Estos son los nuevos ‘suplementos’ para levantar el ánimo

Un estudio de revisión saca a la luz la eficacia de tomar probióticos solo o junto con prebióticos para tratar la depresión. Aunque se necesitan más estudios, los científicos apuestan por este campo. ESCRITO POR P. MATEY

P. Matey

Foto: Unsplash@/dulgier
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Los humanos somos una amalgama de material “propio” y una gran cantidad de microorganismos “ajenos” que conforman la microbiota. Estas dos entidades son interactivas y su coexistencia simbiótica es crucial para mantener la salud.

” Sí existen estudios que han encontrado una relación favorable entre la salud mental y el consumo de prebióticos y probióticos en patologías como Alzheimer, autismo o depresión”

Un ecosistema de microbiota se conoce colectivamente como microbioma. Un ejemplo de este tipo existe dentro del tracto gastrointestinal (TG). Existe una relación bidireccional altamente desarrollada entre el sistema nervioso central (SNC) y el TG (incluida la microbiota que coloniza con cada área aparentemente capaz de influir en la condición y funcionalidad de la otra).

Salud mental

Ahora, llega una nueva investigación de la mano de Sanyay Noona, de la Universidad de Brigthon (Reino Unido), que documenta que “esta relación se denomina eje intestino-cerebro.(GBA, de sus siglas en inglés). Sus efectos potenciales sobre la fisiología y la fisiopatología son demasiado vastos para ser cubiertos en una revisión. Por lo tanto, a la luz de la actual crisis de salud mental que ha provocado el covid-19 y que ha agrabado la ya existente los investigadores han optado por centrarse en la relación del GBA con el trastorno por enfermedad mental.

Estudios, como el publicado en Current Opinion in Gstroenterology, han documentado que los comportamientos, las capacidades cognitivas e incluso las emociones de un individuo pueden no estar determinadas completamente por su sistema nervioso, sino también por la microbiota colonizadora. Los detalles que sustentan el GBA son complejos y aún no están claros del todo.

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Muchos factores influyen en el microbioma, desde el modo de parto al nacer hasta las variables genéticas y epigenéticas. Una de las influencias más significativas es la dieta. ¿Y os probióticos o prebióticos?

Dieta

Los probióticos, tomados solos o combinados con prebióticos, pueden ayudar a aliviar la depresión, sugiere la mencionada revisión, publicada en BMJ Nutrition Prevention & Health.

Foto: iStock
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Pero aún no está claro si podrían ayudar a disminuir la ansiedad, trastorno de salud mental que suele ir parejo a la depresión. Dicen los investigadores británicos, que los alimentos que amplían el perfil de bacterias útiles en el intestino se conocen colectivamente como probióticos, mientras que los prebióticos son compuestos que ayudan a estas bacterias a prosperar.

En todos los países europeos, la depresión afecta más a las mujeres, un 5,1% frente al 3,6% de los hombres y la prevalencia es aún mayor en mujeres menores de 29 años o mayores de 55 y situaciones como la pobreza, el desempleo o algunos hábitos como consumir drogas, tabaco o alcohol pueden facilitar su aparición. En España, la enfermedad afecta a más del doble de mujeres (9,2%) que hombres (4%), según datos de la Encuesta Nacional de Salud, de 2017, que explican que, además, su prevalencia es el doble entre quienes se encuentran en situación de desempleo, una situación que se ha agudizado por culpa de la pandemia.

Eje intestino-cerebro

Como hemos comentado anteriormente, existe una relación bidireccional entre el cerebro y el tracto digestivo, conocido como el eje intestino-cerebro. Y la posibilidad de que el microbioma, el rango y la cantidad de bacterias residentes en el intestino pueda ayudar a tratar la salud mental se ha convertido en un foco de interés en los últimos años.

Para explorar esto más a fondo, los investigadores británicos buscaron estudios relevantes publicados entre 2003 y 2019, que analizaron la contribución terapéutica potencial de los prebióticos y probióticos en adultos con trastornos de depresión y / o ansiedad.

De 71 estudios, solo 7 cumplieron con todos los criterios de inclusión. Los 7 investigaron al menos 1 cepa probiótica; 4 observaron el efecto de combinaciones de múltiples cepas.

En total, 12 cepas probióticas aparecieron en los estudios seleccionados, principalmente Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus casei y Bifidobacterium bifidium. Un estudio analizó el tratamiento preprobiótico combinado, mientras que uno analizó la terapia prebiótica por sí sola.

Los estudios variaron considerablemente en su diseño, métodos utilizados y consideraciones clínicas, pero todos concluyeron que los suplementos probióticos solos o en combinación con prebióticos pueden estar relacionados con reducciones medibles en la depresión.

En declariones a Alimente, el equipo médico de Nutrygente reconoce que, “aunque existen limitaciones en cuanto al número y la duración de los estudios incluidos en la revisión, es una clara prueba más de que la alimentación influye, y mucho, en la salud de las personas. Aunque muchos no lo crean, una buena dieta puede ser determinante a la hora de padecer ciertas patologías de toda índole, como la depresión destacada en este último estudio”.

Últimamente, insisten, “están saliendo a la luz gran cantidad de ensayos que están dando especial relevancia a la microbiota intestinal y poniendo en valor la relación que esta tiene con muchísimos aspectos de nuestro organismo. Cualquier desajuste en la composición de los microorganismos que la conforman puede tener una repercusión positiva o negativa en otras partes de nuestro cuerpo, lo que nos indica lo importante que es cuidarla”.

Los prebióticos y probióticos pueden ser útiles “de cara a mejorar o conservar dicha microbiota, por lo que parece una buena estrategia incluir alimentos que los contengan”, declaran los expertos.

En ansiedad

Y cada ensayo de estos mencionados mostró mejoría significativa en los síntomas de ansiedad y / o cambios clínicamente relevantes en las medidas bioquímicas de ansiedad y / o depresión con el uso de probióticos o prebióticos combinados. De los 12 probióticos diferentes investigados, 11 fueron potencialmente útiles, según mostraron las conclusiones de la investigación.

Los investigadores destacan, no obstante, la necesidad de llevar a cabo más estudios científicos, Como los trastornos de ansiedad y la depresión afectan a las personas de manera muy diferente, se requieren enfoques de tratamientoque tengan en cuenta estas complejidades. “De esta manera, con una mejor comprensión de todos los mecanismos, los probióticos pueden ser una herramienta útil en una amplia gama de condiciones”, escriben.

Señalan, también, que las personas con depresión y / o trastornos de ansiedad a menudo también tienen otras afecciones subyacentes, como diabetes o síndrome del intestino irritable. “Como tal, el efecto que los probióticos tienen en los pacientes puede ser doble: pueden mejorar directamente la depresión de acuerdo con los hallazgos observados en esta revisión, y / o pueden tener un impacto beneficioso en los problemas adicionales señalados”.

El futuro

Aunque “en esta revisión ha visto una relación entre el uso de prebióticos y probióticos en depresión, quizás habría que seguir investigando sobre esta formulación para otorgar el título de “protectores” a ciertos alimentos frente a diversas patologías mentales”, defienden los médicos de.Nutrygente.

Si bien es cierto que parece que existe dicha relación, “las causas de la depresión pueden ser muy diversas y existen profesionales bien formados para tratarlas con diversas terapias más allá de la nutrición, aunque no está de máscuidar nuestra salud intestinal con la incorporación de alimentos saludables para la misma, como probióticos y prebióticos”, agregan.

Unsplash/@artic_studios
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Aunque el campo “de las patologías mentales es muy extenso y atiende a numerosas causas, sí que existen estudios que han encontrado una relación entre la salud mental y el consumo de prebióticos y probióticos en patologías como Alzheimer, autismo o depresión”, apostillan.

E, insisten: “Todavía es pronto para considerar un efecto protector en los mismos, ya que hacen falta más estudios de calidad que valoren dichas relaciones, pero sí que parece clara que la salud de nuestro intestino podría tener mucho que ver con muchos aspectos que encontramos en nuestro organismo fuera del sistema digestivo.”

RECUPERADO DE: https://www.alimente.elconfidencial.com/bienestar/2020-07-08/suplementos-probioticos-prebioticos-eficaces-depresion_2671827/

¿La cifra de colesterol puede ser un indicador útil de depresión?

Los trastornos mentales más frecuentes están relacionados con todo nuestro organismo, por lo que son sensibles a las alteraciones metabólicas. Se investiga el valor diagnóstico que tienen los niveles de lípidos en la sangre. ESCRITO POR: Ángeles Gómez

16/09/2020 – 05:00

Depresión y ansiedad son los dos grandes problemas de salud mental entre la población de todo el mundo. La primera afecta a 300 millones de personas y otros 260 millones tienen trastornos de ansiedad. A menudo, ambas entidades se solapan y es difícil diferenciarlas

De hecho, más de la mitad de los pacientes con depresión tiene antecedentes de ansiedad, y aunque los factores de riesgo y los síntomas sean comunes, la depresión es más grave y su tratamiento (y curación), más difícil, hasta el punto de que hay síntomas que persisten en el tiempo. 

Ansiedad y depresión se asocian de diferente forma con la inflamación y el metabolismo de los lípidos, y esto permite buscar terapias específicas

Desentrañar todos los procesos que conducen a este trastorno psiquiátrico es el propósito de un buen número de investigaciones, que exploran diferentes campos buscando respuestas. Científicos holandeses han demostrado que la depresión y la ansiedad tienen diferentes asociaciones bioquímicas con la inflamación y el metabolismo de los lípidos (grasas), un hallazgo que sugiere que es posible conseguir tratamientos más específicos, unos resultados que se han presentado en el Congreso del Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología (ECNP). 

Línea divisoria

La investigación se ha desarrollado a partir de muestra de sangre de cerca de 3.000 pacientes, unos con depresión actual, otros con ansiedad, 531 con los dos trastornos, 807 curados y 640 controles sanos. En la sangre se evaluaron 40 metabolitos y sus asociaciones con síntomas depresivos y ansiosos (como pánico, preocupación patológica, etc). 

La doctora Hilde de Kluiver, de la Universidad Vrije, de Ámsterdam, revela: “Hemos encontrado que el grupo deprimido tiene inflamación (no observada en el de ansiosos). Este grupo también presenta tipos y cantidades muy diferentes de lípidos en la sangre“. Concretamente, “las personas deprimidas tienen niveles altos de triglicéridos, pero cifras más bajas de ácidos grasos omega 3“. Por el contrario, los sujetos con trastorno de ansiedad muestran una composición de lípidos muy similar a la del grupo de control saludable

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Otro hallazgo importante para los holandeses es que los metabolitos asociados con la depresión también lo están con la gravedad: si hay más de un lípido asociado, la depresión tiende a ser peor

Estos resultados han sido bien recibidos entre los asistentes a la reunión científica. En opinión del Dr. Philippe Nuss, del Hôpital Saint-Antoine, en París, abren la posibilidad de disponer de biomarcadores que permitan, con un análisis de sangre, caracterizar subtipos de depresión. Además, demuestran que “los trastornos mentales deben considerarse desde una perspectiva de todo el cuerpo, donde están implicados los principales sistemas fisiológicos reguladores, como la inmunidad y el metabolismo de los lípidos“. 

Demasiadas expectativas

Desde luego que estos argumentos son convincentes y es muy atractivo pensar que el colesterol y los triglicéridos pueden contribuir a mejorar el tratamiento de la depresión. Sin embargo, el doctor Jerónimo Sáiz, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá de Henares, no comparte el mismo entusiasmo. “El papel de los lípidos se ha estudiado desde diferentes ángulos, pero es inespecífico y no parece estrictamente vinculado a la depresión ni a la ansiedad“, aclara a Alimente. 

El equipo de Sáiz también ha explorado este terreno, concretamente “vinculando los niveles de colesterol y las tentativas de suicidio, y encontramos que a menos colesterol, más tentativas de suicidio”. Y continuando con el colesterol, este mismo grupo ha detectado que “las personas que habitualmente consumen drogas tienen niveles más bajos de colesterol”. 

Pero, a diferencia de los holandeses, el catedrático de la Universidad de Alcalá considera que esas asociaciones “son explicaciones alternativas; son variables secundarias que no se llegan a controlar”. 

El colesterol no es el único lípido que irrumpe en la salud mental. “Los ácidos omega 3 se utilizan para tratamiento y prevención de la esquizofrenia, con resultados unas veces positivos y otros negativos”, añade Sáiz, y “lo que sí han demostrado investigadores de la Universidad de Navarra es la asociación de la dieta mediterránea y menos depresión y mejor salud mental“. 

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Sobre la inflamación, el psiquiatra español apunta que también está presente en otras enfermedades como trastorno por déficit de atención, trastorno bipolar, psicosis, etc, y es un asunto que acapara un buen número de estudios. Aun así, es un proceso que también se encuentra en la enfermedad de Alzheimer, el párkinson, las crisis de pánico o los trastornos obsesivos compulsivos (TOC), destaca el psiquiatra chileno Rodrigo Erazo

Entonces, ¿tenemos que esperar que los lípidos de la sangre vayan a ser de gran ayuda en el diagnóstico y tratamiento de la depresión? Jerónimo Sáiz, que reconoce la calidad del trabajo de los investigadores de Ámsterdam, es claro: “Para la depresión y la ansiedad no creo que sea de ayuda significativa”. 

De momento, conviene no hacerse ilusiones de que nuestros lípidos nos vayan a ayudar a mantener la salud mental.

Un año de pandemia: diario de las consultas psicológicas online

Las plataformas virtuales se dispararon desde el inicio de la crisis. Los problemas más consultados fueron crisis de pareja, ansiedad, estrés y depresión. ESCRITO POR: Patricia Matey

17/03/2021 – 05:00

Nada de lo que sucedió desde comienzos de marzo de 2020 en España, y en el resto del mundo, se había vivido por igual desde la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos del XXI. La pandemia por covid-19 ha causado una situación sanitaria y social con implicaciones desproporcionadas hasta ahora no vividas en Europa. 

El artículo de opinión ‘La psicología ante la pandemia de la covid-19 en España. La respuesta de la Organización Colegial‘, firmado por Fernando Chacón-Fuertesa, José Ramón Fernández-Hermida, Mª Paz García-Vera, de las Universidades Complutense y Oviedo de Madrid, recogido en ‘Clínica y Salud’, adelantaba en julio 2020: “Las pandemias tienen efectos psicológicos muy importantes sobre la población, derivados de la percepción de incertidumbre, confusión y sensación de urgencia que generan. Esos efectos en muchos casos son reacciones de adaptación, de diversa factura, a una nueva circunstancia estresante, mientras que en otros son debidos al agravamiento de una psicopatología previa. La acción estresante del contexto pandémico no afecta a toda la población por igual”. 

Estrés pandémico

E insisten: “Es previsible que el estrés pandémico afecte a los grupos más vulnerables de la población, a los que habrá que prestar especial atención. Las personas sin recursos económicos o sociales, discapacitadas, ancianos que viven solos o con escaso soporte social, niños o adultos que viven en hogares conflictivos y personas con psicopatología previa afrontarán peor las consecuencias y restricciones de la cuarentena y del confinamiento. A estos grupos hay que sumar, de forma destacada, la parte de la población a la que más de cerca toca la enfermedad. Nos referimos a las personas enfermas, sus familiares y el personal sanitario que les atiende en primera línea”

La telepsicología llegó para quedarse

Si bien la tecnología y la infraestructura para la telesalud ha estado disponible desde mediados de la década de 1990, la industria del cuidado de la salud nunca hubiera abrazado la telesalud por completo sin un evento que pusiera fin al statu quo como una pandemia. No cabe ninguna duda. 

Mapa de la tragedia

Desde el estallido de la pandemia, hace ahora un año, hemos tenido que adaptarnos a una situación anómala que ha puesto nuestra salud mental a prueba. Y para muestra un botón. Una de las fotografías captadas nos llega de la mano de TherapyChat, la primera plataforma online en España en adherirse ya en 2018 al Código de Buenas Prácticas del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. Documentan que todos los psicólogos disponibles son colegiados y pasan a través de un estricto proceso de selección, lo que garantiza la calidad del servicio. 

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Foto: iStock. 

Y son ellos los que han elaborado un trabajo que documenta las conclusiones de un estudio de 50.000 consultas. ¿El perfil del usuario? “La gran mayoría de nuestros usuarios están entre 24 y 45 años. En cuanto al género, el número de mujeres duplica al número de hombres que acceden a nuestra plataforma. La mayoría de los usuarios reside en España, pero tenemos también clientes en más de 30 países, desde EEUU a América Latina y Australia”. 

  • Prepandemia: la mayoría de las personas que solicitaban terapia en TherapyChat lo hacían por ansiedad. Hay que mencionar, por lo tanto, en primer lugar, que ya muchos de nosotros llegábamos a esta situación con el vaso de la ansiedad muy cargado.
  • Marzo-junio: al poco tiempo de llegar el confinamiento, se incrementaron las consultas relacionadas con problemas de pareja y aumentaron los problemas familiares en general. Era lógico como consecuencia de pasar más tiempo en casa y cerrar nuestro mundo exterior. Desapareció de un día para otro el oxígeno que cogemos de fuera, lo que dificultó la convivencia en muchos hogares y generó mucha acumulación de tensión. Se trata de un círculo vicioso, puesto que la pandemia afecta al estado de muchas personas, produciendo estrés, ansiedad y demás problemas emocionales que, a su vez, afectan a las relaciones más cercanas, las cuales cierran el círculo volviendo a afectar a nuestro estado de bienestar general. No obstante, la aparición de un enemigo común tan resistente produjo una unión y solidaridad en la sociedad que hizo aflorar un gran número de sentimientos positivos y actos altruistas: innumerables videotutoriales, clases gratuitas, acciones de donación y ayudas entre vecinos son solo algunos de los ejemplos.
  • Julio-septiembre: con la ‘nueva normalidad’, la ansiedad volvió a colocarse en cabeza y se convirtió en el mayor motivo de consulta. Además, se le sumaron cuestiones de autoestima y de crecimiento personal. ¿Por qué estos tres problemas? En primer lugar, porque una vez que salimos de la burbuja del confinamiento más duro, surgió la necesidad de adaptarse a vivir fuera de casa, pero con limitaciones añadidas, una gran incertidumbre por la situación y miedo a la enfermedad. Por otro lado, con el tiempo, se produjo una sensación de estancamiento, debido a las limitaciones impuestas. Esto ha provocado que no existan muchas novedades a nivel personal y que las interacciones con otras personas también sigan afectadas. Nos volvimos más vulnerables a bajadas de autoestima o a sentir la necesidad de salir de esta ‘cárcel’ psicológica para crecer.
  • Octubre: a medida que avanzó esta situación, también aumentaron los casos de depresión, consecuencia natural de la reducción de estímulos positivos en nuestra vida, por un tiempo tan prolongado. Adicionalmente, la ansiedad cronificada también ha podido generar bajo estado de ánimo, subiendo los casos de la anteriormente mencionada depresión.

¿Hacia dónde nos dirigimos?

Este año, “ha supuesto un freno en seco que nos ha obligado a ser conscientes de aspectos de nuestra vida que la prisa de nuestra rutina anterior no nos permitía ver. Aspectos como la valoración de la salud física y mental, la compañía y la cercanía de los seres queridos cobran hoy más importancia que nunca. Además, aunque se ha hablado mucho sobre la salud física, también se ha dado mucha importancia a los temas relacionados con la salud mental, desestigmatizando el apoyo psicológico. Eso ha permitido que más personas hayan dado el paso hacia la mejora de su bienestar mental beneficiándose de la ayuda de los especialistas en la materia”. 

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Las afirmaciones son de Aída Rubio, coordinadora del equipo de psicólogos de TherapyChat, que añade: “En primer lugar observamos un aumento significativo de los síntomas de ansiedad y la aparición de mayor número de conflictos de pareja y familiares. Esto fue consecuencia natural del impacto de la noticia, la llegada de las restricciones y el confinamiento total”. 

Y reitera: “Durante el propio confinamiento total, muchos de los que ya venían con problemas de antemano vieron incrementada la gravedad de sus síntomas. Sobre todo detectamos la aparición de más casos de elevada gravedad, ya que el confinamiento tuvo como consecuencia el cierre de los centros presenciales para salud mental grave, y estas personas se vieron con muchos menos recursos asistenciales, y un agravamiento de la sintomatología derivado también del aislamiento social y de la incertidumbre que todos vivíamos. Actualmente estas personas siguen siendo más vulnerables porque un gran protector del estado mental es el tener unos contactos sociales de calidad, lo que esta pandemia está limitando bastante”. 

Las fobias

Tras el desconfinamiento del año pasado, “empezaron a aparecer mayor número de problemas fóbicos: fobia a la enfermedad, fobia social, agorafobia… La población de golpe tuvo que enfrentarse a un gran problema: adaptarse a una nueva realidad, que de por sí generó mucho estrés y miedo, pero además tuvo que hacer frente a abandonar, en muchos casos, su entorno seguro (y libre de virus), es decir, su casa. No siempre esta adaptación se ha logrado o más bien sobrellevado, ya que a día de hoy los cambios siguen siendo constantes, así que lograr una adaptación completa es un verdadero reto. De ahí que hayan aumentado en consulta los trastornos adaptativos, que son aquellos que derivan de épocas de importantes cambios que generan gran estrés. Así encontramos mucha sintomatología ansioso-depresiva en la población aún a día de hoy, y así seguirá siendo”, apostilla. 

Cuando hay tal grado de inestabilidad emocional, por supuesto, los conflictos familiares, de pareja y laborales se ven aumentados. Son un daño colateral que va más allá de las posibles épocas de mayor limitación de movimiento social. 

Por qué la baja autoestima

Por último, ha habido una constante en este tiempo, que han sido las consultas acerca de la baja autoestima. “Cuando hay un gran terremoto vital es natural que las personas nos preguntemos ciertas cuestiones importantes, como si estamos donde queremos, con el trabajo que deseamos, en la situación vital que querríamos, y si nuestro yo real, en definitiva, dista mucho del yo ideal. Esta situación nos ha puesto de frente con ciertas preguntas incómodas. El aislamiento social, además, sumado a la inestabilidad emocional, ahonda en este deterioro de la autoestima”, recuerda Aída Rubio. 

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Para segunda muestra otro botón, comenta Ana Lucas, psicóloga sanitaria en Psico-Salud, “en general, durante la pandemia todas las personas tuvimos mucha relación online, quedábamos con amigos, con la familia y trabajábamos solo a través de la pantalla. Algunas de estas nuevas formas de relación han llegado para quedarse. Los psicólogos hemos trabajado online, tiene aspectos positivos como la seguridad, la continuidad de los tratamientos y que puedes ver la cara y la expresión de la persona. En el lado negativo se diría que pierdes parte de la comunicación y a veces la falta de espacio e intimidad en la casa, hace que sea más difícil”. 

Desde el primer día de confinamiento “en marzo de 2020, empezamos a pasar consulta online. Hubo muchas bajas por la incertidumbre de la situación, el miedo o porque la nueva situación afectaba de otra forma a las familias. Pero desde el principio tuvimos que adaptar nuestra forma de trabajar. Eran diferentes los problemas consultados al inicio durante y después de este primer año. Al primcipio nos encontrábamos con situaciones de estrés agudo por múltiples causas, casi todas relacionadas con el confinamiento, la pérdida de libertad, la ausencia de relaciones o de apoyo social, el miedo a la enfermedad, pérdidas cercanas o situaciones de pérdida de trabajo”, detalla. 

La cuarta ola

Durante el confinamiento y a lo largo de este año, “hemos tenido llamadas por estrés continuado en el tiempo. En estos casos a cada persona le afecta de una forma diferente, depende de su situación, los apoyos con los que cuente, su capacidad de hacer frente y salir adelante. Todo esto nos va a decir si la persona necesita más o menos apoyo. Ahora hace justo un año desde que empezó el confinamiento, lo que vemos es la cuarta ola, casos de trastorno generalizado de ansiedad, bajo estado de ánimo, depresión, cansancio acumulado, agotamiento y desgaste por todo lo que hemos pasado”, inisiste Ana Lucas.

La realidad es que hemos vivido” una situación de trauma colectivo, a la que le hemos hecho frente según venía, y aunque el ser humano tiene una capacidad de adaptación y resiliencia brutal, y saldremos fortalecidos, pero el efecto secundario es el desgaste que deja. La terapia covid, en estos casos ayuda al cerebro a entender, ajustar y regular todas esas experiencias que hemos vivido. El objetivo es que la persona tenga una visión más amplia, que genere más recursos y que reduzca el malestar que ha generado toda esta situación”, determina.

RECUPERADO DE: https://www.alimente.elconfidencial.com/bienestar/2021-03-17/ano-pandemia-terapia-psicologica-virtual-ansiedad-covid19_2993772/