médicos y al público en el uso seguro y eficaz del CBD como tratamiento para la ansiedad.
Referencia bibliográfica: Wright, M., Di Ciano, P., & Brands, B. (2020). Use of Cannabidiol for the Treatment of Anxiety: A Short Synthesis of Pre-Clinical and Clinical Evidence. En Cannabis and Cannabinoid Research (Vol. 5, Número 3, pp. 191-196). https://doi.org/10.1089/can.2019.0052
Fuente: Psypost
RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/cannabidiol-para-tratar-los-trastornos-de-ansiedad/
El cerebro puede predecir los errores, según la ciencia. POR: GEMA SANCHEZ
/in Uncategorized/by adminEstudios de neurociencias han detectado que el cerebro puede predecir los errores. Esto, en otras palabras, significa que antes de incurrir en una equivocación, una parte del cerebro ya sabe que vamos a hacerlo. La afirmación corrobora la premisa según la cual el cerebro humano es predictivo y no reactivo.
El estudio, llevado a cabo en la Universidad de Bergen (Noruega), detectó esta situación específicamente en personas que desarrollan labores monótonas o repetitivas. Las tareas que estas actividades involucran son precisamente las más susceptibles de generar errores.
Puesto que el cerebro no es una máquina y no funciona como tal, lo propio de este órgano no es llevar a cabo actividades mecánicas. El cerebro puede predecir los errores porque tiende a trabajar con patrones y cuando estos se alteran, lo detecta antes de que sea percibido por la conciencia. Este hallazgo podría tener importantes aplicaciones.
“La gente suele preguntarme cómo me interesé en el cerebro. Mi respuesta, retórica, es: ‘¿Cómo puede alguien no estar interesado en él?’ Todo lo que llamas naturaleza humana y conciencia surge de ahí”.
-Vilayanur S. Ramachandran-
El cerebro puede predecir los errores
Para determinar que el cerebro puede predecir los errores, los investigadores de la Universidad de Bergen reunieron a 13 voluntarios, de los cuales ocho eran mujeres y cinco eran hombres. Todos tenían edades comprendidas entre los 22 y 29 años. Así mismo, todos eran diestros y no presentaban ninguna afección de salud.
A todos ellos se les pidió que realizaran una tarea monótona y repetitiva, al tiempo que eran monitoreados a través de resonancias magnéticas funcionales. En particular, se visualizó la actividad en la corteza frontal medial posterior. La experiencia se repitió varias veces y se comprobó que cada vez había menos errores. Al comienzo, la principal fuente de error era dar una respuesta antes de que se presentara el estímulo.
Al final, los investigadores concluyeron que antes de cometer un error se activaban determinadas zonas del cerebro. Esto sucedía entre 6 y 30 segundos antes de que se incurriera en la equivocación.
De los datos obtenidos, se llegó a la idea de que el cerebro puede predecir los errores: una parte de nosotros mismos sabe que nos equivocaremos, pero esta información no llega a la conciencia.
¿Para qué sirven estos datos?
El profesor Tom Eichele, quien dirigió la investigación, señaló que las regiones que se activan antes de cometer un error son las que están relacionadas con la organización y la planificación, así como con el esfuerzo. Las resonancias magnéticas tomadas de los voluntarios indican que hay una alta actividad antes de que se produzca una equivocación.
Pareciera que las tareas mecánicas provocan una suerte de aburrimiento, que pronto se traduce en falta de atención. El cerebro registra esas actividades que siguen patrones muy rígidos, simples y repetitivos; por eso está en capacidad de adelantarse a los hechos, cuando alguno de los elementos que componen ese esquema cambian.
El cerebro puede predecir los errores precisamente por esa modificación. Por ejemplo, alguien realiza la actividad de golpear una puntilla con un martillo, cada cinco segundos; para hacerlo adecuadamente, adoptará un patrón muy definido. Si algo cambia en el mismo, el cerebro puede anticiparse al desenlace.
¿Para qué sirve esto? Tom Eichele señala que podrían desarrollarse dispositivos portátiles que le adviertan a una persona cuando está a punto de cometer un error. Esto podría mejorar notablemente el desempeño y la seguridad en actividades de alto riesgo, como las tareas de corte, o de extrema responsabilidad, como el control del tráfico aéreo.
Otros datos de interés
Hoy en día se sabe que no solo el cerebro puede predecir los errores, sino que las predicciones de todo tipo son su forma natural de funcionar. En 2008, por ejemplo, se llevó a cabo un estudio en el Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) que señala que se pueden predecir las palabras de un interlocutor.
Mediante imágenes de magnetoencefalografía (MEG), los científicos detectaron que al ver una imagen, en el cerebro se activan las regiones asociadas con la audición y el lenguaje, lo cual equivale a “escuchar” lo que se va a decir enseguida, antes de que se pronuncie cualquier palabra. Hay una distancia de aproximadamente un segundo, entre un proceso y otro.
Cada vez se explora más la actividad predictiva del cerebro y se corrobora que este no permanece pasivo hasta que recibe un estímulo, sino que se adelanta al estímulo mismo. Todo esto podría tener aplicación para comprender mejor y tratar problemas como el autismo, entre otros.
RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/cerebro-predecir-errores/
Así cambia el cerebro con los actos egoístas. POR: EVIDENCE BASED
/in Uncategorized/by adminUna de las líneas de investigación de los neurocientíficos tiene que ver con los cambios del cerebro en función de la conducta. Un reciente estudio al respecto señala que hay modificaciones en el funcionamiento cerebral cuando se incurre en un acto egoísta o en uno altruista.
La investigación fue dirigida por el doctor Steve Chang, investigador de la Universidad de Yale, y publicada en la famosa revista Nature Neuroscience. El equipo investigador pudo verificar qué cambia el cerebro en términos de funcionamiento, tanto cuando se piensa solo en uno mismo, como cuando se comparte con otros.
El estudio, que es pionero en el tema, no se hizo con seres humanos sino con primates. Es una primera fase de investigación que, de todos modos, arroja interesantes datos acerca de cómo cambia el cerebro, en función de la conducta social. Veamos qué nos dice esta interesante investigación.
“Tu propio interés te sirve mejor no dejándote llevar por él”.
-Lao Tse-
¿Cómo cambia el cerebro con el egoísmo?
La investigación del doctor Chang pudo corroborar, en primera instancia, que las dos zonas cerebrales implicadas en el comportamiento egoísta o altruista son la amígdala y la corteza prefrontal. Ambas regiones, entre otras, interactúan entre sí, cuando se trata de conductas sociales.
Ya existe evidencia de que esas dos zonas cerebrales tienen que ver con la cognición social. Los investigadores, en este caso, buscaron la manera de ver cómo operaban en casos concretos que implicaran egoísmo o generosidad. Específicamente, querían observar cómo cambia el cerebro cuando toma decisiones prosociales o antisociales.
A largo plazo, el objetivo de la investigación, que aún no ha concluido, tiene que ver con la comprensión de los mecanismos implicados en problemas como el autismo, la psicopatía, etc.
La investigación con primates
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores realizaron varios experimentos con monos. Se les indujo a estar en diversas situaciones en las que tenían que elegir entre beber un zumo o tirarlo, beberlo solos o compartirlo. Mientras realizaban esas acciones, su cerebro era monitoreado para detectar posibles cambios.
En términos de conducta, los primates demostraron que preferían beber el zumo sin compartirlo con otros. Sin embargo, cuando la alternativa era tirar la bebida, casi todos optaron por compartirla con otros. Entre tanto, los neurocientíficos lograron verificar que había modificaciones a nivel cerebral, según fuera cada decisión.
Los investigadores descubrieron que cuando había una conducta egoísta, prácticamente no existía ninguna interacción entre la amígdala y la corteza prefrontal. En cambio, si el comportamiento era generoso, o prosocial, se configuraba una gran sincronía entre estas dos zonas del cerebro. Al final, solo con mirar los patrones de la actividad cerebral ya los investigadores sabían que conducta estaba adoptando el mono.
Una conducta más compleja
Los datos de este nuevo estudio confirman que cambia el cerebro cuando se llevan a cabo conductas egoístas y conductas generosas. La naturaleza de esa modificación comprueba también que el altruismo, la solidaridad y la cooperación son conductas más complejas y elaboradas que las egoístas, en tanto involucran una actividad cerebral más compleja también.
Esto, a su vez, corrobora planteamientos que también se han hecho desde la psicología. El ser humano nace egoísta y en un comienzo esta conducta no tiene nada que ver con la moralidad, sino con el instinto de supervivencia. En otras palabras, se trata de una pauta de comportamiento instintiva.
Con la educación y el desarrollo intelectual y social, una persona puede aprender a ser generosa, cooperativa y prosocial, si evoluciona de forma adecuada. Cooperar es una conducta más compleja, porque supone la capacidad de ver la consecuencia de las acciones a largo plazo. En ese sentido, la solidaridad garantiza mejor la supervivencia individual y de la especie, si se mira en perspectiva.
Una investigación de largo aliento
La investigación sobre el cambio cerebral originado en el egoísmo y el altruismo es apenas un primer paso en un proyecto más ambicioso. Lo que se busca hacia adelante es indagar si hay personas en las que la interacción entre la amígdala y la corteza prefrontal está limitada debido a razones genéticas o de otro orden.
Antes de llegar allá, lo que sigue en la investigación del doctor Chang es averiguar si es posible manipular las decisiones de los monos, promoviendo la sincronía entre las dos regiones cerebrales, de modo artificial. Eventualmente, estos hallazgos serán trasladados al plano de lo humano y podrían constituir un avance importante para tratar el autismo y algunas psicopatías.
RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/cambia-cerebro-actos-egoistas/
¿Qué es la neuroética? POR: Evidence Based
/in Uncategorized/by adminLa neuroética tiene dos acepciones. Entre 1973 y 2002 se definió como ‘un campo del conocimiento que examinaba la ética en las neurociencias’. A partir del año 2002, se aborda como una neurociencia de la ética. Este último concepto es el que predomina en la actualidad y busca fundamentar la ética no desde la filosofía, sino desde la neurobiología.
La primera persona en hablar de neuroética fue la neuropsiquiatra alemana Anneliese Alma Pontius. Sin embargo, muchos piensan que esta rama del saber adquirió identidad propia con la publicación de un texto titulado Neurofilosofía. Hacia una ciencia unificada de la mente/cerebro, de Patricia S. Churchland, en 1986.
“En mi opinión, la neuroética debe definirse como el análisis de cómo queremos abordar los aspectos sociales de la enfermedad, la normalidad, la mortalidad, el modo de vida y la filosofía de la vida, desde nuestra comprensión de los mecanismos cerebrales subyacentes”.
-Michael Gazzaniga-
De otro lado, el 17 de julio de 1990 el Congreso de los Estados Unidos tomó la decisión de impulsar las investigaciones en neurociencia, con la proclamación del Proyecto “Década del cerebro”. Esto incrementó la realización de estudios y la producción de textos asociados al tema.
La neuroética: orígenes
Los avances en las neurociencias comenzaron a originar interrogantes que antes no existían. ¿Qué hacer con los pacientes en estado vegetativo? ¿Cómo abordar el tema de la muerte cerebral? Estas y otras preguntas dieron lugar a grandes debates de bioética, que luego se convirtieron en materia de estudio de la neuroética.
Al comienzo, las investigaciones en neurociencias abordaron sobre todo las patologías cerebrales y los posibles tratamientos para estas. Sin embargo, con el tiempo comenzó a configurarse una nueva realidad: la evidencia mostraba cada vez más que el cerebro no solo debía verse como un órgano del cuerpo, sino como la base fundamental de la actividad humana.
Hacia 2002 esto era evidente y quedó patentado en un artículo breve de Adina L. Roskies. En este planteaba que era hora de hablar no de una ética de la neurociencia, sino de una neurociencia de la ética. Esto se basaba en hallazgos como, por ejemplo, el hecho de que una anomalía en la región encefálica podía alterar el juicio moral de una persona. O que una excesiva producción de ciertas sustancias modifica la conducta.
En forma paralela, los avances de la neurociencia han hecho posible monitorear el cerebro humano de una forma como no se había logrado nunca antes. No es exagerado decir que hoy por hoy se puede saber qué piensa una persona, mediante neuroimágenes. De hecho, también se puede cambiar lo que esa persona piensa con algunas técnicas disponibles. Por lo tanto, la vieja acepción de la neuroética también se mantiene vigente.
La neurociencia de la ética
A medida que se ha ido comprendiendo el cerebro, también se han incrementado las investigaciones en torno a su relación con las conductas éticas. En este punto es crucial el nombre de Joshua D. Greene. Este investigador hizo un estudio en el que retomó el viejo “dilema del tranvía” y, por primera vez, lo analizó a partir de neuroimágenes.
El dilema del tranvía dice que Paco conduce un tranvía que ha perdido el control. En la vía hay cinco excursionistas atascados, de modo que si el vehículo sigue su trayecto los arrollará. Si Paco activa una palanca, el tranvía se desviará, pero esta vez atropellará a un excursionista que también está en la vía. ¿Qué debe hacer? ¿No intervenir y dejar que el tranvía siga su curso, o intervenir y ser el causante directo de la muerte de una persona, por salvar a las otras cinco?
Otra variante de este dilema ubica a Paco encima de un puente peatonal. A su lado hay un hombre grande y obeso, bastante mayor. Paco observa al tranvía sin control y piensa que si arroja al sujeto que está a su lado sobre la vía, esto detendrá el vehículo. De este modo, salvará a los cinco excursionistas que están en una rama y al excursionista que está en la otra.
Cerebro y ética
Durante muchos años se han hecho estudios de psicología social evaluando lo que las diferentes personas harían en esas situaciones. Greene también le propuso el dilema a un grupo de voluntarios, pero esta vez no tomó en cuenta sus respuestas, sino que monitoreó lo que sucedía en sus cerebros.
Greene definió que la primera situación era un “dilema impersonal”: Paco debe interactuar con una palanca. La segunda, era un “dilema personal”, es decir, Paco debe realizar una acción dirigida a otro ser humano. Encontró que en los dilemas impersonales se activa la corteza prefrontal del encéfalo. En los personales, las áreas subcorticales, como la amígdala.
Sus observaciones le permitieron concluir que la mayoría de las personas tienen una “moral intuicionista”, antes que racionalista. En otros términos, emplean más las emociones para decidir (amígdala) que la razón para evaluar la situación (corteza cerebral). Este estudio marcó un hito y desde entonces se han hecho cientos de investigaciones del mismo estilo.
Como se ve, la neuroética es un área fascinante que apenas está comenzando a rendir sus frutos. Todos estos hallazgos también han incidido en los enfoques filosóficos y psicológicos de la conducta humana. De seguro, esta rama del saber seguirá sorprendiéndonos en los próximos años.
RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/neuroetica/
Escáneres del cerebro completo podrían revelar alteraciones importante es los cerebros de personas adictas y abstinentes. POR: Maria Fernanda Alonso
/in Uncategorized/by adminLas adicciones han sido objeto de gran cantidad de estudios y, aún así, hay mucho que desconocemos. Lo más importante es que pocas intervenciones han probado ser eficaces y duraderas en su tratamiento. Ante esta situación, son necesarios enfoques novedosos capaces de brindar oportunidades para el desarrollo de intervenciones más eficaces. Con esto en mente, un equipo de investigadores utilizó escáneres del cerebro completo para estudiar el desempeño de los cerebros de personas adictas y abstinentes, y encontraron importantes alteraciones entre los adictos durante ciertos procesos psicológicos (Nestor et al., 2020).
El equipo examinó los cerebros de 68 individuos de control y 83 individuos actualmente abstinentes. Las sustancias utilizadas en el segundo grupo incluyeron alcohol, cocaína y opiáceos. Una tarea de retraso con incentivos monetarios fue usada para medir la actividad cerebral mientras esperaban una recompensa, un proceso psicológico con anomalías demostradas entre los adictos y los individuos en recuperación.
Ambos grupos estaban bien emparejados en términos de su desempeño en la tarea, pero los individuos abstinentes mostraron interrupciones significativas a nivel global, con agrupaciones reducidas y una mayor longitud del camino.
En el análisis de redes, el coeficiente de agrupamiento es una medida clave de conectividad, que aumenta con el número promedio de conexiones entre nodos (en este caso, sitios del cerebro). La longitud del camino se refiere a la distancia mínima que debe recorrer la información en una red para llegar de un punto a otro; cuanto más conectada esté una red, menor será la longitud del camino. Por lo tanto, los coeficientes de agrupamiento bajos y las longitudes de los caminos altos indicaron un estado global reducido de conectividad entre regiones. El análisis de redes demostró interrupciones en la conectividad relacionada con la recompensa en el grupo de adicción, tocando las regiones cognitivas, estriatales y límbicas.
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Los autores esperan que estos hallazgos puedan ayudar a crear nuevas líneas de tratamiento que tenga en cuenta las particularidades del desempeño de las personas adictas y abstinentes en estos procesos psicológicos.
Referencia bibliográfica: Nestor, L. J., Suckling, J., Ersche, K. D., Murphy A., McGonigle, J., Orbana C., Patersona L. M., Reeda L., Taylor, E., Flechais R., Smith D., BullmorE E. T., Elliott R., Deakin B., Rabinere I., Hughes A-L., Sahakian B. J., Robbins T. W., Nutta D. J., ICCAM Consortium (2020). Disturbances across whole brain networks during reward anticipation in an abstinent addiction population. NeuroImage: Clinical, 27, 102297. https://doi.org/10.1016/j.nicl.2020.102297
Fuente: Psypost
RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/escaneres-del-cerebro-completo-podrian-revelar-alteraciones-importante-es-los-cerebros-de-personas-adictas-y-abstinentes/
La importancia del rol como formador del psicoterapeuta. POR: Ibon de la Cruz Apaolaza
/in Uncategorized/by adminLa temática de este artículo es muy concreta: la necesidad de todo psicoterapeuta de ser un buen formador.
Como es bien sabido, son varias las funciones que realiza un psicoterapeuta durante un proceso de terapia: creación de una relación sana y segura, mejora continua de los canales de comunicación con el cliente, descubrimiento de los patrones de comportamiento, provisión de la cantidad y calidad necesaria de retroalimentación…
Lo cierto es que la elaboración de todas estas funciones se realiza de forma conjunta con el cliente y no suele ser necesario el hacerlo de forma oculta: lo ideal es que todo se haga de forma consciente y, dentro de lo posible, agradable.
Construir una relación sana y productiva requiere tiempo y mucha atención, ya que siempre suele estar sujeta a ajustes y cambios, en función de los progresos y mejoras que se realicen en el proceso.
Podríamos decir que todo proceso terapéutico realizado de manera seria y profesional, es un “traje a medida” que se adapta al cliente a la perfección, permitiendo optimizar el aprovechamiento de todos los recursos disponibles.
Pero hay un elemento al que no se le suele prestar la debida atención: el papel del terapeuta como formador.
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La formación en la psicoterapia
Es esencial que todo profesional de la psicoterapia sea un formador capaz y efectivo.
Una de las frases que más se escucha, sobre todo durante los primeros días del proceso terapéutico es: “no sé lo que me pasa”. Cuando el paciente acude a consulta, suele tener una serie de pensamientos, sensaciones y sentimientos que no acaba de comprender. Evidentemente, ha intentado buscarles explicación, pero no lo ha conseguido de forma satisfactoria. Se da cuenta de que todo ese conjunto de vivencias le está perjudicando en su vida diaria.
Y aquí es donde comienza la labor de formador del psicoterapeuta. Además de todas las funciones que hemos citado y muchas más, este profesional ha de ser capaz de crear un relato solvente y realista, efectivo y práctico, sobre la situación de su cliente. Y ha de ser capaz de transmitírselo.
Por eso, un buen psicoterapeuta ha de tener experiencia, una gran capacidad de escucha real, una habilidad notable para descubrir patrones y una gran cantidad de conocimientos previos. Por no hablar de una enorme capacidad de responder a situaciones imprevistas, que siempre se irán presentando (no olvidemos que la psicoterapia está dirigida a la vida, que es un proceso siempre cambiante).
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Más allá de los conocimientos teóricos
No basta con poseer un amplio conocimiento de la psicopatología y de los problemas más frecuentes que afectan a la vida de las personas. Hay que ser capaz de utilizar herramientas como la escucha activa, la narración, la creación y la aplicación de metáforas, la utilización creativa del humor…
Además de eso, hay que disponer de un gran banco de información científica, para poder recomendar vídeos, artículos o libros a los clientes, en función de sus necesidades y sus capacidades.
También se necesita conocer historias, miles de ellas. Unas serán reales, otras no, para poder ofrecer modelos en los que el cliente se vea reflejado. Historias en las que también es fácil ver cómo han sido resueltas. Y esas historias han de abarcar muchos registros, ya que no es lo mismo hablar con una persona enamorada de los libros, un cinéfilo o alguien a quien sólo le interese la actualidad política, por ejemplo.
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Estableciendo un lenguaje común
Por otro lado, es muy importante la creación de un lenguaje común. Este es un elemento que suele ser ignorado, pero que es de suma importancia: no es lo mismo hablar con un ingeniero informático que con un sanitario, con un ferviente católico o con un ateo convencido. Toda la relación terapéutica se basa en ese lenguaje común, que se creará en función de las particularidades del cliente más que en las del terapeuta.
Uno de los recursos más interesantes para encontrar un lenguaje común es el utilizar las aficiones como terreno común. Por ejemplo, a una persona aficionada a la jardinería se le puede hablar de “podar pensamientos inútiles”, “fertilizar partes de la vida con una buena actitud”, “quemar los rastrojos del rencor”, etc.
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A modo de conclusión…
Si juntamos todos los elementos que acabo de citar (y muchos más que no comento por falta de espacio), vemos que es fundamental que un terapeuta sea un pedagogo de primer orden. Porque una parte importante de sus funciones es el crear una estructura operativa de trabajo y saber transmitirla, el ofrecer a su cliente una historia realista que le permita afrontar y superar su situación y el transmitir de la manera más efectiva posible los conocimientos y técnicas más relevantes para la vida de esa persona que ha confiado en el terapeuta.
Además, deberá explicar cómo aplicar conocimientos y técnicas en la vida diaria, ya que ante todo, buscamos comprensión y efectividad, es decir, cambios a mejor.
Como se puede ver, la formación del psicoterapeuta es un proceso sin fin, en el que siempre se puede aprender más y más. Es un aprendizaje sin fin que resulta gozoso para quienes estamos enamorados de este arte-ciencia tan difícil y tan hermoso como es la psicoterapia.
RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/clinica/importancia-rol-formador-psicoterapeuta
¿Es malo tener mucho tiempo libre?. POR: Nahum Montagud Rubio
/in Uncategorized/by adminTodo el mundo valora tener tiempo libre, un tiempo que podemos ocuparlo con nuestras aficiones, salir a pasear, quedar con los amigos o, simplemente, aprovechar para descansar del ritmo frenético que supone la vida de todo trabajador.
La relación entre felicidad y tiempo libre parece que es directamente proporcional. A medida que nuestro tiempo libre crece, también lo hace nuestra sensación de bienestar pero, ¿hasta qué punto? ¿Existe un límite?
¿Es malo tener mucho tiempo libre? Esta ha sido una cuestión abordada experimentalmente en la última década y cuyos datos reveladores vamos a descubrir a continuación.
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¿Es malo tener mucho tiempo libre?
La mayoría de los trabajadores viven el ritmo frenético del día a día. La mayor parte de nuestros días está ocupado por las obligaciones laborales, las cuales nos hacen sentir que no tenemos tiempo para nada. Nos decimos a nosotros mismos que necesitamos más vacaciones, que ojalá los findes fueran de tres días o, cruzando los dedos, consigamos salir antes del trabajo.
La palabra “negocio” viene del latín “nec” y “otium”, significando literalmente “no ocio”, motivo por el cual asociamos que cuántas más horas de trabajo tengamos menos tiempo tendremos para disfrutar de nuestras aficiones, familia, amigos y descanso, actividades que nos traen bienestar y satisfacción. Es por este motivo que la mayoría tiene en su cabeza la idea de que tener más tiempo libre implica ser más felices, pero… ¿Qué tiene de cierta esta afirmación? ¿Acaso puede ser malo tener demasiado tiempo libre?
Ha sido esa cuestión la que ha motivado a que el grupo de Marissa Sharif, compuesto por investigadores de las universidades de California y Pensilvania, haya realizado una investigación poniendo el foco de atención en averiguar hasta qué punto las horas libres implican bienestar y felicidad.
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Ni demasiado ni demasiado poco
Si bien investigaciones previas ya habían apuntado que tener demasiado poco tiempo libre implica insatisfacción y falta de bienestar, tener demasiado tiempo no es bueno siempre. En la investigación de Sharif, titulada The Effects of Being Time Poor and Time Rich on Life Satisfaction (Los efectos de tener mucho y poco tiempo libre en la satisfacción vital) los investigadores analizaron los datos obtenidos de una muestra de cerca de 35.000 personas.
En la primera parte de esta investigación, se analizaron los datos de 21.736 ciudadanos estadounidenses que participaron en el American Time Use Survey entre los años 2012 y 2013, en el que los participantes indicaron qué habían hecho las 24 horas anteriores de contestar el cuestionario, indicando el tiempo del día y la duración de cada actividad que habían realizado, además de reportar su grado de bienestar.
Los investigadores hallaron que, a medida que el tiempo libre aumentaba, también lo hacía el bienestar, pero habiendo un límite: a las dos horas se mantenía, y cuando se tenían cinco horas de tiempo libre empezaba a reducirse notoriamente.
En otra fase de su investigación, Sharif et al. (2018) también analizaron la información obtenida de 13.639 estadounidenses que participaron en el National Study of the Changing Workforce entre los años 1992 y 2008. En la encuesta había todo tipo de preguntas relacionadas con el trabajo, pero algunas se dirigían a averiguar cuál era la cantidad de tiempo de ocio que poseían los participantes. Entre estas preguntas se encontraban:
“De media, los días que estás trabajando, ¿cuántas horas/minutos pasas en actividades de tiempo libre?”
“Considerando todas las cosas, ¿cómo te sientes acerca de tu vida estos días? Dirías que te sientes: 1. Muy satisfecho, 2. Algo satisfecho, 3. Algo insatisfecho, 4. Muy insatisfecho”
Otra vez, el grupo de Sharif encontró que altos niveles de tiempo libre fueron asociados significativamente con altos niveles de bienestar, pero seguía habiendo un límite. Las personas que superaban ese límite de tiempo libre no manifestaban un mayor bienestar a partir de ese punto, significando que más tiempo libre no es sinónimo de más felicidad. Es como en el cuento de Ricitos de oro: ni la silla pequeña ni la silla grande la hacen feliz, solo la mediana.
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Tiempo libre, bienestar y productividad
Para comprender mejor este fenómeno, los investigadores llevaron a cabo dos experimentos online involucrando a una muestra de más de 6.000 participantes. En el primer experimento se pidió a los voluntarios que se imaginaran teniendo una determinada cantidad de horas libres cada día durante un período de seis meses.
Los participantes fueron aleatoriamente asignados para tener poco (15 minutos al día), moderado (3,5 horas al día) y mucho (7 horas al día) tiempo libre. Se pidió a los participantes que indicaran cuáles creían que iban a ser sus grados de disfrute, felicidad y satisfacción.
Los participantes de los grupos con poco y mucho tiempo libre reportaron que creían que tendrían menor bienestar en comparación con el grupo moderado. Los investigadores encontraron que aquellos que tenían poco tiempo de ocio se sentían más estresados que aquellos que tenían tiempo libre moderado, contribuyendo a un menor bienestar, mientras que los que tenían mucho tiempo libre se sentían más improductivos que los del grupo moderado, lo cual también reducía su bienestar subjetivo.
El segundo experimento consistió en averiguar el potencial rol de la productividad. Para ello, pidieron a los participantes que se imaginaran teniendo tiempo libre moderado (3,5 horas) y alto (7 horas) al día, pero también se les pidió que se imaginaran invirtiendo ese tiempo en actividades productivas (p. ej., hacer ejercicio, aficiones o correr) y actividades improductivas (p. ej., mirar la televisión o usar el ordenador).
Los investigadores vieron que los participantes con mayor tiempo libre indicaron menores niveles de bienestar cuando hacían actividades improductivas. En cambio, quienes hacían actividades productivas, incluso cuando se les había asignado en el grupo de quienes tenían mucho tiempo libre, se sentían satisfechos y con niveles de bienestar similares a los que tenían las personas del grupo de tiempo libre moderado.
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Jubilación y desempleo
Si bien en un principio la investigación se había orientado en encontrar cuál era la relación entre el bienestar subjetivo y las horas de tiempo libre disponibles, el hecho de investigar sobre cómo las personas invierten su tiempo de ocio y en qué medida influye en su bienestar también supuso hallazgos reveladores. Su investigación sugiere que tener días enteros de tiempo libre a rellenar puede conducirnos a un sentimiento de infelicidad.
Teniendo en cuenta esto, la investigación pone en relieve la necesidad de aprender a gestionar adecuadamente el tiempo libre, sobre todo cuando uno se encuentra pasando por períodos tales como la jubilación o estar en el paro.
Las personas que se encuentren en este tipo de situaciones puede correr el riesgo de sentirse profundamente insatisfechas, infelices y sentir que pierden el tiempo, motivo por el cual es muy recomendable rellenar el tiempo vacío con actividades como asistir a cursos de formación, apuntarse a idiomas, hacer deporte o realizar cualquier actividad que tenga una organización en el tiempo.
RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/psicologia/es-malo-tener-mucho-tiempo-libre
Estudio revela la estructura de receptores involucrados en la memoria y el aprendizaje. POR: Maria Fernanda Alonso
/in Uncategorized/by adminHace más de un año vivimos en pandemia. Desde el primer momento, la Organización Mundial de la Salud presentó lineamientos a la población general, con el potencial de disminuir las probabilidades de contagio y, con el tiempo, las investigaciones han avalado muchos de ellos los cuales son considerados comportamientos de prevención imprescindibles: usar mascarilla, lavarse bien las manos, cubrirse la boca y nariz al toser o estornudar y mantener una distancia mínima de dos metros.
A pesar del apoyo científico y las campañas de concientización públicas, la población no siempre ha cumplido con tales pautas. Muchos factores pueden contribuir a esta situación y, según una investigación reciente, el grado en que las personas se identifican con otros seres humanos puede ser uno de los fundamentos: la conexión y el compromiso moral con otros humanos pueden estar relacionados con la mayor disposición a seguir las pautas relacionadas con la COVID (Barragan et al., 2021).
Qué metodología usaron
Participaron del estudio 2537 adultos de todo el mundo, con base en países de América del Norte y del Sur, Europa y Asia. Primero, se les preguntó qué probabilidades tenían de cumplir con los comportamientos de salud recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a principios de 2020, cuando la pandemia comenzó a extenderse por todo el mundo. (Los cuatro comportamientos clave que recomendó la OMS fueron lavarse bien las manos, cubrirse la boca al toser o estornudar, distanciarse socialmente y no tocarse la cara.)
Posteriormente, se les preguntó qué tan probable era que participaran en cuatro comportamientos prosociales: donar máscaras a un hospital, recoger a alguien con COVID-19 al costado de la carretera, ir de compras al supermercado para ayudar a una familia que necesitaba comida a pesar de la directiva de quedarse en casa, y llamar a una ambulancia para alguien afectado por el virus.
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Los participantes indicaron, seguidamente, cuán estricto era el “cierro obloqueo” de su país o área en ese momento, cuán disponibles eran los testeos en su área y cuánto se percibían a sí mismos en riesgo personal de contraer el virus. También informaron cuánto se identificaron con su propia comunidad y su propia nación, y finalmente cuánto se identificaron con toda la humanidad (por ejemplo, respondiendo a declaraciones como “¿cuánto crees en ser leal a toda la humanidad?”).
Qué encontraron
Los investigadores hallaron que aquellas personas que se identificaron más fuertemente con toda la humanidad fueron significativamente más propensos a decir que se involucrarían tanto en comportamientos prosociales, como donar máscaras e ir a comprar comestibles para otros, como en los comportamientos de salud de la OMS diseñados para detener la propagación del virus.
Otros factores también tuvieron un impacto en los comportamientos prosociales: por ejemplo, la identificación con la comunidad de uno estaba fuertemente relacionada con varios resultados. Pero la identificación con toda la humanidad fue la única variable que predijo significativamente los cinco resultados y tuvo un efecto mucho mayor que cualquiera de las otras variables.
En otras palabras, los participantes que se identificaron más estrechamente tanto con su propia comunidad como con la humanidad en su conjunto tenían más probabilidades de participar en comportamientos prosociales y de salud que aquellos que se identificaron de forma fuerte con su nación únicamente.
¿Cómo se desarrolla exactamente la identificación con la humanidad? Los autores sostienen que investigaciones adicionales podrían analizar la génesis de tales ideas, así como una muestra demográfica más amplia (el 72% de esta muestra tenía educación universitaria, por ejemplo). Determinar si ciertos tipos o rasgos de personalidad están vinculados a tales creencias también podría ser esclarecedor.
Tampoco está claro hasta qué punto estos hallazgos explican no solo el incumplimiento, sino también el rechazo absoluto de las pautas.
Referencia bibliográfica: Barragan, R. C., Oliveira, N., Khalvati, K., Brooks, R., Reinecke, K., Rao, R. P. N., & Meltzoff, A. N. (2021). Identifying with all humanity predicts cooperative health behaviors and helpful responding during COVID-19. PloS One, 16(3), e0248234. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0248234
Fuente: Research Digest
RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/identificarse-con-la-humanidad-predice-cooperacion-covid19/
Estudio sobre las ondas cerebrales dentro del hipocampo presenta hallazgos prometedores para el tratamiento de la epilepsia y la enfermedad de Alzheimer. POR: Maria Fernanda Alonso
/in Uncategorized/by adminNeurocientíficos fueron capaces de medir la actividad del hipocampo (el centro de la memoria en el cerebro) en personas que se sometieron a cirugías para tratar la epilepsia severa. Descubrieron que las ondas cerebrales viajan de un lado a otro a través de esta estructura, integrando mensajes de diferentes áreas del cerebro, lo cual puede explicar cómo esta región vital del cerebro combina una gama diversa de entradas en memorias con múltiples capas que luego se pueden recordar (Kleen et al., 2021).
Estudios anteriores habían sugerido que las ondas de actividad en el hipocampo solo viajan en una dirección: desde la parte trasera, que codifica la mayor parte de la información sobre la ubicación física, hasta la parte delantera, que codifica la mayor parte de la información emocional. Para el Dr. Kleen, autor principal del nuevo estudio, este viaje de ida no es suficiente para explicar cómo esta pequeña región del cerebro logra vincular múltiples tipos de información para formar un recuerdo.
Cómo lo descubrieron
Para llegar a su descubrimiento, los científicos utilizaron un dispositivo de grabación especial de “micro red” desarrollado por colegas del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore (LLNL). Las cirugías para la epilepsia son guiadas con la ayuda de grabaciones cerebrales. La nueva tecnología de rejilla de electrodos de alta densidad que utilizaron en este estudio les permitió ver esta novedosa actividad del hipocampo, antes desconocida.
Durante la cirugía cerebral para tratar la epilepsia, el hipocampo, una estructura larga en la profundidad del cerebro dentro del lóbulo temporal, queda expuesto y, a veces, se extrae total o parcialmente. El hipocampo puede ser una fuente de convulsiones para las personas con epilepsia y es una de las primeras regiones del cerebro afectadas por la enfermedad de Alzheimer.
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Para entenderlo mejor, los autores nos dan un ejemplo: imagina que perdiste tus llaves en la plaza central de la ciudad. Recordás el aspecto espacial “dónde” (la plaza central), y también lo que sentiste a nivel emocional “¡rayos, perdí mis llaves!”
Para procesar un recuerdo debe haber alguna forma de integrar muchas partes de la memoria juntas. Tendría sentido que las ondas cerebrales viajen a través de múltiples rutas para procesar la información, dijo el autor principal.
Cómo probaron su hipótesis
En un esfuerzo por probar esta hipótesis, los investigadores desarrollaron un dispositivo que pudiera brindar una imagen bidimensional de alta resolución de la actividad neuronal. El dispositivo en cuestión es más pequeño que una moneda de diez centavos, y contiene 32 electrodos separados cada 2 mm en un polímero flexible capaz de adaptarse a la forma del hipocampo.
Durante la cirugía, Chang colocó suavemente la matriz de electrodos directamente sobre el hipocampo de seis pacientes quirúrgicos diferentes para monitorear la actividad eléctrica mientras los pacientes descansaban. Utilizando algoritmos como el aprendizaje automático para analizar los datos, el equipo descubrió que no solo las ondas cerebrales viajan tanto hacia arriba como hacia abajo del hipocampo, sino que se puede predecir las direcciones en las que se mueven.
El equipo también descubrió que, a veces, las ondas de dos frecuencias diferentes estarían presentes a la vez, moviéndose en diferentes direcciones y potencialmente llevando información diferente. El hallazgo brinda una nueva perspectiva sobre cómo el hipocampo puede integrar información proveniente de múltiples áreas del cerebro en recuerdos detallados.
Cambios en la dirección de las ondas con la actividad cognitiva
Dos de los pacientes estaban despiertos e interactuando durante la cirugía. Kleen pudo mostrarles fotos de objetos comunes, como un perro, y pedirles que recordaran la palabra correspondiente. Los datos de los electrodos mostraron que mientras un paciente recordaba la palabra, los ciclos de actividad viajaban constantemente desde la parte posterior del hipocampo hacia el frente. Segundos después, los ciclos de actividad cambiaron, viajando en la dirección opuesta. “La dirección del viaje de las ondas puede ser un biomarcador que refleje el proceso cognitivo en el que está involucrado el paciente en ese momento”, dijo Kleen.
Los investigadores esperan que la información obtenida pueda conducir a tratamientos que utilicen estimulación cerebral profunda para mejorar las terapias con neuroestimuladores que están teniendo un gran éxito en la epilepsia. También esperan que puedan aumentar la comprensión sobre el funcionamiento del hipocampo para abordar el daño ocasionado en pacientes con epilepsia y con enfermedad de Alzheimer.
Referencia bibliográfica: Kleen, J. K., Chung, J. E., Sellers, K. K., Zhou, J., Triplett, M., Lee, K., Tooker, A., Haque, R., & Chang, E. F. (2021). Bidirectional propagation of low frequency oscillations over the human hippocampal surface. Nature Communications, 12(1), 2764. https://doi.org/10.1038/s41467-021-22850-5
Fuente: Science Daily
RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/ondas-cerebrales-hipocampo-viajan-en-diversas-direcciones/