El desastre psicológico de la guerra. Por: LORETO MARTÍN MOYA
El desastre psicológico de la guerra incluye síntomas depresivos, agresivos, ansiógenos, TEPT, pérdida de la identidad y conductas regresivas en la población más afectada por los conflictos bélicos: los civiles, y en concreto, los niños, los adolescentes y las mujeres.
Un conflicto armado o bélico es, en toda su expresión, el reflejo de un fracaso estrepitoso por aquellos que lo causan. La guerra, a veces con un objetivo incierto, usualmente con uno demasiado absurdo para justificar sus costes, tiene un impacto no solo en los planos económico y social. Además de las pérdidas humanas, las personas que consiguen sobrevivir se enfrentan a consecuencias devastadoras.
No solo pierden a sus familias, sus hogares, sus vecinos, los lugares que solían frecuentar, su identidad y su estilo de vida. Muchos pierden también parte de su salud mental. Por ello, hablaremos del desastre psicológico de la guerra, y no de aquellos que luchan en ella, pero de aquellos que resisten, como civiles, en zonas donde se desarrolla un conflicto armado.
Aunque la guerra pueda parecer un fenómeno lejano para el mundo occidental, esta sigue inequívocamente presente en la vida de mucha gente. Según el Comité Español de ACNUR —Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados—, desde el inicio del siglo XXI las guerras en continentes como África y zonas como Oriente Medio se han multiplicado.
Resaltan seis guerras que han llevado consigo un enorme número de bajas y de personas desplazadas: la guerra en Yemen, Irak, Siria, Sudán del Sur, Somalia y Afganistán. Algunas de ellas siguen teniendo lugar, y los datos son preocupantes. Desde ACNUR, poniendo un ejemplo ilustrativo, aseguran que el 80 % de los yemeníes necesita de ayuda humanitaria para sobrevivir.
Los civiles: las víctimas de las guerras armadas
Es relevante el desastre psicológico de la guerra en civiles porque son estos los que, sin tener nada que ver con ese conflicto, sufren las peores consecuencias.
Según Yamila, Espíndola, Cardoso y González (2007), en los conflictos bélicos acaecidos en los últimos diez años aproximadamente el 80 % de las víctimas fueron civiles.
La mayor parte de familias pierden uno, dos, tres miembros. Algunas incluso son asesinadas en su totalidad. ¿Y aquellos que sobreviven? ¿Cómo gestionan el dolor y el trauma? ¿Cómo conservan su salud mental?
Según Martín-Baró (1984), el prototipo de civiles más afectados por las guerras lo constituyen aquellos grupos de desplazados y refugiados. Estos suelen ser mujeres —en muchos países es impensable que ellas también luchen—niños, adolescentes y mayores. Por ello, nos centraremos en el desastre psicológico que acaece a estos grupos poblacionales.
Los niños en situación de guerra
López, Perea, Loredo, Trejo y Jordán (2007) encuentran que, del total de civiles asesinados en las guerras aproximadamente el 80% está constituido por mujeres y niños. Según estos autores, en situaciones de guerra la mortalidad en menores de un año aumenta hasta en un 13 %. Estos efectos se mantienen también después del conflicto.
Por otro lado, indican que en, los niños, la guerra tiene un impacto en su salud, su educación, su bienestar social y su proyecto de vida. Entre los daños físicos, destacan la naturaleza de estos.
Los niños tienen lesiones derivadas de armas de fuego, quemaduras, afecciones auditivas y visuales, mutilaciones y maltrato físico. En el área psicológica, los investigadores hablan de consecuencias “impredeciblemente duraderas e irreparables”. Algunas de ellas son:
- Desarrollo de conductas regresivas —vuelta a etapas del desarrollo ya dominadas, por ejemplo, el niño vuelve a no controlar sus esfínteres—.
- Ansiedad por separación.
- Ansiedad generalizada.
- Trastornos del sueño.
- Imposibilidad de desarrollo del trabajo académico posterior.
- Agresividad.
- Labilidad emocional.
- Sentimientos de intensa humillación, culpa, vergüenza e impotencia.
Los niños soldados: cuando la violencia está justificada
Parece necesario un breve comentario acerca del impacto psicológico de la guerra en los niños soldado. Blom y Pereda (2009) hablan de síntomatología internalizante, como síntomas de ansiedad, trastornos depresivos, sentimientos de pérdida y desarraigo, de culpa, de vergüenza.
Estos niños también presentan sintomatología postraumática, con todo lo que ello conlleva: embotamiento emocional, síntomas intrusivos… En un estudio llevado a cabo por Derluyn, Broekaert et al (2004), se observaron síntomas postraumáticos en el 97 % de 71 niños exsoldados de Uganda.
Además, con la violación de sus derechos más básicos viene la inclusión en una realidad llena de violencia y agresividad, muchas veces perpetrada por los mismos niños soldados. Ello los lleva a habituarse y desensibilizarse a niveles elevados de violencia a mantener una alta carga de violencia en su manera de expresarse más allá de los límites de la guerra.
Por último, no hay que olvidar que muchos de estos niños soldados pueden presentar una adicción a sustancias tóxicas, administradas por los adultos del grupo. También son estos los que perpetran y hacen perpetrar los abusos sexuales a las niñas soldado, violadas por superiores y compañeros.
Los retos de la adolescencia, pero en guerra
El desastre psicológico de la guerra se hace también explícito en los adolescentes. Parece necesaria su diferenciación respecto a los niños porque su papel exige sacrificios distintos.
Tal y como investigó Mels (2012), de la Universidad de Uruguay, los adolescentes están en una situación de riesgo mayor que los niños pequeños para desarrollar problemas psicológicos.
Esto se debe a que su participación en la guerra suele ser mayor, sobre todo fuera del hogar. Además, cuentan con más habilidades cognitivas para entender la magnitud de los eventos acaecidos en la guerra y sus consecuencias.
Esta autora encontró que, en el caso de los adolescentes, parecía que el impacto psicológico provenía, más que de los eventos violentos vividos, de los estresores diarios. Estos estresores diarios se referían a los cambios y vivencias cotidianas experimentados durante la época de guerra y posterior: hambruna, falta de socialización, miedo constante ante un ataque…
En un estudio llevado a cabo por Hewitt, Gantiva, Vera, Cuervo y Hernández (2013), se observó cómo el 83 % de los adolescentes expuestos al conflicto armado en zonas rurales de Colombia presentaba conductas internalizadas de depresión y ansiedad.
También aparece una necesidad posterior de no asumir normas en un 58 %. Además, el 55 % de los adolescentes del estudio se encontraba en riesgo de sufrir un TEPT.
La violencia sexual: las mujeres, siempre víctimas
Parece que todos los conflictos bélicos incluyen la violencia sexual contra las mujeres como elemento indispensable. Yamilia et al. (2007) hablan de la violencia sexual como un arma de guerra instaurada de manera sistemática en la guerra de Bosnia; después en la de Ruanda.
En ellas, las mujeres y las niñas son sometidas, violadas, secuestradas y abocadas a la esclavitud sexual. Se incluyen vejaciones, humillaciones y daños irreparables, físicos y psicológicos.
El desastre psicológico de la guerra en mujeres incluye:
- Vergüenza, culpa, dificultades para el funcionamiento de la vida diaria y retraimiento.
- Miedo constante, flashbacks, ansiedad y recuerdos perturbadores —síntomas postraumáticos—.
- Miedo a ser asesinadas o mutiladas.
- Sensación de enfermedad constante.
- Pérdida de apetito.
- Dolor en el acto sexual y pérdida de deseo.
- Pérdida del sentido de la vida, sentimientos de odio.
Los autores hablan de mujeres que sienten desesperación, desprecio, ira y transformaciones persistentes de la personalidad tras las experiencias de violación. Muchas de estas mujeres son frecuentemente rechazadas después de las violaciones sistemáticas. Por la sociedad, por sus parejas sentimentales. Ello las aboca al aislamiento, la vergüenza y, posteriormente, la pobreza.
Parece frívolo hablar de las consecuencias psicológicas de la guerra en los civiles, cuando el objetivo primordial en toda guerra es sobrevivir. Son muchos los niños, adolescentes y mujeres que, con altos niveles de resiliencia, habilidades de afrontamiento y redes de apoyo que consiguen superar el trauma de la guerra.
Pero, ¿qué pasa con aquellos que no cuentan con esas herramientas? Son afortunados de vivir, mientras que otros no lo han conseguido. Sin embargo, ¿están abocados a una vida de sufrimiento, de dolor, de miedo? Las guerras no acaban cuando la última bala es disparada, mientras que el bienestar psicológico de sus protagonistas sí es relevante.
RECUPERADO DE: https://lamenteesmaravillosa.com/el-desastre-psicologico-de-la-guerra/