La autoestima durante el proceso de divorcio. POR: Alejandra Alonso
Está bien. Sé que el titulo es un poquito exagerado. No es la peor pregunta del mundo, pero hoy quiero reflexionar un poco sobre la forma en que iniciamos las sesiones. Hablo del clásico: “¿Cómo te fue en la semana?”, y sus variantes. Esta pregunta en realidad no tiene nada de malo por naturaleza, expresa interés por escuchar a la persona, pero en la consulta es una pregunta demasiado abierta y poco útil para ayudar a los consultantes que tienen problemas para mantenerse enfocados en las sesiones, poca motivación y dificultades para progresar en el tratamiento.
Al utilizar un lenguaje preciso y al planear muy bien nuestras intervenciones evitaremos distraernos con pequeños problemas que surgen entre sesiones y nos mantendrá a nosotros y a los consultantes en los objetivos del tratamiento.
Russ Harris en su libro Getting unstuck in ACT algunas preguntas y estrategias que podemos usar en la consulta para generar el cambio que los consultantes necesitan. He puesto a prueba estas recomendaciones con bastante éxito y aprovecho para compartirlas contigo.
En vez de empezar con la clásica pregunta “¿Cómo te fue en la semana?”, podemos empezar con estas preguntas abiertas y directas como las que leerás a continuación (por favor adáptalas a tu estilo y propio lenguaje):
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- “Cuéntame, ¿cómo te fue en términos de vivir según tus valores?”
- “¿Cómo fue tu experiencia con los ejercicios de defusión”? ¿Qué notaste al practicar el ejercicio de aceptación, exposición, etc.)?”
- “¿Pudiste usar la hoja de registro que usamos en la sesión anterior? ¿Qué pudiste detectar?”
Si la consultante pudo practicar o hacer los ejercicios, procedemos con preguntas más reflexivas:
- “¿Qué diferencia encontraste?”
- “¿En qué otras ocasiones pudiste hacerlo?”
- “¿Cómo afectó a tu pareja (amigos, hijos, etc.)?
- “¿Cómo podrías seguir practicando esta habilidad o seguir haciéndola?”
- “¿Cómo puedes practicar estas habilidades en otras áreas de tu vida?”
En caso de que el consultante no haya podido practicar las actividades propuestas en la sesión anterior, Harris recomienda decir algo así (nuevamente adaptalo a tu estilo):
“Es muy frecuente que digamos que vamos a hacer algo y no lo hagamos. Todo el mundo lo hace. A mí me pasa muchas veces. ¿Te parece si podemos comenzar esta sesión explorando que se interpuso en tu práctica y como podemos abordar esta dificultad la próxima vez que aparezca?”
Es una intervención breve, respetuosa y directa.
Una vez que el consultante ha aceptado nuestra propuesta podemos utilizar el acrónimo FEAR (miedo) para explorar las dificultades que experimentó el consultante. Es algo parecido al análisis de enlaces perdidos en DBT, pero mucho más breve y adaptado a los procesos de ACT.
- F = Fusión. Cuando nos proponemos hacer cambios significativos en nuestra vida es normal que nuestra mente nos arroje pensamientos “negativos” con los que nos fusionamos rápidamente. Algo como: estoy demasiado ocupada, no puedo hacerlo, fallaré, es demasiado difícil, todos se reirán de mí, no vale la pena hacerlo, etc. Estos pensamientos en sí mismos no son un problema, son pensamientos, pero cuando nos fusionamos con ellos nos estancamos en nuestro sufrimiento.
- E = Objetivos demasiado grandes (excesivos). Cuando nos planteamos objetivos demasiado grandes o cuando no tenemos los recursos y habilidades, es muy probable que fracasemos y nos demos por vencidos. Los recursos necesarios podrían incluir habilidades, tiempo, dinero y salud física.
- A = Alejarse (evitación) de la incomodidad. El cambio suele generar sentimientos incómodos, sobre todo ansiedad. Si no estamos dispuestos a aceptar esta incomodidad, no podremos avanzar y construir la vida que queremos.
- R = Retirado de mis valores. Si perdemos contacto con nuestros valores o no parece importante, entonces perdemos la motivación. ¿Para qué estoy haciendo todo este esfuerzo, sino tengo claro porqué lo hago?. Esto se presenta comúnmente en cuatro formas: (1) los consultantes no quieren o no pueden acceder a sus valores; (2) confunden las reglas y la moral con los valores; (3) declaran un valor, pero no se conectan realmente con ellos y / o (4) usan los valores de su religión, cultura o sus padres en vez de los propios.
Para abordar los obstáculos presentados podemos usar la herramienta DARE (atrévete):
- D = Defusión. Identificamos los pensamientos que nos detienen y nos defusionamos de ellos.
- A = Aceptación de la incomodidad. Le hacemos espacio a los pensamientos y sensaciones dolorosas, no porque nos gusten, sino porque así podemos hacer lo que es realmente es importante para nosotros.
- R = Objetivos realistas. Si no estamos listos para alcanzar nuestros objetivos, podemos hacer dos cosas.
- Podemos crear un nuevo objetivo que nos permita obtener las habilidades o recursos necesarios para alcanzar el objetivo final que buscamos. Si no tenemos las habilidades necesarias, nuestro objetivo es aprenderlas. Por ejemplo, si el consultante no tiene tiempo, probablemente necesite aprender a organizar mejor su horario. Si no tiene dinero, necesita habilidades de presupuesto, etc. La idea es ayudarlo a construir las habilidades que necesita para construir el camino para el objetivo mayor.
- En caso de que el consultante no pueda aprender las habilidades o no tenga los recursos necesarios, entonces tenemos que aceptar dichas limitaciones y cambiar los objetivos lo mejor que se pueda.
- E = Encuentro con mis valores. Si el consultante no tiene la motivación para empezar a realizar los cambios que necesita. Debemos tomarnos un tiempo en reflexionar junto con la consultante cual es la razón. Podemos preguntarle si es realmente es importante este valor y por qué.