«Estamos acostumbrados a tomar decisiones desde el miedo y no desde el amor» Escrito por Melissa González
¿Tu mente no para, y eso te agota desde el punto de vista físico y emocional?, ¿sientes que hay algo en ti que perjudica a tu bienestar, autoestima y felicidad?, ¿quieres dejar de sufrir más estrés, insomnio, ansiedad… que otras personas en situaciones similares? Y por último pero no menos importante, ¿quieres aprender a tomar decisiones con confianza y amor propio?
En ‘Mente, ¡ayúdame a decidir!’, Eduardo Llamazares ( @eduardollamazares) comparte su método para ayudarnos a tomar decisiones que nos hagan sentirnos mejor con nosotros mismos. Además, facilita las claves para entender por qué nos cuesta salir de una mala época, y su relación con las decisiones que tomamos y dejamos de tomar.
Llevamos un año viviendo en incertidumbre, ¿qué tiene que decirles a aquellos que no soportan poder planear a largo plazo?
Planificar nuestros objetivos, como pueden ser unas vacaciones, nos ayuda a conectar con emociones como la alegría, la ilusión o la esperanza, y por eso se hace tan dura esta situación que estamos viviendo de incertidumbre y restricciones debidas a la pandemia. Sin embargo, podríamos distinguir dos grandes formas de afrontarlo. La primera, y más tóxica, sería enfocarnos en todo lo que ya no podemos hacer, como puede ser planificar a medio o largo plazo. Esto nos genera frustración, desmotivación y tristeza.
Lo bueno es que hay otra opción: la de enfocarnos en lo que sí podemos hacer, aunque sea sin la planificación que nos gustaría. La diferencia entre ambas opciones es muy importante: en la primera, asumimos que hemos perdido la libertad. En la segunda, aceptamos que tenemos una nueva libertad, y que para disfrutarla necesitamos abrirnos a fluir, a planificar en el corto plazo, a realizar cambios de planes y estar atentos a qué posibilidades existen de disfrutar en el entorno más cercano. Por tanto, esta pandemia nos puede ayudar a soltar esa rigidez de querer controlar y planificarlo todo, y abrirnos a una flexibilidad que siempre nos vendrá bien. Porque si algo tiene la vida, ¡es cambio e incertidumbre!
Dedica un apartado en tu libro a hablar sobre el cambio. Algo que es constante desde que nacemos y que, sin embargo, nos da tanto miedo…
El origen de ese miedo al cambio viene de los primeros años de nuestra vida. La mayoría crecimos en un entorno en el que casi todo estaba controlado y teníamos poca opción de decidir, explorar e improvisar. Nuestros padres ganaban seguridad a base de controlarnos. Y nuestra mente infantil asumió este principio. La realidad es que el cambio no tiene por qué ser una amenaza, sino que todo cambio implica una posibilidad. En función de la interpretación que le demos a los cambios sentiremos unas emociones que nos limitarán, como el miedo, o unas que nos potenciarán, como la ilusión y la motivación.
¿Diría que nos da más miedo el cambio cuando llega de golpe que cuando lo planeamos?
Sin duda, los cambios que percibimos como impuestos o imprevistos nos hacen saltar la alarma del miedo de una forma más intensa. Pero esto ocurre en un principio. Después, como ese cambio ya se ha producido, sacamos nuestros recursos para adaptarnos a él, y esto nos ayuda a superar el miedo inicial. Sin embargo, cuando el cambio es algo que queremos nosotros, y lo planeamos, muchas veces caemos en la procrastinación. Lo vamos dejando pasar, posponiendo para más adelante. Esto es debido al miedo que nos da tomar las decisiones necesarias para que ese cambio que deseamos se produzca.
¿Cómo nos afecta la procrastinación a la hora de tomar decisiones?
Sin duda, es uno de los autosabotajes más comunes y dañinos que existen. Al ir posponiendo nuestras decisiones, estamos dejando de liderar nuestra vida. El mensaje que estamos enviándonos a nosotros mismos es que somos incapaces de pasar a la acción. Solemos auto-engañarnos con excusas del tipo «no tengo tiempo», «no es el momento», «no tengo dinero»… Sin embargo, detrás de estas ideas lo que hay es un miedo a avanzar hacia esa decisión que deseas o necesitas tomar.
Muchas veces se nos hace imposible tomar decisiones, ¿qué pasos debemos dar para que no se convierta en un problema?
Aquí es donde adquiere gran importancia la gestión emocional. El primer paso sería sentir las emociones que nos produce el hecho de tomar esa decisión. Puede ser miedo, puede ser culpabilidad, tristeza o desvalorización (sentirse incapaz de conseguirlo). Después necesitamos entender el origen de esa emoción. ¿Qué te hace sentir ese miedo, culpa o inferioridad? La respuesta siempre está en la información que tu mente ha almacenado sobre ti mismo o sobre esa situación en concreto, de experiencias pasadas. La mayoría de veces son creencias limitantes sobre ti mismo y sobre las consecuencias que esa decisión puede tener para ti y para tu entorno. Por último, el tercer paso sería establecer un proceso progresivo de puesta en acción, que te permita liberarte de esas emociones que te limitaban. A veces consistirá en pedir ayuda, otras en mantener una conversación con alguien, y otras en aceptar que ya no eres la misma persona que la que vivió las experiencias que te marcaron. En cada caso dependerá de la historia emocional con la que se relaciona el bloqueo que sientes.
¿Cuál es el antídoto ante la indecisión?
Detectar cuál es ese miedo que te impide elegir una opción es el primer paso para resolverlo. Puede ser el miedo al fracaso, a la crítica, al éxito… Aceptar que en toda decisión hay un margen de error, y que eres suficientemente valioso como para aceptar y resolver los riesgos que implica esa decisión es el camino. Por tanto, una buena autoestima es el mejor antídoto contra la indecisión.
Las emociones que nos mueven, en líneas generales, son el amor y el miedo. ¿Desde cuál de ellas diría que es más difícil tomar decisiones y por qué?
Estamos más acostumbrados a tomar decisiones desde el miedo por nuestros aprendizajes en la infancia. Detectamos amenazas y, a partir de ahí, decidimos. Sin embargo, se nos hace difícil tomar decisiones desde el amor, sobre todo porque tendemos a entender el amor como algo en donde hay que priorizar por los demás. Para poder decidir fácilmente desde el amor necesitamos dos ingredientes sobre los que nos han enseñado poco: el autoconocimiento (saber lo que cada uno de nosotros necesitamos y valoramos para estar realmente bien con nosotros mismos) y la autoestima (dar valor a lo que somos y a lo que merecemos sentir, vivir y compartir). Una vez que tenemos esta información clara, y la sentimos como real, nos resulta mucho más fácil decidir desde el amor a nosotros mismos y a las personas con las que queremos compartir nuestra vida.
Recuperado de: https://www.abc.es/bienestar/psicologia-sexo/psicologia/abci-estamos-acostumbrados-tomar-decisiones-desde-miedo-y-no-desde-amor-202104140301_noticia.html#vca=mod-lo-mas-p3&vmc=leido&vso=abc-es&vli=noticia.foto.bienestar&vtm_loMas=si