¿En qué momento aprenden los niños a concentrarse? Por: ELENA SANZ

La capacidad para concentrarse se adquiere con los años y la maduración cerebral. Descubre a qué edad aprenden los niños a controlar su atención.

¿En qué momento aprenden los niños a concentrarse?

Trastornos como el déficit de atención y la hiperactividad (TDAH) están, hoy en día, en boca de todo el mundo. Parece que el porcentaje de niños diagnosticados es cada vez mayor y esto puede llevar a los progenitores a preocuparse. Ante determinadas conductas infantiles surge el temor de que el niño padezca un problema de esta índole. Pero en realidad, lo que sucede es que no comprendemos bien cuándo y cómo aprenden los niños a concentrarse.

Quizá tu hijo no aguante leyendo más de unos minutos, se distraiga haciendo sus deberes o permanezca poco tiempo desarrollando una misma actividad o juego. Antes de alarmarte, pregúntate cuáles son sus capacidades según su edad.

Quizá estés exigiendo más de lo que el pequeño puede dar. A fin de evitar estas situaciones, te compartimos valiosas informaciones acerca de la concentración infantil.

¿Qué es la concentración y cómo se desarrolla en los niños?

La concentración es la capacidad de dirigir la atención hacia los estímulos relevantes y sostenerla, desechando aquellos inputs que no nos sirven. Es un proceso complejo e intencional; no solo debemos escoger el foco, sino que también hemos de ser capaces de obviar otras estimulaciones irrelevantes.

Alcanzar este logro está relacionado con el desarrollo y la maduración cerebral. Los recién nacidos suelen enfocarse en el rostro y en la voz de sus cuidadores, pero su atención es muy voluble. Reaccionarán y cambiarán su enfoque ante cualquier sonido o estimulación del medio.

A medida que el niño crece, no solo aprende a dirigir voluntariamente su foco atencional, sino que además adquiere la capacidad de mantenerse concentrado por periodos de tiempo prolongados. Esto, a medida que maduran las regiones cerebrales prefrontales.

Tengamos en cuenta que estas estructuras no terminan de desarrollarse hasta pasada la adolescencia, por lo que el camino a recorrer es largo. Aun así, veamos los avances que se producen a cada edad.

Niño distraído en sus deberes.
La distracción al realizar los deberes y las tareas de la escuela es esperable hasta ciertas edades.

La capacidad de concentración infantil en función de la edad

Los tiempos y las características que se mencionan a continuación son orientativos y pueden variar ligeramente de un niño a otro. Conviene conocerlos y tenerlos en cuenta para saber qué esperar en cada época:

  • Durante el primer año: la atención del bebé es fugaz e inestable. Se distrae con facilidad ante elementos novedosos y llamativos del entorno. Su atención no podrá mantenerse durante más de 4 o 5 minutos.
  • Entre 1 y 2 años: en este momento los niños se enfocan en aquello que les atrae, les agrada y llama su atención. Pero no lo sostendrán por más de 6 u 8 minutos.
  • Entre 2 y 3 años: comienza a desarrollarse la atención voluntaria. El niño controla dónde pone su foco. Sin embargo, es fácil que se distraiga y que no permanezca concentrado más de 15 minutos.
  • Entre 3 y 4 años: el infante ya tiene más control sobre su atención. Puede cambiarla a voluntad y sostenerla incluso por 20 minutos. No obstante, es común que quiera cambiar de actividad cuando comience a aburrirse.
  • Entre 4 y 5 años: tu hijo podrá mantener su concentración por 25 minutos e incluso atender varios aspectos a la vez. Por ejemplo, podrá escuchar y comprender tus instrucciones mientras está pintando.
  • 6-7 años en adelante: a partir de este momento el control sobre la atención es mayor. El niño puede enfocarse en una tarea, incluso si esta no le resulta muy atractiva. Sus periodos de concentración se incrementan hasta 40 o 45 minutos hacia los 9 años. A pesar de ello, si la tarea es poco agradable o aburrida pueden distraerse tras los 15 minutos.

¿Para qué nos sirve conocer cuándo aprenden los niños a concentrarse?

Tener en consideración las capacidades presentes a cada edad es fundamental para el proceso pedagógico en el aula. Sin embargo, para los padres este conocimiento también resulta básico.

Esto les permitirá organizar las tareas que realizan con sus hijos, ajustando los periodos de tiempo, programando descansos adecuados y, sobre todo, identificando si realmente existe un problema.

Como hemos comentado, en ocasiones creemos que un niño padece TDAH, cuando simplemente está siendo un niño. Incluso en la comunidad médica existe un sobrediagnóstico. No podemos pedirles a los infantes que sean adultos en miniatura, que se sienten, atiendan y cumplan sin mover la mirada.

Un niño que presente un trastorno de atención tendrá dificultades para funcionar al nivel que sus compañeros de la misma edad. No solo se distraerá fácil, sino que cometerá múltiples errores por falta de atención, se olvidará de ciertas cosas y perderá varios objetos.

En estos casos, consultar con un profesional es lo más adecuado para obtener un diagnóstico y aplicar las pautas apropiadas en el hogar y en la escuela.


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Fomentar la concentración en los niños

La capacidad de concentración depende en gran medida de la edad del menor. No obstante, este no es el único condicionante. Como padres, podemos fomentarlos aplicando algunas pautas sencillas:

  • Trata de que las actividades sean atractivas y agradables. Hay muchas formas de enfocar una misma tarea y cuanto más llamativa resulte para los niños, más fácil es que permanezcan concentrados. Por ejemplo, puedes hacer que el momento de recoger sus juguetes sea un juego, empleando una canción o estableciendo una competición.
  • Procura que el entorno sea adecuado, que no contenga distracciones innecesarias. Los dispositivos tecnológicos, el bullicio propio del hogar o la música fuerte de fondo pueden hacer que el foco del menor se desvíe con más frecuencia.
  • Ofrece instrucciones sencillas y limítalas a 2 o 3 a la vez. De esta forma, será más simple que las cumpla.
  • Ciertos juegos y actividades, como formar rompecabezas, colorear mandalas o copiar dibujos, favorecen esta habilidad cognitiva. Inclúyelos en el día a día de tus hijos.
  • Presta atención a sus necesidades básicas. Un niño cansado o hambriento tendrá más dificultades para mantenerse concentrado.
Armar rompecabezas para mejorar la concentración.
Hay actividades que favorecen la concentración y la práctica de esta habilidad. Armar rompecabezas es una opción.

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Los niños aprenden a concentrarse en su momento; respetémoslos

En definitiva, ten siempre presente cuándo aprenden los niños a concentrarse y recuerda que se trata de un proceso complejo que se desarrolla progresivamente. Respeta los tiempos de tu hijo, adapta las actividades a su edad y no lo fuerces más de la cuenta.

Si, a pesar de esto, sospechas que puede haber algún problema, contacta con un psicólogo infantil. El profesional podrá orientarte.

RECUPERADO DE: https://mejorconsalud.as.com/momento-aprenden-ninos-concentrarse/

4 consejos para hablar con tu hijo adolescente. Por: BERNARDO PEÑA

Durante la adolescencia, los hijos sufren cambios que influyen en sus personalidades y dificultan la comunicación con sus padres. Aprende a manejar la situación.

4 consejos para hablar con tu hijo adolescente

Hablar con un hijo adolescente no es tarea fácil. En general, los padres tienen problemas para comunicarse con ellos en esta etapa; pareciendo que se habla en lenguajes diferentes. Sin embargo, debes llenarte de paciencia y guiarlos hasta donde sea posible.

Cuando un hijo se enfrenta a un problema, tú deber principal es orientarlo, pero dejando que lo resuelva solo. La capacidad que ellos tienen de razonar deben ponerla en práctica. Analizad juntos el problema y deja que sea él quien encuentre la solución.

Frases alentadoras como: “Piensa un poco sobre lo hablado y luego toma la decisión que tú consideres, pero recuerda que debes asumir las consecuencias con responsabilidad” son consejos valiosos que surgen gracias a unas bases principales. De esta forma, no se trata de “dejar hacer”, sino de sugerir y orientar con paciencia. A continuación, te damos unos cuantos consejos para lograrlo.

 Consejos para hablar con un hijo adolescente

En la adolescencia las personas experimentan cambios físicos, psicológicos, hormonales y sociales. Trayendo como consecuencia que la comunicación con los padres sea más compleja.

Estos cambios los llevan a desear hablar más con amigos de su misma edad, y en ocasiones escuchan consejos errados que los pueden hacer fracasar. Por este motivo, a continuación te damos algunos consejos (siguiendo la información blindada por la investigadora Patricia Weissmann, de la Universidad Nacional Mar de la Plata) para que los pongas en práctica al hablar con él.

1. Sé razonable y mantén la posición

Los adolescentes saben cómo convencer a sus padres para lograr sus objetivos. Es cierto que cuando los progenitores ceden ante un castigo, el problema se resuelve de forma temporal. Pero con esta actitud les están demostrando a su hijo que, mientras insista, va hacer lo que él quiera. Por ello, es importante que mantengas una clara posición.

Sin embargo, también hay que ser razonable y dejar que el hijo exponga los motivos por los cuales rompe una regla. Por ejemplo, sugerirle que solicite permiso para llegar más tarde a casa de la hora establecida en la norma. En este caso, si accedes y dices que “sí”, estarás siendo razonable y no cederás a una insistencia.

Madre hablando con su hija.

Para reforzar esta norma, se recomienda reunir a la familia para hablar de las reglas. En especial, del horario establecido para llegar a casa. También debéis evaluar cada factor antes de tomar una decisión. Así se le demuestra al adolescente que los padres están dispuestos a ceder si no se viola ninguna norma.

2. Sé asertivo

Tal y como explica un artículo avalado por la Universidad de Loyolasiendo un padre asertivo, tendrás la capacidad de defender tus propios derechos y expresar tu opinión sin ofender a los hijos ni permitir que ellos te ofendan. Así, a través de la palabra mediadora, lograrás una negociación donde ambas partes queden satisfechas con los resultados.

Al asumir una actitud asertiva, harás que aumenten las posibilidades de conseguir el objetivo que deseas. Además, el adolescente se sentirá más tranquilo y seguro porque sabrá que sus padres lo escuchan y que toman en cuenta sus opiniones y sentimientos.

Madre e hija hablando.

Es importante ser sinceros, no dar sermones (“yo a tu edad…”) y escuchar cómo se sienten. Ellos están en otra fase de la vida, así que tal vez no entiendas por qué algunos problemas que para ti son sencillos, para ellos suponen un mundo. Por ejemplo: qué piensan los demás, la popularidad, salir con la chica/chico que le gusta, etc.

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 3. Habla siendo un buen ejemplo

No hay norma, manuales ni secretos para hablar con adolescentes. Por esto, se debe tener paciencia, comprensión y dar ejemplo con la palabra. La mejor manera es comportarse como un modelo a imitar cuando converses con él sobre un tema que te preocupa.

Los hijos en esta etapa comienzan a madurar y viven en una lucha continua para independizarse de los padres. Ellos prefieren estar más tiempo con los amigos; dejando quizás en segundo plano a la familia.

Por lo que es recomendable que los padres hagan énfasis en involucrar a los jóvenes en la toma de decisiones. Ya sea de algún viaje, la compra de algún artículo nuevo, los cambios de colegio, la planificación de una mudanza, etc. En cualquier caso, es importante tomar en cuenta su opinión para que juntos elijáis la mejor opción.

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4. Escoge el lugar y el momento adecuado

Si consideras que tu hijo está teniendo un problema de conducta, es indispensable que escojas un buen momento y lugar donde conversarcon tranquilidad y sin interrupciones. Cuando estén relajados, ya se podrá comenzar una conversación asertiva.

Inicia el tema describiendo el problema, de una manera sencilla y directa. Se trata de decir cómo te sentiste con el comportamiento que hizo, pero sin juzgar su personalidad; solo corrigiendo el comportamiento. De esta forma, tiene que quedar claro que lo que te molestó fue lo que hizo y no su personalidad.

Madre e hija charlando amenamente.

Corregir las primeras faltas es fundamental, no esperes que ocurra esa conducta en reiteradas ocasiones. Así, evitarás castigarle y que se ponga a la defensiva porque no entienda lo que no debe hacer.

Templanza y sosiego al hablar con un hijo adolescente

Como ya habrás podido comprobar, quizás no te es fácil poder hablar con tu hijo adolescente sin evitar discutir. Pero, en el caso que él se altere y comience a levantar la voz, es vital que mantengas la calma.

Debes lograr tranquilizarlo y decirle que, cuando esté más calmado, continuarán hablando. Recuerda que los adultos son los que tienen que dar el ejemplo. Así, la conversación no perderá el sentido y ganarán ambas partes.

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7 rasgos que te permitirán detectar a las personas tóxicas. Por: SERGIO DE DIOS FONZÁLEZ

Las personas somos seres sociales por naturaleza. Esta necesidad de intercambio no solo se alza como una fuente maravillosa de bienestar, sino que también nos proporcionará valiosos aprendizajes, como detectar a las personas tóxicas. Por ello, es importante que estemos muy atentos a nuestras interacciones. De lo contrario, podemos quedar atrapados en las trampas que estos perfiles elaboran a través de las más sofisticadas estrategias.

Asimismo, no podemos dejar de lado un aspecto importante. Este tipo de dinámicas apagan nuestra vitalidad, generan estrés y malestar psíquico. Nadie es inmune a su comportamiento. Por ello, además de reconocer cuándo nos encontramos verdaderamente ante un perfil de estas características, también es necesario saber cómo manejarlos, cómo tratarlos. Veamos más datos a continuación.

“Muchas veces permitimos entrar en nuestro círculo más íntimo a los chismosos, a los envidiosos, a gente autoritaria, a los psicópatas, a los orgullosos, a los mediocres, en fin, a gente tóxica, a personas equivocadas que permanentemente evalúan lo que decimos y lo que hacemos, o lo que no decimos y no hacemos”.

-Bernardo Stamateas-

Personas tóxicas, personas con comportamientos abusivos

Tal y como nos explican en un artículo publicado en el espacio Psychology Todayel comportamiento tóxico se extiende en casi cualquier escenario de nuestra sociedad. Incidimos en el término “comportamiento tóxico” por una razón que es necesario aclarar en un primer lugar. El ser humano no presenta toxicidad alguna, esta designación debe centrarse ante todo en las conductas manifiestas de cada individuo, esas que por su efecto negativo impactan de forma directa en los demás.

Este tipo de personas afectan al clima de las empresas e incluso a la productividad. Crean relaciones de pareja muy desgastantes. Edifican vínculos con su entorno donde muchas familias pueden quedar distanciadas, donde grupos de amigos acaban rompiendo sus lazos por ese elemento disruptivo, ese perfil tóxico que todo lo envenena con su comportamiento.

Mujer influenciada por su pareja

7 características para detectar a las personas tóxicas

Dada la popularidad del término “persona tóxica”, cabe decir que en ocasiones hacemos un pequeño abuso del mismo. Debemos ser objetivos y ante todo, ser conscientes del efecto que tienen sobre nosotros. No basta con que ese compañero de trabajo esté siempre de mal humor, no basta con que alguien nos dé una negativa en un momento dado o nos lancen una crítica puntual.

Detectar a las personas tóxicas exige tener en cuenta una serie de características muy concretas que se mantienen estables en el tiempo y que además, se ejecutan con una clara intencionalidad. Veámoslas.

1. Son egocéntricas

El primero de los rasgos para detectar a las personas tóxicas es que hablan continuamente y en exceso de sí mismas. Son el centro de toda atención, son ese agujero negro donde todo se dirige, ese epicentro que insiste en ser alimentado, atendido, tenido en cuenta y hasta venerado.

2. Tienen una visión pesimista de las cosas

El discurso de la persona tóxica está construido a través de quejas, críticas y pesimismos. Son los típicos que sacan el lado oscuro a todo lo que les propongas o les cuentes a través de sus críticas y quejas continuas. Asimismo, nada puede ser tan complicado como alcanzar un objetivo o realizar cualquier tarea junto a este tipo de perfil.

Son expertos en encontrar problemas a toda solución. A su lado la motivación se extingue y no dudan en poner una zancadilla tras otra hasta hacer de un simple ovillo, una montaña de dificultades.

3. Ocupan el rol de víctimas

Si tienes alguna persona en tu entorno que siempre asume el rol de víctima para ser el centro de atención, hay muchas posibilidades de tengas ante ti a una persona tóxica. Esta estrategia les permite ser validadas y disponer a su antojo de todos nuestros recursos, de todas nuestras energías.

Mujer cansada

4. Falta de empatía

Lo decíamos al inicio, para detectar a las personas tóxicas calibra tu estado emocional. Si decimos esto es por un hecho más que evidente: los perfiles con dicho comportamiento sabotean autoestimas. Carecen de esa empatía primordial con la que ser conscientes del efecto que sus dinámicas tienen sobre los demás.

No solo no son capaces de calzarse en los zapatos ajenos, sino que además, no tienen intención alguna de hacerlo. Ellos son ese punto de referencia único y absoluto por donde debe orbitar todo el universo.

“En una relación tóxica siempre existe un tono constante de crítica y tensión. Este comportamiento se origina ya en el seno familiar: si una persona ha sido educada por padres excesivamente críticos y han sido testigos de esta actitud en repetidas ocasiones, ya están acostumbrados a las críticas. Además, estas personas están predispuestas a provocar el mismo tipo de toxicidad en generaciones venideras”.

-Bonnie Kennan-

5. Son envidiosas

Si quieres detectar a las personas tóxicas atiende ese sentimiento que les destruye y carcome por dentro: la envidia. Desear lo que no se tiene y odiar a quien tiene aquello que se anhela, es una fuente de sufrimiento y de inmadurez absoluta. Es además el motivante de muchas conductas agresivas. Aparecen los desprecios y esos odios donde se halla camuflado esa sensación, la de la envidia que lo devora.

6. Son infelices

No nos equivoquemos. Las personas con comportamientos tóxicos no son felices. Quienes viven este tipo de actitudes y comportamientos no entienden de inteligencia emocional. No se responsabilizan de sus actos ni de los efectos de los mismos. Se frustran con facilidad, no manejan la envidia, no saben canalizar su ira, no entienden sus tristezas… Carecen de esa solvencia emocional con la que poder invertir en bienestar y felicidad.

7. No se alegran por los logros de los demás

La persona con comportamientos tóxicos no compartirá tus alegrías ni te dará aliento en épocas complicadas. Será esa mirada que se incomodará con tus éxitos y que vendrá raudo y veloz cuando fracases para intensificar aún más la herida. Así, y por curioso que nos resulte, no siempre vemos a la primera este tipo de conductas. A veces las dejamos pasar. Otras incluso los justificamos: está ocupado, tiene muchas cosas en la cabeza y por eso no me ha felicitado o no ha venido a darme aliento y ánimos…

Hombre envidioso

No nos equivoquemos. Ahí donde habite una perfil de este tipo, no crece nada. Ahí donde se ejerzan este tipo de artimañas, nadie se sentirá feliz, nadie se sentirá bien ni podrá alcanzar meta alguna. El coste de este tipo de perfil puede ser inmenso en caso de que sea un familiar cercano o nuestra pareja. Por tanto aprendamos a detectar a las personas tóxicas, permitámonos respirar en equilibrio sabiendo de quién defendernos y con quien establecer saludables distancias.

Las actitudes que causan infelicidad y “mala vida” se pueden corregir, romper y deshacer. Se pueden superar con fuerza de voluntad y lo más importante, el deseo de ser feliz y conquistar tu felicidad, compartiéndola con el mundo.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/7-rasgos-que-te-permitiran-detectar-a-las-personas-toxicas/

5 grades retos del comienzo de la adolescencia. Por: BERNARDO PEÑA

Hablemos de 5 grandes retos del inicio de la adolescencia que debes considerar para transitar esta etapa de forma exitosa. Cambios en el cuerpo y en el ánimo, la independencia, la pareja, el sexo, la identidad, entre otros.

5 grandes retos del comienzo de la adolescencia

La adolescencia es una etapa difícil en la que se producen importantes cambios físicos, pero también psicológicos y sociales. Es un periodo en el cual la persona transita el camino de niño a adulto y es allí cuando aparecen grandes retos.

Muchos padres se sienten impotentes ante los cambios bruscos que experimentan sus hijos. Pasan de ser muy habladores a estar callados, de contárselo todo a no decir nada, y a tener un humor impredecible… En suma, la comunicación y la forma de interactuar cambian y esto hay que aprender a gestionarlo poco a poco.

Cómo puedes hacerle frente a los retos de la adolescencia

Todos los problemas que puedan ocasionar estos cambios que experimentan los adolescentes no solo afectan a sus padres, sino también a ellos mismos. Los jóvenes se encuentran perdidos, sin saber muy bien qué es lo que les ocurre. Ni ellos mismos entienden sus vaivenes emocionales.

Por eso, proponemos aquí identificar 5 grandes retos de la adolescencia y cómo abordarlos de la mejor manera.

1. La búsqueda de la propia identidad

En la adolescencia pueden presentarse varios retos emocionales
Buena parte de la identidad se construye -o descubre- durante esta etapa.

Cambios constantes, pruebas de diferentes estilos. Lo que estás buscando es tu propia identidad. Esto puede hacer que la familia no entienda cómo se puede pasar de un extremo al otro, o de una manera de ser a otra, con tanta facilidad.

Solo estás intentando ubicarte, saber quién eres para empezar a construir tu personalidad y autoestima. Cuáles son tus valores, y cómo quieres expresarte a través de tu ropa o de tu peinado.

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2. La necesidad de independencia

Todos deseamos ser independientes, que no nos digan lo que tenemos que hacer, ser libres. Pero, no todo es tan fácil, ni va tan rápido. La independencia significa también hacer frente a los gastos de la vida cotidiana. Y en la actualidad encontrar un trabajo no es sencillo.

No obstante, esto no significa que no haya que perseverar en el intento. Todos tenemos que volar del nido tarde o temprano.

3. La apariencia

Este es uno de los grandes retos de la adolescencia y, quizás, uno de los más difíciles. Es un periodo en el que te centrarás mucho en cómo te ves físicamente, si cumples con los cánones de belleza, si los demás te aceptan.

Sin embargo, esto llevado al extremo puede convertirse en problemas de anorexia y bulimia, por lo que no hay que perder la perspectiva.

Aunque intentamos encajar y nos preocupamos por si el cuerpo desarrollará ciertas parte o no, obsesionarnos no será algo positivo. Siempre habrá personas que se desarrollen antes que otras, que sean más delgadas o que tenga una cintura más estrecha, por ejemplo. Aceptar el cuerpo tal y como es será todo un reto.

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4. El interés por el sexo

El interés por el sexo ronda a los adolescentes. Hacen bromas y su actitud denota cierta inmadurez en el aspecto de la sexualidad.

Las charlas que puedan dar en los institutos sobre salud sexual son necesarias, pero también las que puedan brindar sobre educación sexual. Entre varios temas se debe hablar de métodos de prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) o de embarazos no deseados.

También es importante tratar los temas referidos al deseo, el respeto, el amor y los aspectos para construir relaciones sanas.

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5. La inclinación a la hora de elegir pareja

Los retos en la adolescencia incluyen experimentar con el amor
Este es el momento perfecto para explorar el amor.

Debido a lo anterior, los adolescentes querrán experimentar el hecho de tener una pareja, y es aquí cuando sería importante tener una buena educación sexual de base.

Las diferentes modalidades de relación existentes, las relaciones sanas y las violentas, la identidad de género, las relaciones heterosexuales y las homosexuales, todo está por descubrir. Y es necesario que se hable en la casa y en la escuela.

La familia tendrá una gran importancia en todos estos retos de la adolescencia. Transmitir buenos valores, fomentar la comunicación (con paciencia y respeto para todas las partes) y hablar de todos los temas que puedan evitar malestar, sufrimiento y dolor en esta etapa tan difícil será algo más que necesario para atravesarla de una forma saludable.

Si eres padre y te cuesta gestionar la comunicación en casa con tu hijo adolescente, recuerda que es válido que solicites ayuda profesional.

RECUPERADO DE: https://mejorconsalud.as.com/los-5-grandes-retos-de-la-adolescencia-que-forman-la-personalidad/

¿Cómo enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones? Por: Eleba Sanz

Los adolescentes tienen todo el tiempo por delante, pero a la hora de tomar decisiones se pueden sentir apremiados. Enseñarles a decidir es ayudarlos a controlar la ansiedad y a evaluar con calma los pro y contras.

¿Cómo enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones?

Enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones es una tarea que requiere paciencia y tacto. Desde su perspectiva, la vida parece más compleja. Y aunque la experiencia de los padres esté a su completa disposición, él se sentirá tentado a desafiar los consejos de la autoridad.

Además, en su habitación puede estar dos veces encerrado; con respecto a su familia, pero también ensimismado en sus pensamientos. Ayudarlo a salir y a romper el silencio, evaluar juntos escenarios y alternativas, hacer que sienta que no está solo, es fundamental.

¿Por qué la adolescencia es una etapa tan determinante en la vida?

La adolescencia es una etapa en la que todo cambia drásticamente. Se transforman el cuerpo, las relaciones y los sentimientos. Los adolescentes replantean su personalidad y su ser social explorando el mundo más allá del medio familiar, buscando afirmación y sentido de la vida.

En esta etapa se toman decisiones trascendentales y por su idea o concepción del tiempo es probable que no se advierta su peso. Se llega a elegir el desarrollo profesional, la carrera deportiva, continuar o no con un instrumento musical o una expresión artística, como el teatro o la danza.

En estos casos, el cuerpo adolescente que crece y se desarrolla establece una relación rotunda y exigente entre la actividad musical o deportiva y el cuerpo que la ejecuta. Acompañar y estimular al adolescente en este momento es crucial para su futuro.

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Decisiones más importantes que se deben tomar en la adolescencia

Es propio de los adolescentes la impulsividad, lo que torna un poco temerario el hecho de tomar una decisión. Por eso, a la hora de enseñar a un hijo adolescente a decidir es estratégico brindarle nociones sobre manejo consciente del tiempo, de la planificación y del establecimiento de hojas de ruta.

Adolescente juega un deporte.
El deporte puede ser determinante en la adolescencia, tanto por sus beneficios físicos como por el desarrollo de habilidades.

En el desarrollo profesional

Son muchos los casos de personas que encuentran su espacio de desarrollo personal en plena madurez. No obstante, en la adolescencia y con un seguimiento apropiado, la dirección que tome el adolescente acaso resulte decisiva.

Desde niño seguro presentó inclinaciones y será en la adolescencia cuando amerite fomento, especialización, control experto, práctica y ejercicio profesional. La música, el atletismo y la gimnasia, por solo mencionar tres talentos, exigen del adolescente una dedicación especial y de los padres un apoyo categórico.

En el círculo o la elección de los amigos

Es sabido que los amigos son de una importancia capital para los adolescentes. Son espejos, vitrinas, cómplices y confidentes. Los padres no penetran la intimidad de las conversaciones que se tejen en esos círculos en los que se define la personalidad.

De ahí la importancia de generar espacios de encuentro y familiaridad para conocer y explorar con confianza y cercanía a los amigos de los hijos. Es lo que puede aportar elementos para ayudar a configurar o influir en el complejo campo de dichas relaciones, a veces tóxicas o enfermizas.

En definitiva, son estos amigos con quienes pasan mucho tiempo, los que en momentos cruciales pueden brindar información valiosa o soporte emocional.

En el noviazgo y las experiencias sexuales

Comunicación y cercanía son complementarios para acompañar la toma de decisiones de los hijos adolescentes en el campo de la experiencia sexual o el enamoramiento. Entre su círculo de amigos se encontrarán las pautas para estos encuentros y desencuentros tan comunes e influyentes en la educación sentimental.

Por otro lado, sin comunicación aumentan los riesgos de enfermedades de transmisión sexual o embarazo precoz. Es la personalidad la que se está modelando y la sociedad del espectáculo ofrece iconos y valores en los que predomina la vida fácil y desaprensiva.

En la construcción de la autoestima

Los amigos lo ayudan a tener una imagen de sí con la que se acepta si lo aceptan. Se trata de una relación dialéctica que se debe atender para que no se desvíe o tome caminos indeseables, que incluso lleguen a afectar seriamente su salud. La bulimia o la anorexia tienen un componente social en la moda y los estereotipos.

En familia se han de cuidar los hábitos alimenticios y lo que en general se consume, sea material o inmaterial. Las cosas están cargadas de los signos de la época, lo que se refleja en la ropa, los colores de las paredes, la música y otros gustos. En tal sentido, la familia es un todo y cada miembro debe sentirse parte. 

Consejos para enseñarle a un hijo adolescente a tomar decisiones

Es común que los problemas en la adolescencia se vean muchas veces más grandes de lo que son y que se perciban como definitivos. Como si no hubiera salida y el horizonte se cerrara.

Para enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones es importante que te eleves y le muestres que la vida sigue apenas un poco más allá. Ayúdalo a empinarse.

Aumentar la comunicación

Para enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones, la comunicación en el seno familiar es irreemplazable. Hay que cultivarla en todo momento y los niños deben crecer bajo su ambiente e influjo benefactor. Ello es importante para que comunicar sea un hábito familiar.

La comunicación no está llena solo de palabras, sino de silencios comprensivos. Los padres deben abonar la intuición y la confianza.

El hijo adolescente necesita a los padres como una presencia sutil y envolvente en la que pueden llegar a sostenerse de ser necesario. Necesita respirar y hacerlo a sus anchas.

Dejarlo avanzar

Aconsejarlo, pero no apremiarlo. El adolescente precisa andar y errar. De todos modos, no estén tan seguros los padres de que saben todo lo mejor o lo que más le conviene. En los tiempos actuales los adolescentes están en contacto con realidades que los mayores no sospechaban a su edad.

Resulta un poco paradójico que sea el hijo quien vaya adquiriendo poco a poco las competencias para hacer frente a este mundo acelerado. Avanzan y de alguna manera van con él abriendo nuevos senderos. Estar dispuestos a aprender es una clave que ha de ser compartida.

Falta de comunicación adolescente.
La falta de comunicación en la familia con adolescentes promueve las malas decisiones, ya que no hay espacio para debatir y discutir.

No interponer la experiencia de los mayores

Basta ver la cantidad de oficios que hoy se ofrecen en el teletrabajo para advertir que hace solo una década atrás nada de eso existía. Las universidades mismas deben replantear su papel en la sociedad y los adolescentes participan de alguna manera en ese rediseño.

De modo que la experiencia paterna es importante, pero más recomendable es ponerla en diálogo y en interacción con los datos de la realidad. Hace poco, el pasado determinaba el correr de los días. Hoy el peso se encuentra en los cambios y las corrientes tecnológicas de un futuro que se actualiza a diario.

El hijo adolescente está conectado a esas corrientes y navega a una velocidad distinta a la de los padres. Pero no importa qué tan rápido vaya si siempre que mire atrás encuentra sus manos, abrazos u hombros.

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Comprensión y cercanía para enseñarle a un hijo adolescente a tomar buenas decisiones

El hijo adolescente necesita sentir confianza y su natural impulsividad lo llevará en ciertas coyunturas a elegir. Desde la distancia y según el conocimiento que los padres hayan adquirido de las relaciones humanas, creerán que lo mejor según el caso sea esto o aquello. Probablemente los lastime no coincidir, pero con toda seguridad habrá aprendizaje mutuo.

De cualquier manera, los padres no han de perderlo de vista, sino mantenerse a su lado, atentos a su llamado, siempre amorosamente vigilantes. Si falla o yerra, estar ahí para ayudarlo a levantarse, recomponerse y seguir adelante. La vida apenas comienza.

RECUPERADO DE: https://mejorconsalud.as.com/ensenarle-hijo-adolescente-buenas-decisiones/

¿Sabes cómo funciona la comunicación perversa?. Por: MARÍA VÉLEZ

¿Has conocido a alguien que todo el tiempo intentaba ridiculizar o infravalorar lo que decías? ¿Suspiraba al escucharte hablar o te ignoraba claramente? Pues bien, estabas ante un comunicador perverso. ¡Sigue leyendo para saber más!

¿Sabes cómo funciona la comunicación perversa?

Para desestabilizar a una persona no hace falta crear un conflicto directo o ejercer la violencia física. El uso de ironías, burlas o insinuaciones forman parte de un tipo de comunicación entre iguales en la que un individuo sale perjudicado. Hablamos de la comunicación perversa y puede darse en la pareja, en las relaciones de amistad y en el ámbito laboral.

La comunicación perversa hace referencia a una tortura psicológica hacia un semejante, la cual no hace ruido, pero desestabiliza y confunde a aquel a quien va dirigida. Todo ello puede empezar con una simple falta de respeto sin que, por supuesto, se produzca ningún sentimiento de culpapor parte de quien la emite.

Para ejercer este tipo de comunicación basta con que un individuo se burle de los gustos personales de su compañero, de sus logros o expectativas, tanto en privado como en público. También es común que le prive de la oportunidad de expresarse o hacer insinuaciones sobre el otro sin llegar a esclarecerlas.

Otras veces es tan sencillo como dejar de dirigirle la palabra, a pesar de los constantes intentos de comprobación que hace la “víctima” por conocer si verdaderamente su compañero le está ignorando sin razón aparente. Estas acciones normalmente van a acompañadas de comunicación no verbal a través de miradas altaneras o suspiros desmesurados.

Una palabra a tiempo puede matar o humillar sin que uno se manche las manos

-Pierre Desproges-

La ironía y la burla: dos formas de comunicación perversa

La ironía y la burla son dos armas que manejan estos individuos y que van a determinar su círculo de relacionesA priori, esta actitud puede dar la impresión de un individuo fuerte ya que, de cara a la galería, le coloca en la posición “del que supuestamente sabe”.

La persistencia de esta actitud desemboca en la creencia colectiva de que esa persona “es así”. En el fondo lo que consigue es crear climas desagradables y atmósferas poco recomendables en todas aquellas áreas o facetas de su vida a las que extiende su actitud. Una actitud que al mismo tiempo que contribuye a que nunca pueda crear espacios de comunicación completamente sinceros e íntimos.

De ese modo, el interlocutor termina por consentir los sarcasmos, la indiferencia y los desprecios de su pareja, amigo o compañero de trabajo, como si fueran el precio que hay que pagar por mantener una relación con ese compañero atractivo, pero sumamente complicado.

Los sarcasmos y los leves desprecios se usan como pequeñas pinceladas que incomodan y molestan al otro, y que con frecuencia se dan en presencia de otras personas. Además, suelen contar con el refuerzo de un cómplice que forma parte del grupo. De esta manera, la agresión es tan insidiosa que el receptor llega a dudar si la cosa va en serio o es una broma que debería aceptar.

La comunicación perversa en la vida diaria

El círculo vicioso de estas relaciones

Estas acciones son tan cotidianas que parecen lo más normal del mundo. Empiezan con una simple falta de respeto, pero desemboca en ataques continuos que tendrán consecuencias importantes para la salud psicológica del que los sufre.

Se trata de algo tan sibilino y que forma parte de la vida diaria, que las víctimas acaban optando por asumirlo y aceptarlo: terminan encumbrando a esas personas con la clara certeza de que es mejor estar con ellos que contra ellos. Esto desemboca en una auténtica distorsión de la relación entre ambas partes.

Marie-France Irigoyen nos habla de este tipo de violencia, esa que se instala de manera muy sigilosa y muy gradual, y que la persona que la sufre no reacciona para contraatacar, sino que manifiesta la actitud que más alimenta las agresiones encubiertas del otro: una excesiva amabilidad. Creen que si consiguen agradar un poco más, en algún momento su compañero difícil se volverá cortés.

No olvidemos que si en algún momento el perjudicado decide rebelarse y sacar un poco los pies del tiesto, el comunicador perverso se encargará de frenarle, anulando toda capacidad de pensamiento crítico y haciéndole perder la noción de su identidad.

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¿Quién es la víctima?

Aquellas personas que sienten cierta inseguridad de sí mismas son susceptibles de ser captadas por aquellos que manipulan. Este tipo de personas anteponen las opiniones de los demás a las suyas, pues creen que siempre van a saber más sobre cualquier tema. No obstante, todo parece apuntar a que la persona verdaderamente insegura es aquella que recurre a la manipulación para sentirse más fuerte.

Este tipo de personas, y de relaciones, remarca la importancia de educardesde edades tempranas en el respeto hacia los demás. Debemos comprender que cada individuo es único e irrepetible y que no debe ser una figura de amenaza para sus iguales, así como que cada persona es igual de valiosa. Así que sal pisando fuerte allá donde vayas, pues tu físico, tus opiniones, tus aspiraciones y tus metas son dignos de ser apreciados.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/la-comunicacion-perversa-en-la-vida-diaria/

El castigo de la indiferencia. Por: GEMA SÁNCHEZ CUEVAS

La indiferencia es uno de los peores tratos que podemos recibir, dadas sus consecuencias devastadoras. Veamos en qué consiste y cómo afrontarla.

El castigo de la indiferencia

La indiferencia es una forma de agresión psicológica. Es convertir a alguien en invisible, es anularlo emocionalmente y vetar su necesidad de conexión social para llevarlo a un limbo de auténtico vacío y sufrimiento. Dicha práctica, como ya sabemos, abunda en exceso en muchos de nuestros contextos: la vemos en escuelas, en relaciones de pareja, familia e incluso entre grupos de amigos.

Falta de comunicación, evitación, hacer el vacío de forma expresa, frialdad de trato… Podríamos dar mil ejemplos sobre cómo se lleva a cabo la práctica de la indiferencia, y sin embargo, el efecto siempre es el mismo: dolor y sufrimiento. El dolor de ese niño que sentado en un rincón del patio, ve como es ignorado por el resto de sus compañeros. Y el sufrimiento también de esa pareja que de un día para otro, percibe cómo su ser amado deja de mostrar la correspondencia emocional de antes.

“Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. A su vez, lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”.

-Elie Wiesel-

Nadie está preparado para habitar en ese vacío social donde los demás pasan a través nuestro como si fuéramos una entidad sin forma. Nuestras emociones, nuestras necesidades y la propia presencia están ahí y demandan atención, ansían afecto, respeto… ser visibles para el resto del mundo¿Cómo afrontar estas situaciones?

La indiferencia, la invisibilidad social y el dolor emocional

La definición de la indiferencia es a simple vista bastante sencilla: denota falta de interés, de preocupación e incluso falta de sentimiento. Ahora bien, más allá de las definiciones de diccionario están las implicaciones psicológicas. Están, por así decirlo, esos universos personales donde hay ciertas palabras con más relevancia que otras. El término “indiferencia”, por ejemplo, es sin duda uno de los más traumáticos.

Así, hay quien no duda en decir que lo opuesto a la vida no es la muerte sino la falta de preocupación, y ese vacío absoluto de sentimientos que dan forma cómo no, a la indiferencia. No podemos olvidar que nuestros cerebros son el resultado de una evolución, ahí donde la conexión social y la pertenencia a un grupo nos han hecho sobrevivir y avanzar como especie.

Interaccionar, comunicar, ser aceptado, valorado y apreciado nos sitúa en el mundo. Esos procesos tan básicos desde un punto de vista relacional nos hace visibles no solo para nuestro entorno, sino también para nosotros mismos. Es así como conformamos nuestra autoestima, así como damos forma también a nuestra identidad. Que nos falten esos nutrientes genera serias secuelas, implicaciones que es necesario conocer.Veámoslos.

Mujer en el suelo triste por sufrir indiferencia

La indiferencia genera una fuerte tensión mental

Las personas necesitamos “leer” en los demás aquello que significamos para ellos. Necesitamos certezas y no dudas. Ansiamos refuerzos, gestos de aprecio, miradas que acogen, sonrisas que comparten complicidades y emociones positivas… Todo ello da forma a esa comunicación no verbal donde quedan incrustadas esas emociones que nos gusta percibir en los nuestros a diario. El no verlas, el percibir solo una actitud fría, provoca ansiedad, estrés y tensión mental.

Confusión

La indiferencia genera a su vez otro tipo de dinámica desgastante, a saber, se rompe un mecanismo básico en la conciencia humana: el mecanismo de acción y reacción. Cada vez que actuamos de una cierta manera, esperamos que la otra persona reaccione en consecuencia.

Si bien a veces esta reacción no es la que esperábamos, resulta muy difícil de comprender la ausencia total de ella. La comunicación se vuelve imposible y el intento por interactuar se hace forzado y desgasta. Todo ello nos confunde y nos sume en un estado de preocupación y sufrimiento.

Da origen a una autoestima baja

Al no obtener ningún tipo de respuesta, de refuerzo por parte de las otras personas, se corta cualquier retroalimentación que podamos tener. En las etapas de formación de la personalidad, esto puede repercutir gravemente en la autoimagen. Es probable que aquella persona que ha recibido indiferencia en estas etapas, llegue a creer que no vale la pena interactuar con ella, dando lugar a una fuerte inseguridad.

¿Cómo reaccionar frente a alguien que me trata con indiferencia?

Las personas, como seres sociales que somos y dotados a su vez de unas necesidades emocionales, aspiramos a establecer una relación de constante interacción con nuestros seres queridos: familia, amigos, pareja… Si en un momento dado empezamos a percibir silencios, vacíos, frialdad y despreocupación, nuestro cerebro (y en concreto nuestra amígdala) entrará en pánico. Nos avisará de una amenaza, de un miedo profundo y evidente: el de percibir que ya no somos amados, apreciados.

Lo más razonable en estas situaciones es entender qué sucede. Esa desconexión emocional siempre tiene un origen y como tal debe ser aclarado para que poder actuar en consecuencia. Si hay un problema lo afrontaremos, si hay un malentendido lo solucionaremos, si hay desamor lo asumiremos e intentaremos avanzar. Porque si hay algo que queda claro es que nadie merece vivir en la indiferencia, ninguna persona debe sentirse invisible en ningún escenario social, ya sea en su propio hogar, en su trabajo, etc.

Pareja enfadada mostrando indiferencia

Asimismo, hay un aspecto que es necesario considerar. La indiferencia largamente proyectada sobre alguien en concreto o sobre un colectivo es una forma de maltrato. Aún más, en un estudio llevado a cabo en la Universidad de California se demostró que este tipo de dinámica basada en la exclusión y en la despreocupación, genera dolor y angustia. Es un sufrimiento que trasciende nuestras emociones para llegar también a nuestro cuerpo.

“Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”.

-Oscar Wilde-

El último recurso: alejarse

Si luchar por esa relación, si invertir más tiempo y esfuerzo en esa o esas personas nos trae el mismo resultado, lo más sano será alejarnos. Si percibes que esas consecuencias perjudiciales (agotamiento, baja autoestima…) ya se están “instalando” en ti, es urgente que renuncies a tener una relación cercana con esas personas y busques proximidad con otros, para quienes sí seas importante.

Intégrate en grupos donde seas escuchado y se valore tu forma de ser. Romper con una relación de indiferencia te dará una nueva perspectiva del mundo y potenciará tu desarrollo.

El castigo de la indiferencia

La indiferencia es una forma de agresión psicológica. Es convertir a alguien en invisible, es anularlo emocionalmente y vetar su necesidad de conexión social para llevarlo a un limbo de auténtico vacío y sufrimiento. Dicha práctica, como ya sabemos, abunda en exceso en muchos de nuestros contextos: la vemos en escuelas, en relaciones de pareja, familia e incluso entre grupos de amigos.

Falta de comunicación, evitación, hacer el vacío de forma expresa, frialdad de trato… Podríamos dar mil ejemplos sobre cómo se lleva a cabo la práctica de la indiferencia, y sin embargo, el efecto siempre es el mismo: dolor y sufrimiento. El dolor de ese niño que sentado en un rincón del patio, ve como es ignorado por el resto de sus compañeros. Y el sufrimiento también de esa pareja que de un día para otro, percibe cómo su ser amado deja de mostrar la correspondencia emocional de antes.

“Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. A su vez, lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”.

-Elie Wiesel-

Nadie está preparado para habitar en ese vacío social donde los demás pasan a través nuestro como si fuéramos una entidad sin forma. Nuestras emociones, nuestras necesidades y la propia presencia están ahí y demandan atención, ansían afecto, respeto… ser visibles para el resto del mundo¿Cómo afrontar estas situaciones?

La indiferencia, la invisibilidad social y el dolor emocional

La definición de la indiferencia es a simple vista bastante sencilla: denota falta de interés, de preocupación e incluso falta de sentimiento. Ahora bien, más allá de las definiciones de diccionario están las implicaciones psicológicas. Están, por así decirlo, esos universos personales donde hay ciertas palabras con más relevancia que otras. El término “indiferencia”, por ejemplo, es sin duda uno de los más traumáticos.

Así, hay quien no duda en decir que lo opuesto a la vida no es la muerte sino la falta de preocupación, y ese vacío absoluto de sentimientos que dan forma cómo no, a la indiferencia. No podemos olvidar que nuestros cerebros son el resultado de una evolución, ahí donde la conexión social y la pertenencia a un grupo nos han hecho sobrevivir y avanzar como especie.

Interaccionar, comunicar, ser aceptado, valorado y apreciado nos sitúa en el mundo. Esos procesos tan básicos desde un punto de vista relacional nos hace visibles no solo para nuestro entorno, sino también para nosotros mismos. Es así como conformamos nuestra autoestima, así como damos forma también a nuestra identidad. Que nos falten esos nutrientes genera serias secuelas, implicaciones que es necesario conocer.Veámoslos.

Mujer en el suelo triste por sufrir indiferencia

La indiferencia genera una fuerte tensión mental

Las personas necesitamos “leer” en los demás aquello que significamos para ellos. Necesitamos certezas y no dudas. Ansiamos refuerzos, gestos de aprecio, miradas que acogen, sonrisas que comparten complicidades y emociones positivas… Todo ello da forma a esa comunicación no verbal donde quedan incrustadas esas emociones que nos gusta percibir en los nuestros a diario. El no verlas, el percibir solo una actitud fría, provoca ansiedad, estrés y tensión mental.

Confusión

La indiferencia genera a su vez otro tipo de dinámica desgastante, a saber, se rompe un mecanismo básico en la conciencia humana: el mecanismo de acción y reacción. Cada vez que actuamos de una cierta manera, esperamos que la otra persona reaccione en consecuencia.

Si bien a veces esta reacción no es la que esperábamos, resulta muy difícil de comprender la ausencia total de ella. La comunicación se vuelve imposible y el intento por interactuar se hace forzado y desgasta. Todo ello nos confunde y nos sume en un estado de preocupación y sufrimiento.

Da origen a una autoestima baja

Al no obtener ningún tipo de respuesta, de refuerzo por parte de las otras personas, se corta cualquier retroalimentación que podamos tener. En las etapas de formación de la personalidad, esto puede repercutir gravemente en la autoimagen. Es probable que aquella persona que ha recibido indiferencia en estas etapas, llegue a creer que no vale la pena interactuar con ella, dando lugar a una fuerte inseguridad.

¿Cómo reaccionar frente a alguien que me trata con indiferencia?

Las personas, como seres sociales que somos y dotados a su vez de unas necesidades emocionales, aspiramos a establecer una relación de constante interacción con nuestros seres queridos: familia, amigos, pareja… Si en un momento dado empezamos a percibir silencios, vacíos, frialdad y despreocupación, nuestro cerebro (y en concreto nuestra amígdala) entrará en pánico. Nos avisará de una amenaza, de un miedo profundo y evidente: el de percibir que ya no somos amados, apreciados.

Lo más razonable en estas situaciones es entender qué sucede. Esa desconexión emocional siempre tiene un origen y como tal debe ser aclarado para que poder actuar en consecuencia. Si hay un problema lo afrontaremos, si hay un malentendido lo solucionaremos, si hay desamor lo asumiremos e intentaremos avanzar. Porque si hay algo que queda claro es que nadie merece vivir en la indiferencia, ninguna persona debe sentirse invisible en ningún escenario social, ya sea en su propio hogar, en su trabajo, etc.

Pareja enfadada mostrando indiferencia

Asimismo, hay un aspecto que es necesario considerar. La indiferencia largamente proyectada sobre alguien en concreto o sobre un colectivo es una forma de maltrato. Aún más, en un estudio llevado a cabo en la Universidad de California se demostró que este tipo de dinámica basada en la exclusión y en la despreocupación, genera dolor y angustia. Es un sufrimiento que trasciende nuestras emociones para llegar también a nuestro cuerpo.

“Que hablen de uno es espantoso. Pero hay algo peor: que no hablen”.

-Oscar Wilde-

El último recurso: alejarse

Si luchar por esa relación, si invertir más tiempo y esfuerzo en esa o esas personas nos trae el mismo resultado, lo más sano será alejarnos. Si percibes que esas consecuencias perjudiciales (agotamiento, baja autoestima…) ya se están “instalando” en ti, es urgente que renuncies a tener una relación cercana con esas personas y busques proximidad con otros, para quienes sí seas importante.

Intégrate en grupos donde seas escuchado y se valore tu forma de ser. Romper con una relación de indiferencia te dará una nueva perspectiva del mundo y potenciará tu desarrollo.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/el-castigo-de-la-indiferencia/

13 preguntas para hacer a un adolescente. Por: ELENA SANZ

Mantener una conversación fluida con tu hijo adolescente dependerá de los temas variados e interesantes que propongas. Te ofrecemos una lista de planteamientos con los que captarás su atención.

13 preguntas para hacer a un adolescente

La pubertad conlleva a cambios que trascienden lo físico. Esta etapa va acompañada de prejuicios y aseveraciones que rayan en lo complicadode tratar con jóvenes. Pero siempre hay maneras de propiciar acercamientos. Por ejemplo, planteando preguntas a un adolescente que le hagan sentir comprendido y no invadido.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) conceptualiza la adolescencia como una fase necesaria para hacerse adulto, con múltiples posibilidades de aprendizaje. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, establece el periodo desde los 10 hasta los 19 años.

En este tiempo, el desafío de los adultos es sentar las bases de una relación sana con los chicos. En especial en una época dominada por las redes sociales.

Importancia de comunicarse con los hijos

Padres e hijos se llevan mejor cuando la comunicación es efectiva. De lo contrario, existe la posibilidad de comportamientos que perjudiquen la convivencia y limiten el libre desenvolvimiento, como menciona la Revista de Divulgación Científica.

Por su parte, el repositorio institucional de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia destaca que algunos núcleos familiares evidencian conflictos por la ausencia de diálogo, la presencia de inconformismo y la imposibilidad de llegar a soluciones. En esa tónica, se sugiere que los papás fomenten una atmósfera de confianza, pues si lo que se busca es el entendimiento y la buena convivencia, es fundamental interesarse en lo que a diario vive la juventud.


Toma nota 5 consejos para poner límites a un hijo adolescente


Preguntas a un adolescente para fortalecer la confianza entre padres e hijos

La socialización familiar tiene un impacto positivo en los hijos cuando los escuchas, le das importancia a lo que cuentan, validas sus opiniones sin juzgar y les muestras cómo expresar sus sentimientos. Parece difícil; más cuando algunos jóvenes se escudan en respuestas escuetas.

Entonces, ¿cuál es el camino para entender y afianzar la comunicación? Si preguntas a un adolescente las siguientes inquietudes romperás el hielo y abrirás paso a conversaciones fluidas.

Hablar con un adolescente.
La comunicación con los adolescentes no puede detenerse ante la resistencia de los padres o de los hijos.

1. ¿Qué fue lo más chistoso que te ocurrió hoy?

En definitiva, las situaciones graciosas representan una oportunidad para comenzar una charla interesante. Seguro tu hijo tiene una anécdota con la que compartirán risas.

2. ¿Cuál es el grupo musical que te gusta?

No se trata de entrometerse en sus gustos, sino de saber sus preferencias. Además, a los jóvenes les fascina hablar de su música favorita. Escuchen juntos algunas canciones y verás cómo fluyen otros temas.

3. ¿Quién es tu mejor amigo?

Quizás conoces a sus amistades, pero ignoras quién es la más cercana. Pídele a tu hijo conocer a su mejor amigo y deja que decida en qué momento llevarlo a casa.

4. ¿Qué envidias de las familias de tus amigos?

Todas las familias son diferentes y su rol es clave en la conducta juvenil. Es normal que tu hijo compare aspectos y simpatice con lo ajeno a su círculo.

La Revista Electrónica de Portales Médicos acota que el núcleo familiar tiene que adaptarse para solventar y apoyar las etapas de la adolescencia, ya que más adelante se reflejará en la autoestima del chico, su independencia, la integración en la sociedad y la autonomía de los padres. No se queden en la envidia; trabajen y comprendan ese sentimiento.

5. ¿Qué regla fijarías para toda la casa?

Entre las preguntas a un adolescente que más le atraerán, resalta qué norma establecería en el hogar. Esto se debe a que, por su condición, están acostumbrados a cohabitar en ambientes donde las reglas las ponen otros.

Fijar una pauta le hará sentir incluido y respetado. Además, le permite manejar su inteligencia emocional, para precisar lo que no le gusta.

6. ¿Qué te causa miedo?

Quedarse sin amigos, no ser aceptados y fallar en un examen son apenas una muestra de lo que teme un joven. Los papás deben descubrir esos miedos y ayudar a superarlos.

7. ¿Qué superpoder te gustaría desarrollar?

Todas las respuestas son acertadas. No hay edad para que la imaginación aterrice. En especial, durante la juventud se piensa en poderes que facilitarían tareas o cumplirían fantasías.

8. ¿Cómo vas en el amor?

La discreción sobre la vida amorosa es característica en la adolescencia. Tal vez por pena, o simplemente reserva, se prefiera no tocar el asunto. Pero no está de más que intentes conocer si existe interés sentimental por alguien.

9. ¿Hay algo que te avergüence de tus padres?

Ciertos comportamientos parentales suelen apenar a los hijos. Sin que suene a reclamo, pregúntale cuáles actitudes tuyas le molestan.

Es probable que te pareciera un hecho gracioso, pero a él no. Utiliza la oportunidad para que aborden juntos el sentido del ridículo.

10. ¿Qué es lo que más te gusta de nuestra familia?

Por más común que parezca tu familiacon certeza existe algo que la hace especial. Descúbrelo desde los ojos de tu hijo.


Sigue leyendo Cómo saber si tu hijo adolescente te está mintiendo


11. ¿En tu escuela existen problemas de acoso?

Es un error creer que el bullying ocurre solo en las escuelas. A veces los acosadores rodean a la víctima en su círculo más próximo. Indagar en cuanto a la institución educativa puede abrir las puertas a descifrar si el hostigamiento tiene lugar en el entorno familiar.

Abordar la situación es crucial, debido a que hoy en día las consecuencias derivan en depresión y ansiedad, como refiere el portal Stopbullying.

Bullying adolescente.
El acoso no es solo escolar. Este tema debe abordarse con cautela, pero no dejarlo pasar.

12. ¿Cuál es tu principal fortaleza y tu mayor debilidad?

A cualquier edad hay cosas que se dan bien y otras no tanto. Si el joven sabe a qué sacarle provecho le irá mejor. Trabajen en lo que presente problemas para que sea óptimo en el futuro. Enséñale a aplicar la matriz FODA.

13. ¿En qué lugar del mundo quisieras vivir?

Con esta interrogante abordas los sueños. Consúltale al joven sobre los lugares que le agradaría visitar o quedarse a vivir. ¿Qué chico o chica no quisiera conocer Tokio, Australia o la Patagonia?

Errores que cometes al hacer preguntas a un adolescente

Una equivocación de peso en la comunicación entre padres e hijos es creer que el joven se abrirá desde el principio. Se trata de un proceso que requiere paciencia y retroalimentación. Es decir, él también espera que le cuentes tus experiencias.

No caigas en las generalizaciones, descalificaciones y críticas, porque te alejarás del objetivo. Escucha y demuestra interés. Ahí está la esencia para entender al joven y fortalecer la confianza.

RECUPERADO DE: https://mejorconsalud.as.com/preguntas-hacer-adolescente/

El desastre psicológico de la guerra. Por: LORETO MARTÍN MOYA

El desastre psicológico de la guerra incluye síntomas depresivos, agresivos, ansiógenos, TEPT, pérdida de la identidad y conductas regresivas en la población más afectada por los conflictos bélicos: los civiles, y en concreto, los niños, los adolescentes y las mujeres.

El desastre psicológico de la guerra

Un conflicto armado o bélico es, en toda su expresión, el reflejo de un fracaso estrepitoso por aquellos que lo causan. La guerra, a veces con un objetivo incierto, usualmente con uno demasiado absurdo para justificar sus costes, tiene un impacto no solo en los planos económico y social. Además de las pérdidas humanas, las personas que consiguen sobrevivir se enfrentan a consecuencias devastadoras.

No solo pierden a sus familias, sus hogares, sus vecinos, los lugares que solían frecuentar, su identidad y su estilo de vida. Muchos pierden también parte de su salud mental. Por ello, hablaremos del desastre psicológico de la guerra, y no de aquellos que luchan en ella, pero de aquellos que resisten, como civiles, en zonas donde se desarrolla un conflicto armado.

Aunque la guerra pueda parecer un fenómeno lejano para el mundo occidental, esta sigue inequívocamente presente en la vida de mucha gente. Según el Comité Español de ACNUR —Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados—, desde el inicio del siglo XXI las guerras en continentes como África y zonas como Oriente Medio se han multiplicado.

Resaltan seis guerras que han llevado consigo un enorme número de bajas y de personas desplazadas: la guerra en Yemen, Irak, Siria, Sudán del Sur, Somalia y Afganistán. Algunas de ellas siguen teniendo lugar, y los datos son preocupantes. Desde ACNUR, poniendo un ejemplo ilustrativo, aseguran que el 80 % de los yemeníes necesita de ayuda humanitaria para sobrevivir.

Terreno cerrado

Los civiles: las víctimas de las guerras armadas

Es relevante el desastre psicológico de la guerra en civiles porque son estos los que, sin tener nada que ver con ese conflicto, sufren las peores consecuencias.

Según Yamila, Espíndola, Cardoso y González (2007), en los conflictos bélicos acaecidos en los últimos diez años aproximadamente el 80 % de las víctimas fueron civiles.

La mayor parte de familias pierden uno, dos, tres miembros. Algunas incluso son asesinadas en su totalidad. ¿Y aquellos que sobreviven? ¿Cómo gestionan el dolor y el trauma? ¿Cómo conservan su salud mental?

Según Martín-Baró (1984), el prototipo de civiles más afectados por las guerras lo constituyen aquellos grupos de desplazados y refugiados. Estos suelen ser mujeres —en muchos países es impensable que ellas también luchen—niños, adolescentes y mayores. Por ello, nos centraremos en el desastre psicológico que acaece a estos grupos poblacionales.

Los niños en situación de guerra

López, Perea, Loredo, Trejo y Jordán (2007) encuentran que, del total de civiles asesinados en las guerras aproximadamente el 80% está constituido por mujeres y niños. Según estos autores, en situaciones de guerra la mortalidad en menores de un año aumenta hasta en un 13 %. Estos efectos se mantienen también después del conflicto.

Por otro lado, indican que en, los niños, la guerra tiene un impacto en su salud, su educación, su bienestar social y su proyecto de vida. Entre los daños físicos, destacan la naturaleza de estos.

Los niños tienen lesiones derivadas de armas de fuego, quemaduras, afecciones auditivas y visuales, mutilaciones y maltrato físico. En el área psicológica, los investigadores hablan de consecuencias “impredeciblemente duraderas e irreparables”. Algunas de ellas son:

  • Desarrollo de conductas regresivas —vuelta a etapas del desarrollo ya dominadas, por ejemplo, el niño vuelve a no controlar sus esfínteres—.
  • Ansiedad por separación.
  • Ansiedad generalizada.
  • Trastornos del sueño.
  • Imposibilidad de desarrollo del trabajo académico posterior.
  • Agresividad.
  • Labilidad emocional.
  • Sentimientos de intensa humillación, culpa, vergüenza e impotencia.

Los niños soldados: cuando la violencia está justificada

Parece necesario un breve comentario acerca del impacto psicológico de la guerra en los niños soldado. Blom y Pereda (2009) hablan de síntomatología internalizante, como síntomas de ansiedad, trastornos depresivos, sentimientos de pérdida y desarraigo, de culpa, de vergüenza.

Estos niños también presentan sintomatología postraumática, con todo lo que ello conlleva: embotamiento emocional, síntomas intrusivos… En un estudio llevado a cabo por Derluyn, Broekaert et al (2004), se observaron síntomas postraumáticos en el 97 % de 71 niños exsoldados de Uganda.

Además, con la violación de sus derechos más básicos viene la inclusión en una realidad llena de violencia y agresividad, muchas veces perpetrada por los mismos niños soldados. Ello los lleva a habituarse y desensibilizarse a niveles elevados de violencia a mantener una alta carga de violencia en su manera de expresarse más allá de los límites de la guerra.

Por último, no hay que olvidar que muchos de estos niños soldados pueden presentar una adicción a sustancias tóxicas, administradas por los adultos del grupo. También son estos los que perpetran y hacen perpetrar los abusos sexuales a las niñas soldado, violadas por superiores y compañeros.

Los retos de la adolescencia, pero en guerra

El desastre psicológico de la guerra se hace también explícito en los adolescentes. Parece necesaria su diferenciación respecto a los niños porque su papel exige sacrificios distintos.

Tal y como investigó Mels (2012), de la Universidad de Uruguay, los adolescentes están en una situación de riesgo mayor que los niños pequeños para desarrollar problemas psicológicos.

Esto se debe a que su participación en la guerra suele ser mayor, sobre todo fuera del hogar. Además, cuentan con más habilidades cognitivas para entender la magnitud de los eventos acaecidos en la guerra y sus consecuencias.

Esta autora encontró que, en el caso de los adolescentes, parecía que el impacto psicológico provenía, más que de los eventos violentos vividos, de los estresores diarios. Estos estresores diarios se referían a los cambios y vivencias cotidianas experimentados durante la época de guerra y posterior: hambruna, falta de socialización, miedo constante ante un ataque…

En un estudio llevado a cabo por Hewitt, Gantiva, Vera, Cuervo y Hernández (2013), se observó cómo el 83 % de los adolescentes expuestos al conflicto armado en zonas rurales de Colombia presentaba conductas internalizadas de depresión y ansiedad.

También aparece una necesidad posterior de no asumir normas en un 58 %. Además, el 55 % de los adolescentes del estudio se encontraba en riesgo de sufrir un TEPT.

Chico adolescente vestido de soldado

La violencia sexual: las mujeres, siempre víctimas

Parece que todos los conflictos bélicos incluyen la violencia sexual contra las mujeres como elemento indispensable. Yamilia et al. (2007) hablan de la violencia sexual como un arma de guerra instaurada de manera sistemática en la guerra de Bosnia; después en la de Ruanda.

En ellas, las mujeres y las niñas son sometidas, violadas, secuestradas y abocadas a la esclavitud sexual. Se incluyen vejaciones, humillaciones y daños irreparables, físicos y psicológicos.

El desastre psicológico de la guerra en mujeres incluye:

  • Vergüenza, culpa, dificultades para el funcionamiento de la vida diaria y retraimiento.
  • Miedo constante, flashbacks, ansiedad y recuerdos perturbadores —síntomas postraumáticos—.
  • Miedo a ser asesinadas o mutiladas.
  • Sensación de enfermedad constante.
  • Pérdida de apetito.
  • Dolor en el acto sexual y pérdida de deseo.
  • Pérdida del sentido de la vida, sentimientos de odio.

Los autores hablan de mujeres que sienten desesperación, desprecio, ira y transformaciones persistentes de la personalidad tras las experiencias de violación. Muchas de estas mujeres son frecuentemente rechazadas después de las violaciones sistemáticas. Por la sociedad, por sus parejas sentimentales. Ello las aboca al aislamiento, la vergüenza y, posteriormente, la pobreza.

Parece frívolo hablar de las consecuencias psicológicas de la guerra en los civiles, cuando el objetivo primordial en toda guerra es sobrevivir. Son muchos los niños, adolescentes y mujeres que, con altos niveles de resiliencia, habilidades de afrontamiento y redes de apoyo que consiguen superar el trauma de la guerra.

Pero, ¿qué pasa con aquellos que no cuentan con esas herramientas? Son afortunados de vivir, mientras que otros no lo han conseguido. Sin embargo, ¿están abocados a una vida de sufrimiento, de dolor, de miedo? Las guerras no acaban cuando la última bala es disparada, mientras que el bienestar psicológico de sus protagonistas sí es relevante.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/el-desastre-psicologico-de-la-guerra/

Psicología militar: características y funciones. Por: JOSÉ PADILLA

La psicología militar la llevan a cabo oficiales psicólogos militares tanto para facilitar una mayor adaptación a los miembros de las fuerzas armadas a su puesto como para brindarles apoyo. 

Psicología militar: características y funciones

La psicología es una ciencia que puede desarrollarse en cualquier contexto humano. Entre ellos, encontramos el militar, donde se encarga de la investigación, el diseño y la aplicación de las teorías psicológicas para la preparación del personal y las operaciones militares. A este tipo de psicología se le conoce como psicología militar.

Los psicólogos militares brindan apoyo a las fuerzas armadas a través de la atención clínica, la consultoría, la enseñanza y el entrenamiento militar. También lo hacen mediante el desarrollo de investigaciones relevantes para las operaciones y el personal militar (Bowles y Bartone, 2017).

Un breve recorrido histórico

Los inicios de la psicología militar pueden ubicarse en el escenario de la Primera Guerra Mundial, donde los psicólogos Yerkes, Cattell, Watson y Thorndike, entre otros, fueron comisionados para determinar las funciones que podría cumplir la psicología para apoyar al ejército norteamericano. Fue durante este periodo cuando se hizo la primera aplicación de pruebas psicológicas a gran escala para la selección de militares (Loaiza y Posada, 2016).

Luego, en la Segunda Guerra Mundial, se consolidaría la relación entre la psicología y el ámbito militar. Es en esta fecha en la que comienzan a delimitarse mejor las funciones de la psicología dentro de las fuerzas armadas y su aplicación en contextos como la observación, el desempeño, la selección, el entrenamiento, el ajuste a la vida militar, las relaciones sociales y la propaganda.

Militar hablando con el psicólogo

Después de estos periodos bélicos, la psicología militar tomó una orientación clínica, en especial en lo referente al diagnóstico y el tratamiento de trastornos mentales.

Aunque en la actualidad, los estudios y el quehacer en psicología militar son heterogéneos, por lo que se pueden encontrar investigaciones relacionadas con evaluación de oficiales, gestión del estrés, secuelas psicológicas de la actividad militar, prevención del suicidio, práctica neuropsicológica, abuso de sustancias, dilemas éticos, entre otros (Loaiza y Posada, 2016).

La psicología militar

Es la investigación, el diseño y la aplicación de teorías psicológicas y datos empíricos para comprender, predecir y contrarrestar comportamientos en fuerzas amigas y enemigas, o en poblaciones civiles. La psicología militar hace un énfasis en los comportamientos indeseables, amenazantes o peligrosos para las operaciones militares (Rahmanalievna, 2020).

Con frecuencia, los soldados se enfrentan a situaciones muy estresantes que pueden terminar configurando trastornos psiquiátricos relacionados con el estrés como, por ejemplo, el trastorno de estrés postraumático. Estos militares pueden llegar a sentir culpa o tener dificultades familiares o de parejas, pesadillas y recuerdos recurrentes de eventos traumáticos.

En este contexto, los psicólogos militares están capacitados para ayudar tanto a los soldados y a sus familias como a las víctimas de las operaciones militares, mientras tienen que enfrentarse a circunstancias poco comunes y anormales. Así pues, estos psicólogos son un apoyo fundamental para la salud mental de las personas que padecen los efectos directos o secundarios de las operaciones militares.

La psicología militar no solo se nutre de los saberes clínicos en las fuerzas armadas, sino que también lo hace de otras disciplinas como la organizacional, la experimental y la social. Por eso, dicha disciplina puede contribuir en distintos procesos como: reclutamiento, entrenamiento, gestión de personal, integración, transición y asesoramiento de los miembros de la comunidad militar (Laurence y Matthews, 2012).

Características

Algunas características de la psicología militar son las siguientes:

  • Es una ciencia multidisciplinar.
  • Aplica y promueve el desarrollo de las teorías psicológicas en el campo militar.
  • Usa los principios y las habilidades psicológicas para mejorar la toma de decisiones.
  • Busca comprender y predecir el comportamiento en situaciones estresantes y en operaciones militares.
  • Promueve el desarrollo personal y de la salud mental en los militares.
  • Analiza y estudia la mente y el comportamiento de las personas en los diferentes contextos de la vida en las fuerzas armadas.

Funciones del psicólogo militar

Dentro de algunas de las funciones que puede desarrollar el psicólogo militar podemos encontrar las siguientes (Devonis et al., 2012):

  • Diseñar pruebas de detección de aptitud y capacidad mental en los reclutas.
  • Investigar sobre técnicas mejoradas que puedan ser utilizadas en la formación de los militares.
  • Asesorar a los oficiales de capacitación de reclutas.
  • Brindar orientación a los líderes militares y a los encargados de tomar decisiones sobre problemas de comportamiento.
  • Asesorar en comités legislativos gubernamentales sobre políticas nacionales que afectan a millones de militares.
  • Brindar servicios de salud mental y tratamiento psicológico a las poblaciones militares.
  • Asesorar en misiones humanitarias y de mantenimiento de la paz.
Militar en el psicólogo

La psicología militar también tiene funciones en el campo educativo. En este contexto, el psicólogo militar trabaja en los centros de enseñanza militares, donde se encarga de ayudar a los alumnos a superar sus dificultades académicas. Del mismo modo, ayuda a los docentes a desarrollar un modelo educativo que fomente el desarrollo de competencias.

Otra de las funciones que puede desempeñarse en la psicología militar esla capacitación de militares en negociaciones de rehenes. En ocasiones, son los mismos psicólogos los que manejan directamente estas negociaciones. Muchos de los negociadores militares encuentran valor en resolver las crisis de los rehenes utilizando muchos de los principios científicos que se derivan de la psicología (Rahmanalievna, 2020).

Entre otras funciones que puede desarrollar un psicólogo militar encontramos las siguientes:

  • Capacitar a los militares en la gestión del estrés durante operaciones militares.
  • Diagnosticar y tratar problemas psicológicos en penitenciarías militares.
  • Entrenar a los militares en habilidades sociales.
  • Brindar apoyo psicológico durante la formación de los pilotos militares.
  • Realizar talleres ocupacionales.
  • Fomentar alternativas de ocio saludable en la vida civil de los militares.

La psicología militar es una disciplina en la que convergen otros campos de la psicología. Al ser un quehacer multidisciplinar, es capaz de intervenir de manera eficaz y efectiva en diferentes situaciones y problemas militares. Las funciones que desempeña son muy importantes porque de ellas dependen el bienestar y la salud mental de quienes se dedican a defender a su país.