La adicción a los videojuegos: ¿Una nueva enfermedad mental o un problema de diagnóstico? – Neuropsicología Bogotá

POR  SANTIAGO SALVATORI4

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La Organización Mundial de la Salud confirmó su decisión de incluir la adicción a los videojuegos a su lista de trastornos mentales. A pesar de basarse en la larga tradición de estudios sobre el tema, todavía no hay un acuerdo entre los profesionales de la salud mental. En este artículo analizaremos las diferentes posiciones.

En 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la nueva edición de su manual de enfermedades CIE. Esta edición entrará en vigor en 2022, pero no está exenta de polémicas es especial porque incluye la controvertida adicción a los videojuegos.

Según esta clasificación, la adicción a los videojuegos se caracteriza por comportamientos como la pérdida de la noción del tiempo cuando se juega o un incremento en la prioridad dada al juego respecto a otras actividades de forma que afecta negativamente otras áreas de la vida como los estudios, el trabajo o las relaciones sociales.

La influencia de la tecnología en nuestra vida

La decisión de incluir la adicción a los videojuegos a esta clasificación se basa en varios estudios realizados al respecto por diferentes grupos de investigadores. En un principio lo que se estudiaba era las consecuencias de un uso excesivo de los aparatos electrónicos en general.

Sin embargo, la mayor preocupación la despertaron los videojuegos, ya que encontraron casos que presentaban características negativas que podían afectar negativamente la vida de los sujetos. Los autores afirman que estas características son similares a las que se encuentran en las adicciones a sustancias u otros comportamientos adictivos como el juego de azar.

¿Son los videojuegos similares a las drogas?

Evidentemente la industria del videojuego, que sólo en España facturó 1530 millones de euros el último año, expresó sus dudas respecto a esta clasificación, y muchos investigadores están de acuerdo con esta postura.

Un ejemplo es la doctora Netta Weinstein del departamento de psicología de la Universidad de Cardiff, de la que ya hablé en este artículo sobre la violencia y los videojuegos. Según sus palabras si bien sabemos mucho sobre el impacto de los videojuegos en la vida diaria, todavía no sabemos lo suficiente como para afirmar que existe una adicción a los mismos.

Sus dudas se centran sobre todo en equiparar la adicción a los videojuegos con otras adicciones. Por ejemplo sabemos que la adicción a las drogas causa graves problemas de salud física, sin embargo no se han encontrado pruebas de que los videojuegos afecten  la salud. Weinstein sugiere que lo que estamos identificando como una “adicción” tal vez se trata de un exceso de compromiso y entusiasmo por el juego.

En esta misma línea tenemos a los psicólogos Patrick Markey y Christofer Ferguson. Lo que resaltan estos profesionales es que los mismos comportamientos que referidos a cualquier droga sería problemáticos, son perfectamente normales si el objeto son los videojuegos o cualquier otro hobby.

¿De qué hablamos cuando hablamos de «adicción»?

De hecho, Markey afirma que los videojuegos no son más adictivos que cuidar el jardín o ver series, ya que solemos exagerar cualquier comportamiento que nos haga pasar un buen rato.

Lo que sí resaltan como un posible problema es el modo en que utilizamos la palabra “adicción”.

“Cuando los padres decimos “Oh, mi hijo es adicto a los videojuegos”, no lo entendemos de la misma forma que “Mi hijo es adicto a la cocaína”. En realidad es un problema de percepción, lo que realmente pensamos es: “Mi hijo pierde tiempo en algo que a lo que no le encuentro sentido, y como no deja de hacer eso para hacer algo a lo que sí le encuentro sentido y utilidad, me preocupa de que se esté volviendo un adicto.”

Un juego virtual, un problema real

Pero no todos los psicólogos están en contra de esta nueva clasificación. El profesor Mark Griffiths de la Universidad de Nottingham Trent participó en los grupos de clasificación de la OMS y afirma que lo llamemos como lo llamemos el problema es real. Su opinión es que no debemos perder de vista que existe un problema con los videojuegos que implica que a una pequeña porción de jugadores, los videojuegos han tomado el control de sus vidas.

Si bien entiende que la prevalencia de este problema es mínima respecto a otras adicciones como el juego de azar, eso no quita que sea una problemática que existe y que afecta a cierto número de personas por lo que debe ser incluída para ayudar a tratar a esta población.

Ciertas características hacen videojuegos más adictivos

Weinstein se pregunta por qué si tantos millones de personas juegan a diario el porcentaje de “adictos” es tan reducido. El juego de azar tiene ciertos componentes que empujan a una conducta compulsiva, si equiparamos los videojuegos con el juego de azar ¿Por qué no hay más gente adicta?

Seguramente la respuesta tiene que ver con la gran variedad de estilos y de juegos que hay en el mercado. Si bien la mayoría de los videojuegos no es más adictiva que ver series, sí es verdad que algunos elementos de ciertos videojuegos modernos asemejan a los componentes de los juegos de azar.

Un claro ejemplo es la cada vez más habitual práctica de las “loot boxes”, “botines”o “cajas de recompensas”, en los que los jugadores pagan dinero real por recompensas virtuales aleatorias, como artículos para su personaje. El componente de imprevisibilidad del premio es un factor de riesgo y se encuentra a la base de, por ejemplo, las máquinas tragamonedas.

¿Adicción o algo más?

Uno de los mayores riesgos de esta nueva adicción es que puede estar ocultando otro tipo de problemas. Los estudios de Griffith incluían 4 casos de adolescentes buscando tratamiento para su adicción a los videojuegos, de los cuales 3 tenían además otro tipo de problemas como autismo, trastorno bipolar o déficit de atención. Sin embargo como el mismo Griffith acalara, también es verdad que es muy raro encontrar una persona adicta que no tenga otro tipo de problemas.

La presión asiática

Un dato muy interesante es que en los países occidentales el porcentaje de jóvenes con problemas relacionados con los videojuegos es del 1% al 10% mientras que en los países asiáticos es de entre el 10% y el 15%, por lo que muchos sospechan que han habido ciertas presiones por parte de estos países para que se reconozca este problema.

Debemos recordar que la inclusión de la adicción a los videojuegos tendrá repercusiones legales y en los seguros, ya que las compañías e instituciones médicas utilizan el listado de la OMS como una guía para las enfermedades. Además los países que integran la OMS tendrán que contemplar el tratamiento y las medidas de prevención para este problema.

Griffith afirma que es en este punto en el que debemos centrar las investigaciones, ya que en el sudeste asiático parece haber una gran prevalencia de este problema. Sin embargo, también es verdad que en esta zona cualquier comportamiento que aleje a los jóvenes de la familia o de sus deberes escolares suele ser considerado una patología.

La importancia de un diagnóstico claro

Los países occidentales corremos el mismo riesgo, especialmente si comienza a considerarse una adicción. Es importante que evitemos generar desconfianza en el uso de las tecnologías por parte de los jóvenes ya que un  diagnóstico podría patologizar un comportamiento completamente normal.

En este sentido, Griffith cuenta como en consulta muchos padres creen que su hijo es adicto a los videojuegos porque  juega 4 horas seguidas, algo bastante normal. Por eso defiende que tener criterios diagnósticos claros ayudará a muchas personas a determinar cuándo es un problema y cuándo no. Así mismo recuerda que sólo un profesional puede emitir tal diagnóstico por lo que ante cualquier duda es mejor acudir a un psicólogo o psicóloga.

La importancia de la decisión de la OMS dependerá de nuestro punto de vista. Podemos verlo como un paso adelante que ayudará a varias personas o como una decisión precipitada que puede hacer más daño que el que intenta evitar.

La tecnología continúa avanzando y planteandonos debates tanto a los profesionales como a la población en general.


Fuentes:

  • Jordan Erica Webber. ‘Dangerous gaming’: is the WHO right to class excessive video game play as a health disorder? The Guardian. Recuperado el 4 de junio 2019 de link
  • Varios autores. Gaming disorder: Its delineation as an important condition for diagnosis, management, and prevention. Journal of Behavioral Addictions. 2017 Sep 1;6(3):271-279. doi: 10.1556/2006.6.2017.039.  Recuperado el 4 de junio 2019 de link
  • Griffiths MD, Kuss DJ, Lopez-Fernandez O, Pontes HM. Problematic gaming exists and is an example of disordered gamingJournal of Behavioral Addictions. 2017 Sep 1;6(3):296-301. doi: 10.1556/2006.6.2017.037.  Recuperado el 4 de junio 2019 de link
  • Jordan Erica Webber. ‘As addictive as gardening’: how dangerous is video gaming? The Guardian. Recuperado el 4 de junio 2019 de link

Tomado de: https://www.psicologiaparatodos.net/tecnologia/la-adiccion-a-los-videojuegos-una-nueva-enfermedad-mental-o-un-problema-de-diagnostico/?fbclid=IwAR3B8DOTaWckIoyze4n-hmj8QllnBXpRgowyPRjWBPC_Z3uLoBemC9sYzTc Neuropsicología Bogotá

Dolor benigno: qué es y para qué sirve

Cierta clase de experiencias dolorosas podrían ayudar a personas con tendencia a la autolesión

¿Y si te dijeran que el dolor autoinfligido, puede ser en realidad un mecanismo de afrontamiento efectivo para reducir las emociones negativas o desagradables? Suena un poco extraño, ¿no? Pues así lo sugiere un estudio reciente elaborado por la investigadora Ashley Doukas y sus colegas (2019), publicado en la revista Emotion.

En este artículo veremos con detalle en qué consistió esta investigación, cuáles fueron sus resultados y conclusiones, y también qué dijo sobre el dolor benigno (este tipo de dolor que explicaremos) un experimento previo.

  • Neuropsicología Bogotá

¿Qué es el dolor benigno?

Una nueva investigación, del año 2019, publicada en la revista Emotion y dirigida por Ashely Doukas, sugiere que este tipo de dolor está implicado en la regulación de nuestras emociones.

Así, según este estudio, el dolor benigno consiste en un tipo de dolor físico, que podría ayudarnos a reducir la angustia y otros síntomas psicológicos. Se trataría, pues, de una estrategia de regulación de emociones.

Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de dolor benigno (siempre según dicho estudio)? Nos referimos a parte de los fenómenos psicológicos que hay detrás de las conductas autolesivas no suicidas (en inglés NSSI). Estas conductas generalmente las llevan a cabo personas con algún tipo de trastorno mental (por ejemplo anorexia, depresión… Sin embargo, según este estudio que habla sobre el dolor benigno, estas conductas también son desarrolladas por una parte de la población que no padece ningún trastorno mental.

¿El por qué de estas conductas? Siempre se ha pensado que estas personas (las que tienen algún tipo de trastorno mental) cometen estos actos porque quieren algún tipo de dolor que les evite sentir el dolor emocional que sufren, es por ello que se causan este dolor catalogado como dolor benigno.

Sin embargo, la investigación de la que hablamos sugiere que más allá de esta razón, se encuentra la siguiente: regular los estados emocionales extremos. Esta afirmación la sostiene la autora del estudio, Ashley Doukas.

Así, como se ha observado en esta investigación, habría una parte de la población saludable (el grupo “control”) que utilizaría este dolor benigno para contrarrestar ciertas emociones negativas. Este dolor benigno no siempre es provocado por uno mismo, y podría incluir también sensaciones de frío, calor o presión no dañina (como se usó en el experimento). Concretamente, este grupo informó de una reducción de las emociones negativas después de haber recibido un estímulo de carácter doloroso.

¿En qué consistió el experimento?

En la investigación de la que os hablamos que intentó explicar el por qué del dolor benigno, los investigadores procedieron de la siguiente manera: expusieron a 60 participantes a imágenes perturbadoras, y les ofrecieron dos tipos de estrategias cognitivas, así como dos estrategias físicas, para afrontar las emociones negativas producidas por dichas imágenes.

Se les dijo a los participantes que podían reducir esa emoción negativa de diferentes maneras:

  • Pensando en una imagen diferente.
  • Cambiando el significado de la imagen en su mente.
  • Autoadministrándose un shock doloroso.
  • Autoadministrándose una estimulación eléctrica indolora.

Resultados

Los resultados de la investigación sobre el dolor benigno fueron los siguientes: el 67,5% de los participantes escogió, al menos una vez, la autoadministración del shock doloroso.

Se realizaron 16 ensayos, y en estos, los participantes escogieron el shock doloroso entre 0 y 13 veces (en un promedio de 2 veces por participante). Los mismos participantes calificaron como igual de efectiva que otras la estrategia de la estimulación dolorosa, a fin de regular la angustia que sentían al ver las imágenes desagradables.

Conclusiones

Ashley Doukas, la autora del estudio, espera, a partir de estos resultados, que se desestigmaticen las personas que se involucran en este tipo de conductas autolesivas, ya que, según ella, el dolor benigno sería otra forma de regular las emociones negativas. Desde este punto de vista, sí que es cierto que hay conductas autolesivas muy perjudiciales para uno mismo, pero después están otras, llevadas a cabo por un grupo, que esconden una “buena intención” detrás, y es la autorregulación.

Este estudio nos puede parecer un tanto estrambótico: ¿quién puede decir que autolesionarse es bueno? Pero no debemos quedarnos con la parte superficial; lo que da a entender Doukas, con su investigación, es que hay conductas autolesivas muy negativas, por supuesto, pero que hay otras que no lo serían tanto, porque en realidad el dolor que se causa no es para hacerse daño a uno mismo, sino para regular un estado interno desagradable, como un mecanismo de afrontamiento propio.

Doukas, en su estudio, nos sugiere que pensemos en cuando las personas se realizan masajes intensos, que “duelen” pero a la vez son agradables, o en cuando nos ponemos salsa picante a los tacos. En estas situaciones estamos causándonos un “dolor benigno”.

Otras investigaciones

En investigaciones anteriores a la mencionada, se procedió de la siguiente forma: se expuso a que los participantes del experimento se sentaran a solas en una habitación vacía, durante 10 minutos.

Se les ordenó que no durmieran, leyeran o usaran el teléfono móvil. Pero sí se les permitió una cosa: autoadministrarse, con la frecuencia deseada, una estimulación eléctrica dolorosa o indolora.

¿Qué sucedió en este experimento? Los resultados mostraron cómo el 60% de los participantes, decidió autoadministrarse, al menos una vez, el estímulo eléctrico doloroso. ¿Cuántas veces se administraron la estimulación? Este número osciló de 0 a 69, con una media de 13, lo que es muchísimo.

Es decir, preferían sentir dolor a estar aburridos. Como en el experimento anterior, el dolor benigno, en este caso, actuaba como una estrategia autorreguladora para reducir las emociones negativas, como sería el caso del aburrimiento.

¿Dolor saludable?

A raíz de las investigaciones explicadas, nos podemos preguntar (como hizo Doukas) ¿Dónde están los límites entre dolor “saludable” y dolor “no saludable”?

Según ella, no tanto en el propio dolor, sino en el mecanismo para producir dicho dolor; no es lo mismo hacerse un corte que darse un calambrazo, por ejemplo. Así, quizás el límite se encuentra en la manera de infringir ese dolor.

Su importancia ante las conductas autolesivas

Ashley Doukas insiste en que el dolor benigno forma parte de las poblaciones no clínicas, y por ello no deja de darle la importancia que se merece a las conductas autolesivas en pacientes con alguna patología mental, porque se trata de casos muy graves. Pero ella lo diferencia; no son las mismas acciones ni tienen la misma finalidad.

Doukas pretende, a través de su investigación, y de futuras investigaciones que tengan como objeto de estudio el dolor benigno, que se puedan ampliar las opciones de tratamiento para las personas con conductas autolesivas. El objetivo es que puedan utilizar mecanismos más “sanos” y que, por ejemplo, en lugar de quemarse o cortarse la piel, puedan utilizar algún tipo de estimulación eléctrica no nociva.

Doukas habla, para posibilitar dichos tratamientos, de los TENS (dispositivos de estimulación eléctrica), unos aparatos que se usan en el ámbito de la fisioterapia con frecuencia. La autora anima a eliminar estigmas y a abrir la mente, especialmente a los profesionales de la salud y de la salud mental.

Referencias bibliográficas:

  • Doukas, A. M., D’Andrea, W. M., Gregory, W. E., Joachim, B., Lee, K. A., Robinson, G., Freed, S. J., Khedari-DePierro, V., Pfeffer, K. A., Todman, M., & Siegle, G. J. (2019). Hurts so good: Pain as an emotion regulation strategy. Emotion. Advance online publication.

Tomado de: https://psicologiaymente.com/clinica/dolor-benigno?fbclid=IwAR2lUHqnU0x4RoSXCmF2TLoixljBRXi4Geqsw4cmHAWqZtQ6Ch1RRyuXy3o

Epilepsia: “No, profesora, no estoy soñando despierta, estoy teniendo una convulsión”

Katherine SellgrenBBC News

  • 7 noviembre 2018
Olivia Salvati
Image captionOlivia fue diagnosticada con crisis de ausencia cuando tenía 11 años.

“Cuando era joven mis profesores pensaban que era desobediente y que ‘tenía pájaros en la cabeza’. Pero estaba sufriendo una crisis de ausencia”, cuenta Olivia Salvati, de 21 años.

“Esto no es estar soñando despierta. Es tener una horrible pesadilla que te deja sintiéndote completamente agotada”.

Olivia descubrió que sus crisis de ausencia -un tipo de epilepsia- provocaban que a menudo se le percibiera como distraída o desatenta.

Ahora, para concientizar sobre su enfermedad, está dirigiendo una campaña para la organización de ayuda británica Young Epilepsy (“Epilepsia Joven”) para ayudar a los educadores a reconocer los signos del trastorno.

El grupo afirma que la mayoría los colegios en Reino Unido tienen al menos un estudiante que sufre crisis de ausencia y que los maestros deben ser conscientes de los signos que a menudo pasan desapercibidos durante muchos años.

Las crisis de ausencia, o ausencias típicas, son un tipo de convulsión, una alteración breve -por lo general de unos 15 segundos- de la función cerebral debido a la actividad eléctrica anormal en el cerebro.

La mayoría de las crisis duran unos segundos y por lo general involucran episodios de mirada fija o ausencias.

Cerebro
Image captionLas crisis de ausencia, o ausencias típicas, son un tipo de convulsión, una alteración breve de la función cerebral debido a la actividad eléctrica anormal en el cerebro.

Los síntomas del trastorno pueden incluir:

  • Mirar al espacio y no responder a nada, lo cual se confunde con estar soñando despierto.
  • Detenerse súbitamente en medio de una frase o actividad.
  • Se incapaz de recordar lo que estaba ocurriendo en ese momento.

Estos episodios pueden ocurrir varias veces al día, presentarse durante semanas o meses antes de ser diagnosticados e interferir con el aprendizaje y desempeño escolar.

Young Epilepsy llevó a cabo un sondeo con 507 jóvenes que sufren crisis de ausencia o sus padres.

El grupo encontró que una tercera parte de éstos no están satisfechos con el apoyo que ofrecen sus colegios, escuelas o universidades.

También reveló que:

“Difícil de identificar”

Olivia fue diagnosticada con crisis de ausencia cuando tenía 11 años. Cuando cumplió 14 años también se le diagnosticaron otro tipo de convulsiones epilépticas: crisis convulsivas tónico-clónicas y crisis mioclónicas.

“Es como soñar despierta. Tu mente queda en blanco por unos 30 segundos o hasta un minuto. Son realmente difíciles de identificar. No tienes idea de lo que está ocurriendo y después recobras la conciencia”, cuenta la joven.

“También tengo otro tipo de convulsiones epilépticas, pero para mi las crisis de ausencia son las peores porque no son obvias”.

Olivia asegura que aunque no experimentó acoso en el colegio, a menudo se sentía excluida por sus compañeros.

“Me hacían muchos comentarios como ‘Tú no puedes venir con nosotros por tu epilepsia porque queremos que estés bien’, así que a menudo me sentía excluida”.

“Y los maestros están tan ocupados que no tienen tiempo de tratar contigo”.

Carol Long, presidenta de Young Epilepsy dice: “Los padres y los maestros deben saber que las crisis de ausencia a menudo pasan desapercibidas durante muchos años”.

“Si pueden detectar unos pocos signos reveladores, ellos pueden obtener un diagnóstico apropiado antes de que el bienestar y la educación del niño se vea afectada”.

Olivia Salvati
Image captionOlivia está ahora en su tercer año de universidad y dice que está disfrutando la vida.

La profesora Helen Cross, de la organización británica Childhood Epilepsy (Epilepsia Infantil) señala: “Los síntomas más comunes y reconocidos de la epilepsia son los temblores incontrolables y las caídas al suelo”.

“Sin embargo, las crisis de ausencia son una de las formas más comunes de epilepsia en niños”.

“Los padres y maestros tienen que saber cómo detectarlas y ayudar a prevenir que los jóvenes enfrenten problemas sociales y educativos”.

“También es importante obtener un diagnóstico preciso. Afortunadamente la mayoría de los niños que viven con crisis de ausencia responden muy bien al tratamiento”.

Olivia está ahora en su tercer año de universidad. Dice que aunque toma tiempo descubrir el mejor medicamento y dosis para cada individuo, el manejo de las convulsiones se facilita con el tiempo.

“A pesar de lo que difícil que pueda ser la situación, ésta mejora con el tiempo”, afirma.

“Habla con la gente a quien realmente le importas, los médicos, amigos, o grupos de ayuda”.

Y Olivia también recomienda ser honesto sobre el trastorno y no mantenerlo en secreto.

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Tomado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-46125319?fbclid=IwAR0IuHXpKOvvhwwvygm6BGAOgbNzXusSl0NInXr7oVxmv29iJ_AYxiOMu0I

Por qué dormir debería ser la prioridad de todos los estudiantes

Christine RoBBC Future

Una buena noche de sueño es esencial si quieres maximizar lo que has aprendido durante el día.

El profesor Jakke Tamminen tiene muchos estudiantes que el día antes de un examen pasan la noche estudiando con la esperanza de acumular el mayor conocimiento posible.

Pero esto no es buena idea, advierte este profesor de psicología de la Universidad Royal Holloway,en Reino Unido.

Tamminen es un experto en cómo el sueño afecta a la memoria y el efecto que tiene en el desarrollo del lenguaje.

Otra idea que a los estudiantes les gusta mucho es el concepto de aprender mientras duermes.

Por ejemplo, muchas personas piensan que si escuchan una grabación en otro idioma mientras duermen se despertarán hablando latín, por ejemplo.

Esto es un mito.

Pero el sueño es esencial para integrar el conocimiento en el cerebro, y la investigación de Tamminen y otros investigadores nos muestra por qué.

En un proyecto llevado a cabo por este profesor, los participantes aprendieron nuevo vocabulario y luego tuvieron que permanecer despiertos toda la noche.

Un grupo control aprendió este mismo vocabulario, pero los participantes de este grupo durmieron como es habitual.

Tamminen comparó su memoria de estas palabras unos días más tarde y una semana más tarde.

Los estudiantes que no habían dormido el primer día recordaron menos vocabulario que sus compañeros del grupo de control, a pesar de que para entonces ya habían dormido durante varias noches.

“El sueño es realmente una parte central del aprendizaje”, dice Tamminen. “Aunque no estés estudiando cuando duermes, tu cerebro aún está aprendiendo. Es casi como si estuviera trabajando en tu nombre. Realmente no puedes obtener el beneficio completo del tiempo que dedicas a tus estudios a menos que duermas”.

monitor de electroencefalografía,
Image captionMientras los participantes duermen, los investigadores pueden ver la actividad cerebral en diferentes regiones del cerebro

Dentro del cerebro del durmiente

El “laboratorio del sueño” de Tamminen es una sala poco decorada con una alfombra y una cama.

Hay una pequeña máquina colocada sobre la cama: un monitor de electroencefalografía, cuyo objetivo es detectar la actividad en el cerebro de cada participante a través de electrodos colocados en la cabeza.

Estos electrodos no solo miden la actividad en diferentes regiones del cerebro (frontal, temporal y parietal), dependiendo de su colocación en la cabeza, sino también el tono muscular (a través de un electrodo en la barbilla) y el movimiento del ojo (con un electrodo al lado de cada ojo).

Al final del pasillo se encuentra la sala de control, donde los investigadores pueden ver en tiempo real qué partes del cerebro de cada voluntario se están activando, durante cuánto tiempo y en qué medida.

Los investigadores pueden saber cuándo un voluntario se encuentra en la fase de movimiento rápido de los ojos (REM) a través de los gráficos E1 y E2 (ojo 1 y ojo 2).

Reloj y persona durmiendo
Image captionEl sueño de ondas lentas es lo que realmente afecta el desarrollo del lenguaje durante el sueño

La fase SWS

Pero lo que realmente interesa a Tamminen- y lo que realmente afecta el desarrollo del lenguaje durante el sueño- es una fase no REM del sueño profundo conocida como sueño de ondas lentas (SWS por sus siglas en inglés).

La fase SWS es importante para formar y retener recuerdos, ya sea de vocabulario, gramática u otro conocimiento.

La interacción de diferentes partes del cerebro es clave.

Durante el SWS, el hipocampo, al que se le da bien el aprendizaje rápido, está en comunicación constante con el neocórtex para consolidar recuerdos a largo plazo.

Por lo tanto, el hipocampo podría codificar una nueva palabra aprendida ese mismo día. Pero para consolidar realmente ese conocimiento -detectar patrones y encontrar conexiones con otras ideas que permitan la resolución creativa de problemas- debe interactuar con el sistema neocortical.

Esta vía de información entre el hipocampo y el neocórtex está poblada por los husos del sueño, picos en la actividad cerebral que no duran más de tres segundos.

“De alguna forma, los husos de sueño relacionan nueva información con información existente”, dice Tamminen. Los resultados de su investigación sugieren que las personas con más husos de sueño consolidan mejor las palabras que han aprendido.

Nila duerme
Image captionLas siestas durante el día son muy beneficiosas para el crecimiento del vocabulario de los niños pequeños

Desarrollo del lenguaje

Existe la teoría de que el sueño REM también juega un papel importante en el desarrollo del lenguaje a través de los sueños que ocurren durante esta parte del ciclo.

Una investigación llevada a cabo en el “laboratorio del sueño” en la Universidad de Ottawa de Canadá descubrió que los cerebros de los estudiantes universitarios que soñaban en francés podían hacer nuevas conexiones con el idioma que estaban aprendiendo.

Los sueños, después de todo, son más que una simple repetición de lo que sucede durante el día. Hay varias investigaciones que sugieren que las regiones del cerebro que manejan la lógica (el lóbulo frontal) y la emoción (la amígdala) interactúan de manera diferente durante los sueños, permitiendo estas nuevas conexiones imaginativas en la persona que está aprendiendo un idioma.

Además, los estudiantes que estaban estudiando un segundo idioma intensivamente tuvieron más sueño REM. Esto les dio más tiempo para integrar lo que estaban aprendiendo mientras dormían.

Ritmos nocturnos

Hay un componente genético que afecta la cantidad de husos de sueño que tenemos.

La genética también influye nuestros relojes internos, que son los que nos dicen cuándo es momento de ir a dormir y cuándo despertar.

Es necesario adherirse a estos ciclos para alcanzar nuestro máximo rendimiento cognitivo.

Pocas personas saben más sobre este tema que Michael W Young, quien en 2017 recibió un Premio Nobel en Fisiología y Medicina por su trabajo sobre este reloj interno.

Young explica que para un funcionamiento óptimo, ya sea en la escuela, el trabajo u otras áreas de tu vida, “lo que quieres hacer es intentar recrear un entorno rítmico”.

Para una persona cuyo estilo de vida, entorno o trastorno de sueño hereditario conduce a patrones de sueño distorsionados, una solución rápida y fácil podría ser usar cortinas opacas en la noche o luces brillantes durante el día para imitar los ciclos de luz/oscuridad natural tanto como le sea posible.

estudiante
Image captionLa próxima vez que te pongas a estudiar, no te saltes una noche de sueño

El poder de las siestas

Los niños tienen más sueño de ondas lentas que los adultos, lo que podría explicar la rapidez con que los niños aprenden.

El laboratorio de sueño infantil en la Universidad alemana de Tuebingen investiga el papel del sueño en la consolidación de la memoria de los niños.

Al monitorear lo que sucede en el cerebro de los niños durante el sueño, y la cantidad de información que retienen antes y después de dormir, descubrieron queel sueño ayuda a acceder al conocimiento implícito (memoria de procedimiento) y hacerlo explícito (memoria declarativa).

“Los efectos son más fuertes en la primera infancia porque el cerebro se está desarrollando”, dice Dominique Petit, coordinador de Canadian Sleep and Circadian Network, que también ha explorado el reloj interno de los niños.

Las siestas durante el día son muy beneficiosas para el crecimiento del vocabulario de los niños pequeños“, dice. “Pero es importante recordar que el sueño sigue siendo importante para la memoria y el aprendizaje durante toda la vida”.

Claramente, un sueño prolongado en niños y adultos no es síntoma de pereza, sino que es crítico para un buen funcionamiento de nuestro cerebro.

Así que la próxima vez que te pongas a estudiar, no te saltes una noche de sueño. Es posible que a la mañana siguiente te sorprendas de lo mucho que has absorbido mientras dormías.

NEUROPSICOLOGIA BOGOTA ANALIZA LA PALABRA “COACHING”

POR ESTEBAN ORDÓÑEZ CHILLARÓN 

«Una coach literaria». Eso dijo (o le hicieron decir a) Aitana Ocaña, una concursante de OT, cuando sacó un libro de sentires en la órbita de esa poesía de obviedades en salsa de marca blanca que tanto se estila en los últimos años. Confesó que no sabía expresarse muy bien, que tenía faltas de ortografía, y que se apoyó en una coach literaria No era una locura pensar, como razonó Lorena G. Maldonado, que donde decía coach podría haber dicho ‘negra’ literaria o escritora ‘fantasma’.

Fue un uso locuaz de la palabra coach, se vio cristalino lo que suele esconder el término: la confusión, la trampa, la venta de algo que es solo una maqueta de lo que insinúa ser. Hasta aquí la nota rosa y la percha de actualidad de hace tres meses.

Cómo trampea el coaching con la psicología
La palabra coach no es fiable, y eso que puede tener usos dignos, como aclara el psicólogo clínico Miguel Ángel Rizaldos: «El coaching es una herramienta que se puede usar en psicología, pero la psicología es más que el coaching. El problema es cuando lo hacen quienes no son psicólogos y se meten en terrenos delicados como el emocional».

Rizaldos cuenta que han atracado en su consulta pacientes rebotados de las terapias de bombeo motivacional y de los cantos de transformación vital que piensan que toda emoción negativa posee un reverso sonrisas y determinación. «Si intentas ser positivo sin límites, al final, te bloqueas a nivel emocional, tanto de las emociones negativas como de las positivas. A consulta nos viene gente que no siente nada y que ha sido tratada mal, superficialmente».

Es el resultado de manosear las emociones (es decir: la salud) con un discurso y no con una ciencia. «Muchos no tienen bagaje profesional: el coaching no es una carrera reglada. Son cursillos de “escuela internacional de coaching” o como le quieran poner. También hay cursos en las universidades, pero dentro de Psicología, como una estrategia más de las posibles», matiza Rizaldos.

La «motivación» es la piedra de toque de los predicadores del crecimiento personal, pero también ese término se enarbola de manera engañosa. «La motivación es tener motivos, no tener ganas. Los motivos son las razones que me llevan a algo, pero ganas no siempre tengo».

Arengar a un cliente (o a cientos por Youtube) con un caleidoscopio de posibilidades fantasmales, lejanas e imprecisas; con promesas de cambio de configuración mental; usar un tono de voz esperanzado, una gesticulación enérgica, un cabrioleo de ojos; todo este arsenal no motiva, te pone eufórico y ya. Y luego, cuando te arrastra la resaca del subidón, aparece el desánimo (la tristeza, la frustración) y uno lo siente como un defecto, una enfermedad inconfesable, una gonorrea del ánimo.

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La psicología positiva, señala Rizaldos, estudia el comportamiento de las personas y analiza qué hacen para sentirse bien: «Pero no se trata solo de tener pensamientos positivos».

La mente humana no tiende a lo positivo, el pensamiento negativo no es un defecto de la crianza ni un límite de la sociedad. «El cerebro es una máquina, fundamentalmente, de supervivencia, no de bienestar. Anticipa muy bien y con mucha facilidad las cosas negativas, también las recuerda. Hay una relación de cinco a uno entre lo positivo y lo negativo», matiza el psicólogo.

«La idea no es tanto que no tengas pensamientos negativos sino que sepas gestionarlos, y habrá veces en que no podrás, te desbordarán. Eso es lo que la psicología sí trabaja», apunta.

La psicología, como comenta Rizaldos, es una ciencia, pero no una ciencia exacta. Esto no significa que pueda ejercerse con facilidad, quizá es todo lo contrario: para practicarla bien hacen falta mucha sensibilidad, pocos prejuicios y muchas herramientas, es decir, mucha formación y profesionalidad. Pero mucha gente la ve como una disciplina liviana e intuitiva.

Nadie habla de arquitectura o ingeniería «barata» o «de calle» para referirse a la práctica de sujetos que finjan poseer conocimientos del oficio sin tener formación. No se dice, sencillamente, porque a nadie se le ocurre que merezcan ese título por mucho que se añada un adjetivo que lo devalúe. Hacerlo entrañaría un riesgo de muerte: se derrumbarían los edificios y los puentes. La diferencia es que en psicología el colapso sucede hacia dentro y es imperceptible. Es como si un puente, en vez de venirse abajo, se convirtiera en holograma, y uno solo se percatara del derrumbamiento al intentar cruzarlo.

Este consenso tácito (involuntario o no) que infravalora el carácter científico de la psicología facilita las tergiversaciones y las simplificaciones. Un ejemplo: la «mentalidad de crecimiento» de la catedrática en Psicología Social de la Universidad de Stanford Carol Dweck.

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La experta diferencia entre mentalidad fija (la de quienes creen que atributos como la inteligencia o la moralidad son fijos y no se pueden modificar) y la mentalidad de crecimiento (creen que son modificables y se pueden desarrollar y mejorar). Disponer de una u otra influye en la forma de actuar de las personas y condiciona el logro de metas.

Este es el resumen, en un párrafo. En ciencia se simplifica para comunicar, no para trabajar, sin embargo, la gente empezó a hablar de estas ideas de cualquier forma y Dweck tuvo que pronunciarse.

Pienso que mucho de lo que pasa con la falsa mentalidad de crecimiento entre los educadores es que en lugar de enfrentar este largo y difícil viaje, aquel en el que trabajas en entender tus desencadenantes, trabajar con éstos y con el tiempo ser capaz de quedarte en la mentalidad de crecimiento cada vez más, mucho educadores dicen: ‘Ah sí, tengo mentalidad de crecimiento’, porque o bien saben que es la mentalidad correcta o entienden ésta de una forma que la hace parecer fácil
Este sustituir los procesos complejos, lentos y profundos por palabras y conjuros («tengo mentalidad de crecimiento», «puedo tener éxito», «tú eres tu propio límite») ejemplifica bien el método de trabajo y promoción de muchos coaches sin formación.

A un periodista especializado en divulgar ciencia no se le ocurriría dedicarse a construir un transbordador espacial. Una cosa es comunicar; otra, aplicar. Los coaches sin formación sí lo hacen: leen estudios que convienen a sus argumentos y ofrecen su interpretación para solucionar la vida de la gente.

«Vender humo es fácil. Tenemos un cerebro muy reacio al esfuerzo. Si me das una cosa que parece fácil y me prometes bienestar y felicidad, lo compro. Si te vendo algo para que lleves una vida mejor y te advierto que lo pasarás mal a veces, o te digo que “si quieres, a lo mejor puedes” y que a veces no basta con poner toda la carne en el asador porque la vida es así, no es justa, pues entonces no mola tanto», compara Rizaldos.

Pone un ejemplo: «Una academia de inglés se vende mejor si te dice que vas a descubrir el inglés que si te dice que lo aprenderás. Aprender supone un esfuerzo».

El coaching sabe muy bien cómo jugar a eso: toma préstamos léxicos de la ciencia, hace malabares con los prefijos, utiliza pseudociencias como el PNL o juega a Míster Potato con la física cuántica. Los coaches han movido bien la marioneta del marketing para acicalarse como un maestros de un método que supera a la psicología en el tratamiento de los aspectos prácticos de la vida y de aquellos pacientes que no sufren patologías. Como si dijeran: «La psicología es la teoría, nosotros la práctica».

Esta creencia se extendió y es difícil de desmontar. Pero la psicología ya cubría esas necesidades: «Somos profesionales del comportamiento, los pacientes no solo vienen cuando se encuentran mal, también cuando quieren conseguir cosas que no están consiguiendo», explica Rizaldos, que admite que la psicología no ha sabido posicionarse a ojos de la sociedad: «Según la OMS, la salud no es solo tener una enfermedad, sino prevenirla, sentirte bien. El problema lo tenemos los psicólogos: no hemos sabido vendernos bien».

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