La neurociencia halla pistas sobre el origen del miedo a la oscuridad. POR: GEMA SANCHEZ

El miedo a la oscuridad es un temor frecuente, que no solo afecta a niños, sino también a un buen número de adultos. Somos animales diurnos; el sentido que más utilizamos es la vista, un sentido que gana cuando lo que queremos ver está iluminado.

Muchas veces se ha asociado el miedo a la oscuridad con traumas de infancia o con cierto infantilismo. Sin embargo, la neurociencia ha descubierto que el tema puede ser mucho más profundo. Al parecer, ese miedo está inscrito de alguna manera en nuestra configuración como especie.

La ausencia de luz nos limita, nos vuelve torpes -aunque una abundancia extrema también puede hacerlo-. No sabemos dónde están los obstáculos, a veces ignoramos qué nos rodea y, en definitiva, tendemos a ponernos más a la defensiva porque aumenta la incertidumbre sobre lo que nos rodea. Todo indica que ese miedo a la oscuridad se asocia con cómo funciona el cerebro.

No existe la oscuridad suficiente en todo el mundo para apagar la luz de una pequeña vela”.

-Robert Alden-

Una investigación sobre el miedo a la oscuridad

Frente al miedo a la oscuridad se ha realizado una investigación capaz de aportar datos interesantes. El estudio fue publicado en PLoS ONE, en junio de 2021. La investigación fue realizada por científicos de la Universidad de Monash, en Australia.

Su muestra estuvo constituida por 23 voluntarios. En un entorno controlado de laboratorio, se les conectó a un sistema de escáner cerebral para monitorear lo que ocurría en sus cerebros durante el experimento. Luego se hicieron varios ciclos sucesivos de encendido y apagado de la luz. Los cambios de iluminación se producían cada 30 segundos.

Los investigadores encontraron que, mientras había oscuridad, la amígdalaaumentaba su actividad. Después, al encender la luz, se veía un claro descenso de esta activación. Así mismo, se introdujeron lapsos de luz tenue, lo que hizo que la amígdala se mantuviera con niveles de actividad intermedios.

Amígdala iluminada
Amígdala

El miedo a la oscuridad, según la neurociencia

La amígdala forma parte del sistema límbico que, en conjunto, se encarga de nuestra reactividad emocional más primitiva. En concreto, esta zona del cerebro tiene que ver con las sensaciones asociadas al miedo. Allí se activa un mecanismo de alerta cuando surge algún estímulo que es percibido como peligroso o amenazante.

Por otro lado, la luz no es solo un factor que incide sobre la buena visibilidad, sino que también cumple otras funciones. Se sabe que es fundamental para regular los ritmos circadianos, que marcan los periodos de actividad y de descanso. Así mismo, se ha evidenciado que incide en el estado de ánimo, al punto que a veces es una diana farmacológica en los tratamientos contra la depresión.

El experimento llevado a cabo por los científicos de la Universidad de Monash corrobora el vínculo que hay entre la luz, la amígdala y la sensación de miedo. Cuando la amígdala se activa, en los lapsos de oscuridad, se incrementa la sensación de temor. Al momento de desactivarse, cuando hay luz, ese temor se diluye.

La investigación también encontró que la variaciones en el nivel de activación son muy rápidas. Estimaron que la amígdala responde a los estímulos en un lapso no mayor a 100 milisegundos. Es prácticamente automático.

Niño con miedo a la oscuridad

Un miedo ancestral

Lo que los neurocientíficos descubrieron, en últimas, es que el miedo a la oscuridad tiene un referente fisiológico determinante. Describieron cómo opera ese proceso y sugirieron posibles explicaciones sobre su origen. Sin embargo, la razón para que la ausencia de luz sea tan significativa en los humanos podría ser más bien de índole evolutiva.

En la oscuridad somos mucho más vulnerables, y nuestro cerebro “lo sabe”. La vista pierde agudeza, algo que intentamos compensar aumentando el nivel de alerta -procesando de manera más rápida cualquier input, para reaccionar en caso de amenaza-.

Seguro que los primeros humanos ya sintieron cierta preocupación al ocultarse el sol. Esta fue una de las razones por las que aprender a controlar el fuego supuso una auténtica revolución.

Por lo tanto, el miedo a la oscuridad también puede considerarse un componente de instinto de supervivencia. El solo hecho de que no haya luz representa un riesgo y por eso se activan los mecanismos de alerta. Sin embargo, cuando no existe riesgo y, en cambio, está presente un temor considerable, podríamos estar hablando de un problema distinto.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/origen-miedo-oscuridad/

¿Por qué el cerebro tiene dos hemisferios? POR: VALERIA SABATER

Puede parecer una pregunta ingenua, caprichosa e incluso infantil. ¿Por qué el cerebro tiene dos hemisferios? ¿Hay alguna razón por la que el resultado de su evolución no haya sido el de conformar un órgano unificado e incluso perfectamente esférico? Esta cuestión, lejos de ser algo simplona, alberga un gran interés y también investigación científica.

Para empezar, son muchos los que, al ver la forma de un cerebro, se sienten intrigados por todos esos pliegues de la corteza cerebral. En efecto, este órgano, lejos de ser esférico y liso, lo primero que evidencia es una llamativa rugosidad. Es más, si pudiéramos extenderlo por completo descubriríamos que tendría la extensión de un pequeño mantel: casi 2 500 centímetros cuadrados.

La razón de esa forma rugosa y plegada es simple: con ello gana espacio. Al plegarse sobre sí mismo le permite tener más densidad y extensión. Lo cual ya es una ventaja evolutiva. Bien, en lo que se refiere a su distribución y al por qué de esos dos hemisferios, la respuesta también sigue esa misma línea: le permite lograr una mayor especialización.

El cerebro es un órgano altamente sofisticado, pero sobre todo especializado. Toda área cumple una función muy concreta y de ahí que tanto la forma como la distribución de este órgano sea decisiva también.

“Soy un cerebro, Watson. El resto de mí es un mero apéndice”.

-Sherlock Holmes-

imagen representando que el cerebro tiene dos hemisferios

¿Por qué el cerebro tiene dos hemisferios?

Una de las respuestas que primero nos puede venir a la mente sobre por qué el cerebro tiene dos hemisferios, puede relacionarse con la idea de la dominancia esférica. Bien, cabe matizar antes de nada un hecho. Durante muchos años se enfatizó la teoría de que hay personas más intuitivas y creativas porque usan más el hemisferio derecho, mientras otras son más lógicas porque desarrollan más el lado izquierdo.

La teoría de la dominancia cerebral es un neuromito. El ser humano usa por igual ambos hemisferios. A día de hoy, tristemente, este enfoque introducido en los años 60 por el neuropsicólogo Roger Sperry, sigue siendo muy popular. Sin embargo, estudios como el realizado en la Universidad Católica Andrés Bello demuestran que no hay ninguna evidencia.

El cerebro evolucionó en dos mitades, pero no para que unos fueran más hábiles en unas disciplinas y otros en otra. En realidad, tanto los clásicos pliegues como los dos hemisferios nos ayudan a distribuir las funciones que ejecuta este maravilloso órgano.

La división cerebral es muy beneficiosa

Pensemos en un gran armario. Si deseamos que sea funcional y práctico, el primer paso será colocarle estanterías. De nada nos sirve si es una construcción sin baldas ni ninguna distribución. Con el cerebro sucede igual. Investigaciones, como las publicadas en la revista Neuron, indican lo siguiente:

  • Tener diferentes áreas cerebrales ocupándose cada una de tareas complejas lo hace más eficiente.
  • El propósito del cerebro es realizar infinitas funciones a la vez y para ello necesita que cada región cumpla un objetivo y se conecte con las demás.
  • El cerebro tiene dos hemisferios porque en cada uno de ellos se localizan múltiples actividades y todas ellas muy específicas. De ese modo, mientras uno se encarga del lenguaje y el reconocimiento facial, el otro se ocupa de la escritura o de la comprensión de lo que escucha.

La clave de la inteligencia estaría en esa organización asimétrica

El cerebro tiene dos hemisferios para poder distribuir funciones. Es cierto que cada región se ocupa de unas tareas muy concretas, pero nunca lo hacen por separado. Es decir, no podemos caer en el error de pensar que alguien es más creativo porque usa más el hemisferio derecho.

En realidad, los procesos que activan la creatividad y la innovación se valen de ambos lados: mientras uno reflexiona, el otro analiza y compara, mientras el derecho conecta con nuestras emociones y conciencia, el izquierdo nos permite escribir cada idea, valorarla y razonarla.

Todo ello contribuye a potenciar nuestra inteligencia. La asimetría cerebral favorece por tanto nuestra capacidad para adaptarnos a las dificultades.

Abejas volando sobre una flor

El cerebro tiene dos hemisferios y no solo en el ser humano

Durante mucho tiempo tuvieron bastante trascendencia las clásicas teorías antropocéntricas. Nos referimos a esas que asumían que, determinadas características neurológicas, solo están presentes en el ser humano. Sin embargo, también muchos animales evidencian una clara asimetría y lateralización.

Fue en los años 70 cuando ya se descubrió que no solo los grandes primates tenían dos hemisferios. Muchos mamíferos, diferentes tipos de aves, las siempre inteligentes ratas, los gusanos y hasta las abejas presentan esta característica. La razón de que sea así es sencilla también. Un cerebro especializado favorece la supervivencia de la especie.

La asimetría cerebral es clave para su organización y especialización. Así, un cerebro altamente especializado es un cerebro más eficiente y eso favorece que ese animal desarrolle mayores habilidades para subsistir. Es más, sabemos incluso que hay animales diestros y zurdos. El 90 % de los loros son zurdos, usan la pata izquierda para comer e interactuar.

Hay tipos de tarántulas que tienen preferencia por sus patas derechas, mientras que los canguros rojos, también son zurdos. A día de hoy, desconocemos el por qué de estas particularidades…

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/por-que-cerebro-tiene-dos-hemisferios/

Onicofagia: 7 tips para dejar de morder las uñas. POR: GEMA SANCHEZ

Un examen, una reunión familiar, una cita, una espera en el médico…. todas estas situaciones tienen algo en común. En todas ellas la ansiedad, la preocupación o la timidez pueden invadirnos. Estas emociones o pensamientos se pueden exteriorizar con la palabra, con el cuerpo o a través de gestos. Las manos son un elemento de comunicación importante. Con ellas abrazamos, acariciamos y expresamos. Con ellas también manifestamos nuestra inquietud, aburrimiento, ganas de terminar una reunión o incluso mala educación.

Dentro de la expresión a través de las manos, las uñas o padrastros pueden ser un reflejo de nuestras emociones o pensamientos. Para muchas personas es una herramienta para canalizar sensaciones, aunque sea de forma inconsciente. Esto es conocido como onicofagia. La palabra “se deriva de dos palabras griegas: onyx (“uña”) y phagein (“comer”) (Cano, Peniche y Arellano, 2001)”.

Generalmente la onicofagia se considera una compulsión, es decir, se realiza para manejar sensaciones de ansiedad, pensamientos intrusivos y sensaciones de inquietud. Tiene consecuencias importantes en nuestra salud bucal, imagen social y autoestima en los casos más graves. Pese a la dificultad de cambiar este hábito no está todo perdido. Si no es un caso clínico, solo hace falta un poco de voluntad, conciencia y motivación.

Morder las uñas, un problema sin resolver

Lo cierto es que la tendencia de morderse las uñas u onicofagia sigue siendo un misterio aún para el mundo de la psicología, la medicina o la psiquiatría. En 2015 en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry se publicó un artículo que defendía que la onicofagia no era signo de nervios o ansiedad tal y como pensamos la mayoría, sino que era signo de perfeccionismo. Esta actividad podría ayudar a estas personas a manejar su insatisfacción o irritación.

Mujer con onicofagia

También encontramos estudios que demuestran que un tercio de aquellos que sufren onicofagia se encuentran en un ambiente familiar donde otro miembro del grupo lo padece. En este caso hablan de la imitación de niños en familias donde un padre, madre o hermano lo hacen. Otros estudios simplifican la ecuación y relacionan a a la onicofagia con el placer. La acción de morderse las uñas generaría unas sensaciones placenteras.

¿Empieza por la voluntad?

Parece un tópico. La voluntad…. Se dice que es cuestión de voluntad dejar de hacer algo o lanzarse a un objetivo. “Si no lo haces es porque no quieres en realidad”. Lo cierto es que el tópico está cargado de tantas razones como de falta de ellas. Es cierto que nos da una visión simplista de la realidad, pero no es menos cierto que la voluntad y la motivación (sea la que sea) son el motor y la fuerza para comenzar. Sin ellas no llegaríamos a colocarnos ni en la casilla de salida. Pero cuidado porque… querer, muchas veces no es poder.

“Si empiezas por prometer lo que aún no tienes, perderás tu voluntad para conseguirlo”.

 – Paulo Coelho – 

La voluntad no mueve montañas, pero sí es muy importante para empezar. No importa que fallemos, que cometamos errores o que pasemos un verano entero sin modernos las uñas y al volver al trabajo volvamos al hábito. Todos los finales son nuevos principios. Si no funciona una fórmula prueba otra diferente. Si no quieres cambiar el qué, cambia el cómo.

¿Qué hiciste mal la última vez? ¿Dónde estuvo el error? Recuerda la sensación de conseguirlo y empieza de nuevo. En el momento en que tomes la decisión escribe un mensaje positivo para ti, algo que tenga significado y ponlo en un sitio visible. Te ayudará cuando aparezcan las tentaciones.

Sé consciente

Nada más importante para corregir los errores que tomar conciencia de ellos. En el trabajo, en las relaciones de pareja, en la comunicación y en cualquier actividad que queramos mejorar. Combatir la onicofagia es una carrera de fondo. Una buena forma de empezar es mediante los autorregistros anotando los momentos en los que te muerdes las uñas. ¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo?

Registrarlo es una forma de tomar conciencia de aquellas actividades o personas que rodean ese comportamiento. Las horas, los lugares… conduciendo, en los semáforos, al final del día… cada momento es importante porque te dará una idea de los estímulos que tienes más asociados con la acción de comerte las uñas.

“Darse cuenta de lo que hay que hacer, y no hacerlo, es cobardía”. 

-Confuncio-

Mujer escribiendo una carta

Esto prepara el cerebro y le entrena para detectar los momentos de peligro. Primero registra los momentos de morder las uñas. Cuando domines ese punto anota las veces que te llevas las manos a la boca (sin morder). Al final el ejercicio solo consistirá en darte cuenta de cuándo piensas en ello. Son formas de frenar los automatismos.

Un pequeño paso

Pequeños pasos conducen a grandes logros. El gran enemigo de la motivación son los objetivos imposibles. Tal vez tengas un evento o una entrevista de trabajo y para ello decides no morderte las uñas. Es paradójico porque en el momento de mayor ansiedad dejas a un lado tu arma para combatirla. Seguramente en algún momento acabes por olvidarte del objetivo, te muerdas las uñas y aparezca un sentimiento de fracaso e incapacidad.

Esto es demasiada presión para eliminar un hábito como la onicofagia que puede que lleve años en nuestro interior. Seguramente haya personas que lo han dejado a la primera. Siempre existe la persona que habla de su último cigarrillo. Pero… ¿qué hay de aquellos que no funcionan así?

Intentar no ser demasiado duro con uno mismo es un buen aliado cuando la tentación ha doblado la voluntad. Prueba con uno o con dos dedos o márcate un objetivo de fin de semana o periodo vacacional. La suma de objetivos sencillos y más fáciles hará que alcancemos grandes metas. Cada paso cuenta, y al igual que debemos registrar la conducta que queremos cambiar, merece la pena registrar los logros que vamos realizando.

“Los objetivos sólo se alcanzan si mides los progresos”.

– Guy Kawasaki –

Prepárate para la tentación

Evitar la tentación es el siguiente paso después de conocer las situaciones, personas u horas del día donde aparece la onicofagia. Sin embargo no podemos escapar o evitar constantemente. Una de las estrategias es recurrir a nuestra mente para afrontarlo. Anticipar la situación y el cómo salir de ella sin morderse las uñas es visualizar un momento de éxito donde poder salir reforzado. Busca pensamientos alternativos a los que acudir y mensajes positivos en los que apoyarte. Otro recurso es el entrenamiento del cuerpo en respiración y relajación para combatir las situaciones que provocan nervios.

“Quien evita la tentación evita el pecado”. 

-Ignacio de Loyola-

Así como se puede entrenar el cuerpo y la mente, también podemos aprender a “sujetar” el comportamiento. Una serie de ejercicios prácticos son llevarse la mano a la boca y dejarla a 5 cm. aguantando las sensaciones o morderse un dedo y aguantar 20 segundos. Si se hace de una forma consciente y como entrenamiento poco a poco nos acostumbraremos a ello y será más fácil identificar las sensaciones que preceden al acto que queremos evitar, mordernos las uñas.

Busca alternativas (para la boca y para las manos)

Todos los que han luchado contra un mal hábito (más o menos inofensivo) saben lo difícil que es. Muchas veces una cierta incomprensión por parte de las personas que rodean a la que intenta dejar este hábito, pudiendo recibir incluso comentarios que aludan a su debilidad mental.

A veces la visualización, voluntad o mentalización no basta. Entonces, encontrar alternativas puede ser una solución. No olvidemos que a cada persona le servirá una y otra opción. Lo importante es recordar que podemos actuar en dos focos: la boca y las manos.

Mujer con chicle

Ante la necesidad de tener algo en la boca para aplacar los nervios, la inquietud o el aburrimiento podemos recurrir a mascar chicle, jengibre o chupar regaliz, caramelos, etc.. Tener algo en la boca retira esa necesidad de ocupar ese espacio. Otro punto donde podemos actuar son los dedos.

Lavarse las manos, usar guantes, esmaltes, ponerse alguna tirita o incluso láminas invisibles evitará la acción. Por lo menos puede servir de recordatorio directo del objetivo marcado. Por otra parte puedes llevar encima otro tipo de distracciones para tocar como por ejemplo, un llavero, una pelota pequeña, un bolígrafo, etc. Algo con lo que poder jugar y tener las manos entretenidas.

Si buscas, encontrarás

Es una tentación…. Hay un momento en el que las uñas comienzan a crecer y es lógico que la sensación sea extraña. Involuntariamente nos tocamos los dedos, nos los miramos o acariciamos el filo de las uñas. Otra costumbre es pasar la yema por los dedos o buscar rozar las uñas con la ropa. Evitar estos gestos será fundamental. En el momento en el que hayamos entrenado la atención para tomar consciencia de que lo hacemos, nos resultará fácil evitar caer en la tentación.

Cuando exista alguna irregularidad o rozadura en la uña, un sencillo truco será llevar una lima pequeña encima. Con ello evitaremos recurrir a los dientes para superar eso que no toleramos, los picos en las uñas. Si en momento dado nos encontramos realizando este tipo de actividades “recoge” las manos. Es decir, cierra los puños si estas de pie, busca a alguien e inicia una conversación o incluso métete las manos en los bolsillo o ponlas debajo de los muslos si estas sentado.

Si lo estás haciendo bien, reconócetelo

En este punto hay que señalar lo mucho que nos cuesta reconocernos méritos a nosotros mismos. Muchas veces, por la educación recibida o por miedo a dar una imagen distinta a la que queremos proyectar, dejamos de valorar los pequeños logros que alcanzamos. Este enfrentamiento perjudica la construcción de la autoimagen. Si hemos llegado a una meta hay que premiarse: por ello no vamos a ser menos humildes ni a creernos más que nadie.

Aunque para las personas que nos rodean sean acciones menores, si nos hemos fijado un meta y la hemos conseguido, será positivo potenciar la satisfacción propia que emana del logro. Plantearnos pequeñas recompensas si hemos conseguido, por ejemplo, estar una semana sin mordernos las uñas. Aun así, buscar la complicidad con el entorno puede ayudarnos en el proceso. Si lo entienden y empatizan serán un apoyo fundamental.

Por otra parte, si el problema se considera de salud al punto de sangrados, deformación de dedos o está asociado con un trastorno obsesivo – compulsivo, depresivo o ansiedad, será fundamental asistir a un equipo médico para la asesoría, control y seguimiento del hábito y todas las consecuencias que lleve consigo.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/onicofagia-8-tips-dejar-morder-las-unas/

Lo que dice la neurociencia sobre la procrastinación. POR: GEMA SANCHEZ

En los últimos 10 años se ha avanzado de manera muy notable en el estudio del cerebro. El momento actual se cataloga como uno de los más emocionantes en la historia de las neurociencias. Estas han comenzado a escudriñar temas que hasta ahora no entraban en su órbita, como la procrastinación.

¿Qué nos dice la neurociencia sobre la procrastinación? Ha surgido un importante caudal de datos que permiten explicar los procesos llevados a cabo en el cerebro y que, aparentemente, determinan el hecho de procrastinar. Aunque, como es sabido, las conductas no solo pueden explicarse a partir de procesos fisiológicos, lo cierto es que estos también influyen en ellas.

La procrastinación no es una conducta habitual en todas las personas. Quizás todo el mundo ha incurrido en esas postergaciones indefinidas alguna vez, pero lo cierto es que en algunas personas se trata de una conducta crónica. Tienen enormes dificultades para terminar lo que comenzaron. En ellas se ha centrado la investigación al respecto.

La neurociencia, en otras palabras, nos da permiso para darnos un descanso cuando nos encontramos verdaderamente atascados, y es el descanso el que nos ayuda a obtener la solución”.

-Barbara Oakley-

La procrastinación

La procrastinación pone nombre a esas situaciones en las que se posterga una actividad o situación que debe atenderse. Lo frecuente es que se busque sustituir esa actividad o situación por otra que sea más agradable y, por lo general, más irrelevante. De este modo, no se atiende ni se concluye algo que es importante y se le deja “para después”. Ese “después” nunca llega.

Todo ello lleva a que quien procrastina empiece muchas cosas y no las concluya. Hay un punto en que le resulta muy desagradable, o incluso intolerable, empezar o continuar con lo que tiene que hacer y busca la manera de “ganar tiempo”.

Un ejemplo típico de la procrastinación sería: una persona debe organizar un archivo que requiere para su trabajo. Sin embargo, es una tarea que no le apetece nada. Además, entiende que le va a llevar tiempo y quizás a corto plazo la vea como poco rentable -hoy tarda menos en encontrar un documento que lo que puede tardar en ordenar su archivo-. Sabe que a la larga, ganará tiempo, pero nunca encuentra el momento… Se dice a sí misma que ya lo hará cuando tenga un rato, pero la realidad es que nunca lo tiene.

Mujer descansando

Las neurociencias y la procrastinación

La doctora Barbara Oakley, profesora de la Universidad de Oakland, ha recogido información acerca de lo que dicen las neurociencias sobre la procrastinación. En principio, señala que las investigaciones sobre el tema apuntaron a que los procrastinadores crónicos tenían dificultades en las regiones neuronales asociadas al autocontrol y la regulación emocional.

Ajustar el funcionamiento de esas zonas es posible. El problema es que para hacerlo se requiere un ejercicio de autocontrol, lo que nos lleva a un círculo vicioso. Sin embargo, esto no es todo lo que las neurociencias dicen frente al tema.

Otras investigaciones al respecto señalan que los procrastinadores tienen problemas para reparar su estado de ánimo a corto plazo. Sienten malestar y no lo solucionan de forma inmediata. Así mismo, hay una especie de separación entre la percepción del yo presente y el yo futuro.

Dicho de una forma más sencilla, la procrastinación es una forma de afrontamiento que apuesta por los beneficios que se obtienen de manera inmediata.

Cerebro con mecanismos

El dolor y la procrastinación

Una hipótesis más interesante señala que algunas personas llegan a sentir “dolor” en el cerebro al hacer alguna actividad que les resulta desagradable. En esos casos, se activa un mecanismo llamado “red neuronal por defecto” para aliviar esa sensación. Esta red se activa cuando una persona está atascada frente a algún problema al que no le ve solución.

Según esta tesis, las personas resuelven problemas gracias a rutas neuronales previamente marcadas. Es decir, se soluciona la dificultad con el aprendizaje previo. Cuando una persona se atasca es porque no cuenta con referentes. Es allí cuando se activa la red neuronal por defecto y la mente comienza a divagar.

A partir de esto, se concluye que lo peor que una persona puede hacer es insistir en superar ese bloqueo. Lo indicado es alejarse del foco de la dificultad, en otras palabras, descansar. Esto ayuda a que se active un foco difuso y el cerebro comience a elaborar una nueva ruta de acción.

Así pues, la procrastinación se evita haciendo algo tan simple como descansar. Si una persona lleva a cabo una actividad que le resulta desagradable, o frente a la cual está bloqueada, lo mejor es que haga pausas cada vez que sienta la necesidad de hacerlo. De este modo, es probable que pueda empezar o terminar esa tarea que le apetece tan poco.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/neurociencia-procrastinacion/

El abandono es la herida que más perdura. POR: VALERIA SABATER

El abandono de nuestra pareja, de nuestros padres en la infancia o incluso de la propia sociedad, genera una herida que no se ve, pero que uno siente latir cada día. Porque es una raíz arrancada, un vínculo roto por donde antes se nutrían nuestras emociones y nuestra seguridad.

Ahora bien, hay un aspecto que debemos tener en cuenta: el abandono no solo se produce por una ausencia física. El abandono más común es aquel donde deja de existir una autenticidad emocional, ahí donde aparece el desinterés, la apatía y la frialdad. La percepción de este vacío no tiene edad, es algo que todo niño va a percibir y que por supuesto, llega a devastar a cualquier adulto.

Suele decirse que para entender lo que supone ser abandonado, “uno tiene que ser abandonado”. No obstante, eso algo que nadie merece, porque con cada ausencia perdemos una parte de nosotros mismos, y ninguna persona debe padecer dicho sufrimiento.

Las implicaciones psicológicas que se derivan de una vivencia temprana asociada al abandono suelen ser por lo general, bastante graves. Aunque cada niño afronta los hechos de un modo, es común que quede la huella de un trauma, y los traumas, no los cura el tiempo, sino un adecuado afrontamiento. Una batalla íntima y personal que muchas personas están viviendo en estos mismos momentos…

barco abandonado

El abandono: barcos a la deriva cargados de ausencias

El sentimiento de abandono puede darse de muchas formas. Nos trasformamos en barcos a la deriva cuando por ejemplo, perdemos nuestro empleo y no encontramos forma de reintegrarnos al mercado laboral. Quedamos varados, como perdido queda ese niño que a una edad temprana es abandonado por su madre, o como ese hombre que un día al llegar a casa, descubre una casa vacía y la ausencia de la mujer que amaba.

Existe una interesante página llamada “Abandonment.net” donde todo aquel que lo necesite puede exponer su experiencia personal relacionada con el abandono. A muchos les resulta terapéutico poder compartir dichas vivencias, pero en la mayoría de estos testimonios se percibe por encima de todo un trauma acaecido en edades muy tempranas: la muerte del padre o la madre, el tener un progenitor alcohólico o el haber crecido prácticamente en soledad…

El hecho de sufrir algún tipo de abandono en la infancia es algo determinante. Tanto, que los expertos comentan que es como un segundo nacimiento. Si el primero fue doloroso pero esperanzador, el segundo supone tener que “renacer” en mundo donde no nos sentimos amados, donde hemos de aprender a valernos por nosotros mismos sufriendo la ruptura de ese cordón umbilical que nos unía a un corazón, a unas emociones, a unas necesidades que debían ser satisfechas….Te podría interesar…El mejor regalo para los niños se llama TIEMPOTiempo, ese es el nombre del mejor regalo para los niños. No lo venden en jugueterías ni tampoco por internet. Solo se encuentra en nosotros…

imagen niña en blanco y negro sufriendo el abandono

Consecuencias asociadas al abandono emocional

A la hora de hablar de consecuencias asociadas a una dimensión psicológica traumática, es importante tener en cuenta que existe mucha variabilidad. No todas las personas asumen y expresan el dolor de la misma forma. No obstante, podríamos resumirlo del siguiente modo.

  • Sufrir el abandono en la infancia supone muchas veces tener serias dificultades a la hora establecer relaciones estables en la edad adulta. Es común desconfiar, sentirse vulnerable, pasar por épocas de cierta apatía, ahí donde resulta muy complicado gestionar emociones como la rabia o la tristeza.
  • Cuando una persona sufre el abandono de la pareja o, por qué no, el de la propia sociedad, puede llegar incluso a “sabotearse a sí mismo” pensando, por ejemplo, que no merece ser feliz o amado, que no tiene aptitudes, que ya no merece la pena luchar por sus propios sueños porque ya no hay nada que hacer.
  • Aparecen también problemas de codependencia, necesitan aprobación y reconocimiento y, a su vez, llegan a dar demasiado de ellos mismos a los demás sintiendo que más tarde, lo recibido no es igual a lo invertido.
  • A su vez, es común sufrir ciertas “reminiscencias emocionales”. En ocasiones, algo o alguien reactiva sus sentimientos de abandono y todo su mundo se paraliza de nuevo.

Todo ello son huellas de un grave de estrés postraumático que debe gestionarse.

hombre con la mano en el pecho sufriendo el abandono

Cómo sanar la herida del abandono

La herida del abandono debe curarse prestando una especial atención a la autoestima y, por encima de todo, siendo capaces de perdonar, de liberarnos de ese pasado como quien corta el hilo de un globo muy oscuro y lo deja ir. Aunque obviamente, ese es un paso muy difícil de llevar a cabo.

  • La terapia de desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR), por ejemplo, suele ser muy útil para detectar y transformar recuerdos traumáticos de infancia. Permite a la persona liberar la mente, el cuerpo y abrir su corazón para ofrecerle un adecuado alivio emocional.
  • A su vez, los expertos en experiencias traumáticas sugieren la importancia aprender a comunicar necesidades emocionales. Mediante las palabras, las personas heridas podrán conectar con las personas de su entorno que les pueden ayudar y apoyaran, estableciendo de esta manera relaciones más seguras.
Manos extendidas sobre unas flores

Algo tan esencial como aprender a cuidar de nosotros mismos, de priorizarnos cada día para desconectarnos poco a poco de la ira y del resentimiento, nos permitirá dejar de ser cautivos de las heridas del ayer. La memoria no puede borrar las tristezas del pasado, pero puede darles calma y sosiego como quien ve un río discurrir. Todo pasa, y aunque las piedras más frías y oscuras permanezcan en el fondo, el agua discurre clara y pura sobre ellas. Podemos empezar de nuevo…

Si estás vivo abandona la pelea con los muertos. POR: GEMA SANCHEZ

Cualquier lectura de esta sentencia,  puede dar lugar a multitud de interpretaciones, pero sospecho que podría venir muy bien  como lección para entender lo que se debe o no se debe hacer en determinadas situaciones.

Evidentemente, pensemos que  en sentido literal no hace falta estar muerto, o ser un cadáver. Todos sabemos que muchas personas que nos rodean a diario y como resultado de la perdida de energía, ilusiones, alegría, entusiasmo, etc., parecen difuntos con piernas. 

Todos, absolutamente todos, tenemos derecho a librar batallas con nuestros momentos de derrota y de tristeza, pero debemos de intentar salir de esa guerra. La misma claridad debemos de tener para saber que las depresiones y frustraciones por hechos o situaciones desesperadas tarde o temprano se convertirán en pasajeras.

Sin embargo, algunas personas a pesar de ofrecerles ayuda, no llegan a salir nunca del estado de debilidad y  postración al que  están acostumbrados, sino que pretenden que  les acompañemos  en su drama y se disgustan si no participas  o te solidarizas con su desconsuelo.

Debemos de utilizar todos los medios posibles, para ayudarles y convencerles de que abandonar esa actitud derrotista y lastimosa es lo más beneficioso. Pero una vez que hayamos dejado nuestra pelea y esfuerzo en el intento por restarles oscuridad,  si no es posible conseguirlo, entonces: deja de pelear, abandona la lucha, pues será su elección y no la tuya.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/si-estas-vivo-abandona-la-pelea-con-los-muertos/

Cambios en la conectividad cerebral podrían relacionarse con el deterioro cognitivo autoinformado. POR: Alejandra Alonso

Se exploró la trayectoria de parejas no casadas durante 4 años y se observó que las personas que pasaban más tiempo pensando en parejas alternativas eran más propensas a engañar a sus parejas o romper la relación.

Se postula que las relaciones románticas se definen por una falta de interés en otras parejas. Entendiéndola de esta manera, la práctica de contemplar la posibilidad de parejas alternativas (a lacual se le llama monitoreo de alternativas románticas) ha sido vinculado con relaciones de pobre calidad. Adicionalmente, la infidelidad afecta profundamente a las relaciones, resultando muchas veces en su fin.

El equipo de investigación notó una falta de investigación sobre fidelidad y monitoreo alternativo. Ambas variables probablemente se influyen mutuamente. La infidelidad, a su vez, probablemente abre la puerta a considerar a otras posibles parejas y esto hace consciente la posibilidad de engañar. Es por eso que el equipo de investigadores se planteó explorar estas variables en un estudio longitudinal. 

¿Cómo se realizó el estudio?

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Se analizaron datos de un estudio previo sobre relaciones, enfocándose solo en los participantes que no estaban casados, en relaciones heterosexuales y entre las edades de 18 y 34 años (507 mujeres y 272 hombres). El estudio incluyó 8 olas de recolección de datos durante 4 años. Los momentos de recolección eran cada 4 o 6 meses, los participantes reportaban el punto hasta el que estaban considerando parejas alternativas.

Al final del estudio, se dividió a los participantes en 3 grupos:

  1. Los que se quedaron con sus parejas durante el tiempo que se mantuvo el estudio y no fueron infieles.
  2. Los que fueron infieles.
  3. Aquellos que experimentaron una ruptura con su pareja, pero no cometieron infidelidad.

¿Qué resultados encontraron?

Se observó que aquellos que rompían con sus parejas en algún punto (sin infidelidad) pensaban más en otras opciones de pareja que aquellos que se quedaban con su pareja (sin infidelidad).

Aquellos que fueron infieles en algún punto también pensaban más en otras opciones de pareja comparados con aquellos que se quedaron con sus parejas y no reportaron infidelidad. Es más, aquellos que sí engañaron a sus parejas, reportaron un aumento en el monitoreo alternativo llevándolos a la infidelidad, comparados con aquellos que se quedaron con sus parejas y no reportaron infidelidad. Este último grupo, que mostró una trayectoria más estable en su relación, en verdad reportó una ligera disminución en el pensamiento sobre parejas alternativas.

Los científicos notan que ambos cambios en el monitoreo alternativo, así como también el nivel en que una persona se involucra con este monitoreo, se vinculan estrechamente con relaciones de peor calidad. Sin embargo, ellos notan que la incertidumbre en cuanto al compromiso podría tener un rol importante y que futuros estudios deberían incluir esa variable.

Esta información podría ayudar a crear estrategias de intervención para parejas que están viviendo desafíos, por ejemplo al incluir estrategias para lidiar con la atracción a otras personas.

Referencia del estudio:Ritchie, L., Stanley, S., Rhoades, G. & Markman, H. (2020), Romantic Alternative Monitoring Increases Ahead of Infidelity and Break-up, Journal of Social and Personal Relationshipshttps://doi.org/10.1177/0265407520968633

Fuente: Psypost

RECUPERADO POR: https://www.psyciencia.com/cambios-en-la-conectividad-cerebral-podrian-relacionarse-con-el-deterioro-cognitivo-autoinformado/

¿Los trabajos por turnos son malos para nuestra salud? Nahum Montagud Rubio

De noche, nuestro cuerpo pide descanso, y de día quiere estar activado. Esta es una máxima de la cronobiología, la ciencia que estudia los horarios biológicos a los que nuestro organismo está sometido, pero el modo de vida impulsado por nuestras sociedades basadas en la división del trabajo parece que, en ocasiones, no tienen en cuenta este fenómeno.

Ahora bien… ¿hasta qué punto es un problema “forzar” nuestro reloj biológico debido a las exigencias de nuestro puesto de trabajo?

Son muchos los empleos en los que existen los turnos de noche, como en el sector sanitario y el de la seguridad. Tener que estar despierto de noche y dormir de día puede suponer mucho estrés metabólico en caso de que no se gestione bien y, como resultado de ello, pueden haber alteraciones en nuestra salud.

Hoy vamos a ver cómo afectan los trabajos por turnos a nuestra salud y veremos qué se puede hacer para paliar los efectos de los horarios laborales nocturnos.

¿Qué pasa cuando forzamos el reloj biológico?

Normalmente, durante las horas de mayor luz solar, nuestro organismo está preparado para mantenerse activo; esto es así porque existen una serie de mecanismos neuroendocrinos que nos predisponen a acercarnos más o menos a un “estado de alerta” y a tener mayor capacidad de concentración en tareas concretas.

Así, durante el día, nuestro sistema nervioso y nuestra red de glándulas segregadoras de hormonas se coordinan para que nuestro estado psicológico nos permita, en la medida de lo posible, aprovechar el potencial de un entorno bañado por la luz solar, en el que hay muchas cosas por hacer.

Esto cambia cuando llega la noche, momento en el que se prepara para descansar. Nuestro ciclo sueño-vigilia viene fuertemente determinado por las horas de sol, siendo la luz del astro rey la que regula la producción de melatonina, una hormona encargada de la propia regulación del sueño y que nos induce a dormir cuando cae la noche.

Sin embargo, suele suceder que en ciertos entornos laborales como es el sanitario no siempre se puede ir uno a dormir cuando es de noche. Especialmente duro es el mundo de los médicos y enfermeras, donde las urgencias no descansan y, por lo tanto, tampoco se lo pueden permitir los sanitarios. Siempre tiene que haber gente que pueda atender a los pacientes y, por ello, en el sector sanitario existen diferentes turnos, siendo el peor de ellos el de noche puesto que se fuerza al organismo a hacer justo lo contrario a lo que debería, trabajar cuando toca dormir.

Pero, en general, las exigencias de un mundo cada vez más orientado hacia la economía global y hacia la especialización de tareas hacen que muchos puestos de trabajo vayan de la mano de la necesidad de adaptarse a turnos, algunos de los cuales tienen lugar en plena madrugada.

Los trabajos por turnos afectan al bienestar

Posibles consecuencias físicas y mentales de trabajar por turnos

Nuestro cuerpo es una máquina biológica que, cuando es forzada, empieza a manifestar alteraciones a causa del estrés metabólico al que lo sometemos, sobre todo porque descansamos y comemos a horas que no se esperaba. Esto desgasta especialmente en caso de que seamos de los que cambia de turno laboral cada dos por tres, puesto que hacemos que nuestro organismo tenga que poner en hora el reloj biológico constantemente.

Todo ello trae consigo varias alteraciones, entre las cuales podemos destacar:

  • Estado de ánimo: irritabilidad, mal humor, depresión, ansiedad…
  • Problemas de concentración.
  • Problemas de sueño: dificultades para conciliar el sueño de día.
  • Desgana: falta de motivación, más pereza, anhedonia…
  • Problemas de conducta alimentaria: comer a deshoras, más, menos, obesidad…
  • Envejecimiento precoz: piel dañada, caída del pelo, arrugas…

Es de especial mención el síndrome de Burnout (o Síndrome del Quemado), alteración psíquica que manifiestan muchos trabajadores agotados física y psicológicamente por su empleo, algo que quienes tienen constantes cambios de turnos laborales tienen todas las papeletas de padecer. Debido a que están agotados en todos los aspectos de su vida, los trabajadores quemados son más propensos a cometer errores, sobre todo de noche que ya de por sí se tiene un menor rendimiento y peores concentración y reflejos.

A largo plazo, los turnos nocturnos largos traen consigo mayores repercusiones. De acuerdo con una investigación llevada a cabo por la doctora Eva Schernhammer y colegas con 75.000 enfermeras y llevado a cabo durante 22 años, parece ser que los trabajadores a turnos, durante más de 5 años, tenían entre un 10% y 19% más de probabilidades de morir por cualquier cosa, variando según la enfermedad. Lo que vino a decir esta investigación es que había un riesgo significativamente aumentado de fallecer por enfermedades como cardiopatías, cáncer, obesidad y cualquier otra condición médica en este tipo de población.

¿Qué se puede hacer para evitar estos efectos?

Las medidas a tomar para evitar que los trabajos por turnos afecten a nuestra salud dependen del tipo de turnos nocturnos y la frecuencia con la que los hagamos. Cabe decir que lo preferible es que los turnos nocturnos sean cortos y tenerlos solamente un día a la semana.

En estos casos lo mejor que se puede hacer es seguir adaptado al ritmo de vida diurno, evitando que, nada más al acabar el turno nocturno, ir directamente a dormir. Es mejor aguantar un poco y mantenerse despierto hasta que caiga la noche, yéndose a dormir a primera hora de la noche y así manteniendo mejor los biorritmos.

En caso de tener siempre el turno de noche (por ejemplo, guardia nocturno) lo mejor es tratar de mantener ese horario incluso en los posibles días de fiesta. Lo suyo es intentar hacer que tres o cuatro horas de sueño coincidan con las que solemos hacer el resto de la semana, a fin de poder descansar y no notar tanto cansancio las horas del día que vayamos a estar despiertos. Así se puede conseguir cierto equilibrio entre la vida personal y la laboral, aunque cabe decir que trabajando todos los días de noche es difícil.

La peor de las opciones es tener dos turnos de día, dos de tarde y dos de noche. En este caso se vive una situación laboral a medio camino entre el día y la noche, siendo muy complicado. Aún así, hay que intentar vivir con el horario diurno lo máximo posible. En caso de disponerse de dos noches seguidas, debemos tratar de irnos a dormir por la mañana, al acabar el primer turno nocturno, o sino empezaremos muy cansados el siguiente turno nocturno. Para descansar será necesario habilitar un espacio en el que estemos bien aislados del sol, con las persianas bajadas o usando un antifaz.

Sea cual sea nuestro caso, cabe mencionar la importancia del ejercicio, un gran estabilizador del ritmo biológico y que de tan eficaz que es se llega a recomendar para los casos de jet lag. Si nos movemos mientras hacemos el turno nocturno conseguiremos mantenernos despiertos y no perder la concentración, teniendo un efecto más activador que las bebidas cafeinadas.

También debemos vigilar nuestra alimentación, puesto que mantener una dieta saludable no solo es un factor de protección frente a los problemas de salud mental y física, sino también nos ayudará a gestionar mejor los efectos de los turnos de noche. Un ejemplo de ello son los alimentos con tirosina, un aminoácido presente en el queso, el jamón, los huevos y el pan integral y que contribuye a fabricar dos importantes neurotransmisores para mantenernos despiertos: la dopamina y la noradrenalina.

Otros alimentos ideales para regular nuestro sueño, especialmente para conciliarlo, son aquellos que contienen triptófano. Este es un aminoácido que ayuda a producir serotonina y melatonina, los neurotransmisores que nos preparan para el sueño y que nuestro cuerpo segrega de forma natural al atardecer. Algunos alimentos que contienen triptófano son frutas como el plátano, los frutos secos, el pollo, el pavo, el pescado y las verduras de hoja.

Por otro lado, es muy importante modificar lo menos posible nuestros horarios de comida. De este modo minimizaremos el impacto que el trabajo con horarios por turnos tendrá en nuestros procesos fisiológicos y psicofísicos. Puede serte útil tener preparada comida para casos en los que no te dé tiempo a cocinar respetando tu horario, aunque lo ideal es que los alimentos sean lo más frescos dentro de lo posible.

RECUPERADO DE: https://psicologiaymente.com/organizaciones/trabajos-turnos-malos-salud

Necesitamos adaptarnos a la vida sin distanciamiento social. POR: Maria Fernanda Alonso

Las medidas de distanciamiento social demostraron ser esenciales para frenar la propagación de la COVID-19 en todo el mundo, previniendo más de 500 millones de casos. No obstante, con el progreso de la vacunación y sus resultados favorables, muchos países han optado por levantar las medidas más restrictivas de distanciamiento social permitiendo, por ejemplo, reuniones sociales con ciertas condiciones. Pero el hecho de que ahora podamos reunirnos no significa que nuestros cerebros estén especialmente ansiosos por dejar a un lado el ambiente acogedor que armamos para explorar hasta la última serie de Netflix, con el fin de resurgir a la vida social anterior.

Una encuesta nacional realizada en EE.UU. encontró que el 36% de los adultos (incluyendo el 61% de los adultos jóvenes) informaron que se sintieron “seriamente solitarios” durante la pandemia. Podríamos pensar, entonces, que las personas estarían ansiosas por volver a las reuniones sociales; sin embargo casi la mitad de los estadounidenses informaron sentirse incómodos por volver a la interacción en persona, independientemente del avance de la vacunación.

¿Cómo se entiende esto? Los científicos explican que el cerebro es extraordinariamente adaptable, por lo que tanto el aislamiento social como la resocialización pueden afectarlo.

¿Qué nos enseñan las neurociencias sobre la necesidad de socializar?

Los seres humanos tenemos una necesidad evolutivamente cableada de socializar. En el reino animal mantener las redes sociales es fundamental para la supervivencia, ya sea que hablemos de insectos o primates. Los grupos sociales brindan perspectivas de apareamiento, caza cooperativa y protección contra los depredadores.

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Pero la homeostasis social (el equilibrio adecuado de conexiones sociales) debe ser logrado, y para alcanzar esos beneficios son necesarias grandes redes sociales que aumentan la competencia por recursos y compañeros (Matthews & Tye, 2019). Debido a esto, los cerebros humanos desarrollaron circuitos especializados para medir las relaciones y hacer los ajustes correctos, al igual que un termostato social.

La homeostasis social involucra muchas regiones del cerebro (Lee et al., 2021), y en el centro está el circuito mesocorticolímbico o “sistema de recompensa” (Berridge & Kringelbach, 2015), el circuito que te motiva a comer chocolate cuando estás antojado de algo dulce. Del mismo modo, la reducción de la interacción social provoca antojos sociales, lo que produce patrones de actividad cerebral similares a la privación de alimentos (Tomova et al., 2020).

¿Qué pasa con nuestros cerebros durante el aislamiento social?

Como no es posible aislar personas y examinar sus cerebros, los científicos se sirven de estudios con animales de laboratorio para aprender más sobre el cableado social del cerebro. Debido a que los lazos sociales son esenciales en el reino animal, estos mismos circuitos cerebrales se encuentran en todas las especies (Matthews & Tye, 2019).

  • Un efecto destacado del aislamiento social es el aumento de la ansiedad y el estrés. Separar a los animales de sus compañeros de jaula aumenta el cortisol (la principal hormona del estrés) y los comportamientos similares a la ansiedad (Hawkley et al., 2012). Los estudios en humanos también apoyan esto, ya que las personas con círculos sociales pequeños tienen niveles más altos de cortisol y otros síntomas relacionados con la ansiedad similares a los animales de laboratorio socialmente desfavorecidos (Campagne, 2019). 

Evolutivamente, este efecto tiene sentido: los animales que pierden la protección del grupo deben volverse hipervigilantes para valerse por sí mismos (J. T. Cacioppo et al., 2006). Y no solo ocurre en la naturaleza. Un estudio encontró que las personas que se describen a sí mismas como “solitarias” están más atentas a las amenazas sociales como el rechazo o la exclusión (S. Cacioppo et al., 2016).

  • Otra región importante para la homeostasis social es el hipocampo, el centro de aprendizaje y memoria del cerebro (Lee et al., 2021). Los círculos sociales exitosos requieren que aprendas comportamientos sociales, como el desinterés y la cooperación (Phillips, 2018), y que distingas a los amigos de los enemigos. 

Varios estudios en animales muestran que incluso el aislamiento temporal de la edad adulta afecta tanto la memoria social (como reconocer un rostro familiar) como la memoria de trabajo (como recordar una receta mientras se cocina) (Almeida-Santos et al., 2019; Zorzo et al., 2019).

Un seguimiento a expedicionarios antárticos encontró que habían encogido el hipocampo después de solo 14 meses de aislamiento social (Stahn et al., 2019). De manera similar, los adultos con círculos sociales pequeños tienen más probabilidades de desarrollar pérdida de memoria y deterioro cognitivo más adelante en la vida (Evans et al., 2019).

Por más que tu cerebro se adapte al aislamiento, lo mismo puede ocurrir con la reconexión social

La resocialización podría revertir los efectos de la ansiedad y el estrés asociados al aislamiento, sugieren que la resocialización repara estos efectos (Mumtaz et al., 2018).

Un estudio encontró que los titíes anteriormente aislados primero tenían niveles más altos de estrés y cortisol cuando se resocializaban, pero luego se recuperaban rápidamente (Smith et al., 2011). También hallaron que los animales que alguna vez estuvieron aislados pasaron más tiempo aseando a sus nuevos amigos.

La memoria social y la función cognitiva también parecen ser muy adaptables.

Los estudios con ratones (Liu et al., 2018) y ratas informan que, si bien los animales no pueden reconocer a un amigo inmediatamente después de un aislamiento a corto plazo, recuperan rápidamente la memoria después de la resocialización.

Por otra parte, un estudio escocés reciente encontró que los residentes tenían cierto deterioro cognitivo durante las semanas más duras de encierro debido a la pandemia, pero se recuperaron rápidamente una vez que se aliviaron las restricciones (Ingram et al., 2021).

Aún son necesarias más investigaciones en estas áreas, pero mientras tanto podés aprovechar esos pequeños momentos sociales en el ascensor (aunque resulten incómodos), para recordar el camino hacia el restablecimiento de tu homeostasis social.

Referencias bibliográficas:

  • Almeida-Santos, A. F., Carvalho, V. R., Jaimes, L. F., de Castro, C. M., Pinto, H. P., Oliveira, T. P. D., Vieira, L. B., Moraes, M. F. D., & Pereira, G. S. (2019). Social isolation impairs the persistence of social recognition memory by disturbing the glutamatergic tonus and the olfactory bulb-dorsal hippocampus coupling. Scientific Reports9(1), 473. https://doi.org/10.1038/s41598-018-36871-6
  • Berridge, K. C., & Kringelbach, M. L. (2015). Pleasure Systems in the Brain. En Neuron (Vol. 86, Número 3, pp. 646-664). https://doi.org/10.1016/j.neuron.2015.02.018
  • Cacioppo, J. T., Hawkley, L. C., Ernst, J. M., Burleson, M., Berntson, G. G., Nouriani, B., & Spiegel, D. (2006). Loneliness within a nomological net: An evolutionary perspective. En Journal of Research in Personality (Vol. 40, Número 6, pp. 1054-1085). https://doi.org/10.1016/j.jrp.2005.11.007
  • Cacioppo, S., Bangee, M., Balogh, S., Cardenas-Iniguez, C., Qualter, P., & Cacioppo, J. T. (2016). Loneliness and implicit attention to social threat: A high-performance electrical neuroimaging study. Cognitive Neuroscience7(1-4), 138-159. https://doi.org/10.1080/17588928.2015.1070136
  • Campagne, D. M. (2019). Stress and perceived social isolation (loneliness). En Archives of Gerontology and Geriatrics (Vol. 82, pp. 192-199). https://doi.org/10.1016/j.archger.2019.02.007
  • Evans, I. E. M., Martyr, A., Collins, R., Brayne, C., & Clare, L. (2019). Social Isolation and Cognitive Function in Later Life: A Systematic Review and Meta-Analysis. Journal of Alzheimer’s Disease: JAD70(s1), S119-S144. https://doi.org/10.3233/JAD-180501
  • Hawkley, L. C., Cole, S. W., Capitanio, J. P., Norman, G. J., & Cacioppo, J. T. (2012). Effects of social isolation on glucocorticoid regulation in social mammals. Hormones and Behavior62(3), 314-323. https://doi.org/10.1016/j.yhbeh.2012.05.011
  • Ingram, J., Hand, C. J., & Maciejewski, G. (2021). Social isolation during COVID-19 lockdown impairs cognitive function. Applied Cognitive Psychology. https://doi.org/10.1002/acp.3821
  • Lee, C. R., Chen, A., & Tye, K. M. (2021). The neural circuitry of social homeostasis: Consequences of acute versus chronic social isolation. Cell184(10), 2794-2795. https://doi.org/10.1016/j.cell.2021.04.044
  • Liu, Y., Lv, L., Wang, L., & Zhong, Y. (2018). Social Isolation Induces Rac1-Dependent Forgetting of Social Memory. Cell Reports25(2), 288-295.e3. https://doi.org/10.1016/j.celrep.2018.09.033
  • Matthews, G. A., & Tye, K. M. (2019). Neural mechanisms of social homeostasis. Annals of the New York Academy of Sciences1457(1), 5-25. https://doi.org/10.1111/nyas.14016
  • Mumtaz, F., Khan, M. I., Zubair, M., & Dehpour, A. R. (2018). Neurobiology and consequences of social isolation stress in animal model—A comprehensive review. En Biomedicine & Pharmacotherapy (Vol. 105, pp. 1205-1222). https://doi.org/10.1016/j.biopha.2018.05.086
  • Phillips, T. (2018). The concepts of asymmetric and symmetric power can help resolve the puzzle of altruistic and cooperative behaviour. Biological Reviews of the Cambridge Philosophical Society93(1), 457-468. https://doi.org/10.1111/brv.12352
  • Smith, A. S., Birnie, A. K., & French, J. A. (2011). Social isolation affects partner-directed social behavior and cortisol during pair formation in marmosets, Callithrix geoffroyi. Physiology & Behavior104(5), 955-961. https://doi.org/10.1016/j.physbeh.2011.06.014
  • Stahn, A. C., Gunga, H.-C., Kohlberg, E., Gallinat, J., Dinges, D. F., & Kühn, S. (2019). Brain Changes in Response to Long Antarctic Expeditions. En New England Journal of Medicine (Vol. 381, Número 23, pp. 2273-2275). https://doi.org/10.1056/nejmc1904905
  • Tomova, L., Wang, K. L., Thompson, T., Matthews, G. A., Takahashi, A., Tye, K. M., & Saxe, R. (2020). Acute social isolation evokes midbrain craving responses similar to hunger. Nature Neuroscience23(12), 1597-1605. https://doi.org/10.1038/s41593-020-00742-z
  • Zorzo, C., Méndez-López, M., Méndez, M., & Arias, J. L. (2019). Adult social isolation leads to anxiety and spatial memory impairment: Brain activity pattern of COx and c-Fos. Behavioural Brain Research365, 170-177. https://doi.org/10.1016/j.bbr.2019.03.011

Fuente: The Conversation

RECUPERADO DE: https://www.psyciencia.com/neurociencias-adaptarse-vida-sin-distanciamiento-social/

¿Dependes emocionalmente de los demas? POR: ELENA SANZ

La dependencia emocional es un concepto que ha ido ganando relevancia y notoriedad a lo largo de los últimos tiempos. Sin embargo, muchas personas lo malinterpretan e incluso lo consideran positivo. Es necesario, por tanto, tener claro el significado de este término para poder dilucidar si verdaderamente amas, o dependes emocionalmente de los demás.

El concepto de amor romántico instaurado en libros, películas e incluso historias infantiles ha desvirtuado el verdadero significado de amar. No solo en las relaciones de pareja, sino en amistades o vínculos familiares, es frecuente creer que conductas directamente asociadas a la dependencia son positivas y deseables.

Bajo la premisa del amor aceptamos comportamientos intrusivos y abusivos por parte de los demás. Incluso llegamos a profesarlos, desde la absoluta certeza de que solo estamos expresando cariño. Sin embargo, los celos, el control o el chantaje emocional surgen únicamente desde un vacío interior.

¿Por qué dependes emocionalmente?

Niña con dependencia emocional

El origen de la dependencia emocional suelen encontrarse en la infancia, concretamente en el establecimiento de un apego inseguro con nuestras figuras principales. Los bebés son criaturas indefensas y absolutamente dependientes. Requieren de los demás para satisfacer sus necesidades más básicas de protección, alimento y afecto.

Cuando los padres son capaces de atender de una forma adecuada y coherente las demandas del pequeño, este aprende a sentirse seguro, amado e importante. Va interiorizando durante su crecimiento un sentimiento de valía personal que le conducirá a establecer en el futuro vínculos sanos y sólidos.

En cambio, si las figuras de apego ignoran las necesidades del bebé o las atienden siguiendo un patrón intermitente, se establece un apegoinseguro. El niño comienza a sentir la indefensión y la incertidumbre de no saber si alguien acudirá cuando él lo necesite.

Se gesta entonces una personalidad ansiosa cuyo principal objetivo en el futuro será asegurarse de que sus personas queridas no lo abandonen. El sentimiento de no ser digno de amor y el vacío en sus necesidades básicas de afecto lo acompañarán durante toda su vida.

Signos de alerta

Existen diversos comportamientos que definen a una persona emocionalmente dependiente ya en la edad adulta:

  • Con frecuencia me siento débil, desvalido o temeroso. Necesito de los demás para sentirme fuerte.
  • Sufro mucho con la crítica y el rechazo, preciso que los demás aprueben quién soy y las decisiones que tomo.
  • Con mis padres tuve una relación ambivalente, en la cual sentía a partes iguales una enorme necesidad y un gran rechazo.
  • Exijo muestras constantes de amor a mi pareja o a mis seres queridos, puesto que nunca me siento seguro de su amor por mi.
  • Siento un gran temor a ser abandonado y por ello trato de controlar a los demás.
  • Mi estado de ánimo depende completamente de cómo los demás se comporten conmigo.
  • En el fondo me siento insuficiente y temo que los demás se den cuenta y se alejen de mi.

¿Qué puedes hacer si dependes emocionalmente de los demás?

Mujer con apego emocional por su pareja

Toma conciencia de lo que está ocurriendo y de su origen. Una vez que aceptes que existe ese vacío emocional en tu interior, podrás comenzar a llenarlo. El primer paso es sanar el pasado , aceptar que las cosas fueron de un modo determinado y que tus padres hicieron lo que pudieronAhora tú eres el adulto y es tu responsabilidad ocuparte de ti.

La dependencia emocional consiste en buscar frenéticamente en otros aquello que no hay en nosotros mismos. Por tanto, comienza a darte tú todo lo que necesitas de los demás. Trabaja tu autoestima, aprende a amarte y a aprobarte. Conviértete en tu mejor amigo y en tu mayor fan. Es muy importante que te coloques en el número uno de tu lista de prioridades y comiences a tratarte como tal.

Por último, transforma la manera en que ves las relaciones. Comprende que el amor solo es válido cuando se da porque nos sobra, y no porque nos falta. Entiende que las personas pueden acompañarnos en nuestro camino, pero nunca caminar por nosotros. Valórate y valora a las personas que te rodean como seres independientes.Recuerda que eres lo más preciado que tienes y que únicamente mereces lo mejor, no reclames ni aceptes migajas. Si te tienes a ti mismo, nadie te puede abandonar.Te podría interesar.

RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/dependes-emocionalmente-de-los-demas/