¿La cifra de colesterol puede ser un indicador útil de depresión?
Los trastornos mentales más frecuentes están relacionados con todo nuestro organismo, por lo que son sensibles a las alteraciones metabólicas. Se investiga el valor diagnóstico que tienen los niveles de lípidos en la sangre. ESCRITO POR: Ángeles Gómez
16/09/2020 – 05:00
Depresión y ansiedad son los dos grandes problemas de salud mental entre la población de todo el mundo. La primera afecta a 300 millones de personas y otros 260 millones tienen trastornos de ansiedad. A menudo, ambas entidades se solapan y es difícil diferenciarlas.
De hecho, más de la mitad de los pacientes con depresión tiene antecedentes de ansiedad, y aunque los factores de riesgo y los síntomas sean comunes, la depresión es más grave y su tratamiento (y curación), más difícil, hasta el punto de que hay síntomas que persisten en el tiempo.
Ansiedad y depresión se asocian de diferente forma con la inflamación y el metabolismo de los lípidos, y esto permite buscar terapias específicas
Desentrañar todos los procesos que conducen a este trastorno psiquiátrico es el propósito de un buen número de investigaciones, que exploran diferentes campos buscando respuestas. Científicos holandeses han demostrado que la depresión y la ansiedad tienen diferentes asociaciones bioquímicas con la inflamación y el metabolismo de los lípidos (grasas), un hallazgo que sugiere que es posible conseguir tratamientos más específicos, unos resultados que se han presentado en el Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP).
Línea divisoria
La investigación se ha desarrollado a partir de muestra de sangre de cerca de 3.000 pacientes, unos con depresión actual, otros con ansiedad, 531 con los dos trastornos, 807 curados y 640 controles sanos. En la sangre se evaluaron 40 metabolitos y sus asociaciones con síntomas depresivos y ansiosos (como pánico, preocupación patológica, etc).
La doctora Hilde de Kluiver, de la Universidad Vrije, de Ámsterdam, revela: “Hemos encontrado que el grupo deprimido tiene inflamación (no observada en el de ansiosos). Este grupo también presenta tipos y cantidades muy diferentes de lípidos en la sangre“. Concretamente, “las personas deprimidas tienen niveles altos de triglicéridos, pero cifras más bajas de ácidos grasos omega 3“. Por el contrario, los sujetos con trastorno de ansiedad muestran una composición de lípidos muy similar a la del grupo de control saludable.
Otro hallazgo importante para los holandeses es que los metabolitos asociados con la depresión también lo están con la gravedad: si hay más de un lípido asociado, la depresión tiende a ser peor.
Estos resultados han sido bien recibidos entre los asistentes a la reunión científica. En opinión del Dr. Philippe Nuss, del Hôpital Saint-Antoine, en París, abren la posibilidad de disponer de biomarcadores que permitan, con un análisis de sangre, caracterizar subtipos de depresión. Además, demuestran que “los trastornos mentales deben considerarse desde una perspectiva de todo el cuerpo, donde están implicados los principales sistemas fisiológicos reguladores, como la inmunidad y el metabolismo de los lípidos“.
Demasiadas expectativas
Desde luego que estos argumentos son convincentes y es muy atractivo pensar que el colesterol y los triglicéridos pueden contribuir a mejorar el tratamiento de la depresión. Sin embargo, el doctor Jerónimo Sáiz, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá de Henares, no comparte el mismo entusiasmo. “El papel de los lípidos se ha estudiado desde diferentes ángulos, pero es inespecífico y no parece estrictamente vinculado a la depresión ni a la ansiedad“, aclara a Alimente.
El equipo de Sáiz también ha explorado este terreno, concretamente “vinculando los niveles de colesterol y las tentativas de suicidio, y encontramos que a menos colesterol, más tentativas de suicidio”. Y continuando con el colesterol, este mismo grupo ha detectado que “las personas que habitualmente consumen drogas tienen niveles más bajos de colesterol”.
Pero, a diferencia de los holandeses, el catedrático de la Universidad de Alcalá considera que esas asociaciones “son explicaciones alternativas; son variables secundarias que no se llegan a controlar”.
El colesterol no es el único lípido que irrumpe en la salud mental. “Los ácidos omega 3 se utilizan para tratamiento y prevención de la esquizofrenia, con resultados unas veces positivos y otros negativos”, añade Sáiz, y “lo que sí han demostrado investigadores de la Universidad de Navarra es la asociación de la dieta mediterránea y menos depresión y mejor salud mental“.
Sobre la inflamación, el psiquiatra español apunta que también está presente en otras enfermedades como trastorno por déficit de atención, trastorno bipolar, psicosis, etc, y es un asunto que acapara un buen número de estudios. Aun así, es un proceso que también se encuentra en la enfermedad de Alzheimer, el párkinson, las crisis de pánico o los trastornos obsesivos compulsivos (TOC), destaca el psiquiatra chileno Rodrigo Erazo.
Entonces, ¿tenemos que esperar que los lípidos de la sangre vayan a ser de gran ayuda en el diagnóstico y tratamiento de la depresión? Jerónimo Sáiz, que reconoce la calidad del trabajo de los investigadores de Ámsterdam, es claro: “Para la depresión y la ansiedad no creo que sea de ayuda significativa”.
De momento, conviene no hacerse ilusiones de que nuestros lípidos nos vayan a ayudar a mantener la salud mental.